Selección Colombia: ¿qué (se nos) viene? (II)
De modo que, como anotamos ayer, los dos próximos encuentros si nos conciernen.
Y acontece que, a este señor, José Néstor Pékerman, el estratega hoy por hoy del equipo, todo esto le concierne mucho más, siendo él el responsable - en enorme medida - de que al cabo de los 90 minutos, y en los dos encuentros, los ánimos de todo colombiano sean de regocijo y esperanza y no al contrario.
Él lo sabe, y no se corre. (Como dijo y luego, en efecto, no se corrió, en su momento en otras circunstancias, el inmenso poeta César Vallejo).
Pékerman, en tanto que jugador convertido con el transcurrir de los años en estratega, el que juega sin jugar, atenderá digo yo – sin vacilaciones - su tarea en estos dos meses: con diligencia y rigor; y luego desde la orilla, ya durante los encuentros, lo hará otra vez, ahora además con denuedo y resolución. Que nadie se engañe. Que nadie juzgue a la ligera esa su mirada serena, y el gesto pacífico con que escucha y luego contesta en las ruedas de prensa. Este señor, en lo suyo, es todo un general; disfruta mientras batalla, ríe cuando inflige derrota, y no se asusta si durante algún pasaje de la contienda las fuerzas del rival parecen insuperables.
¿Qué nos cabe hacer a nosotros, desde la tribuna, para apoyarle? ¿Qué garantías de victoria hay si lo hacemos?
Nosotros, los hinchas, seguidores y meros ciudadanos, de algún modo ya estamos jugados. De algún modo elegimos a Pékerman o consentimos su elección o sostenemos la continuidad de su elección. En ello es que nos cabe la máxima responsabilidad. Así como ocurrió también antes, cuando censuramos o cesamos o apoyamos la despedida, de los estrategas que le precedieron.
¿Y garantías de victoria? Ninguna, no hay garantías acerca del resultado de ningún encuentro; la victoria sólo se cifra por las anotaciones: por los más goles que urda y concrete el equipo, que al tiempo – como se sabe – deberán ser menos que los permitidos en contra. Todo lo cual, extrañamente, depende mucho y muy poco a la vez de las decisiones de Pékerman, el estratega, el que juega sin jugar. ¿Cómo es posible algo así?
Continuará…