¿Ser o no ser?

¿Ser o no ser?

Hace un poco más de un mes, escribí sobre ese dilema entre ser y hacer. Les contaba como julio se venía con todo: 2 trabajos y 3 cursos. Y luego de una reflexión, me coloqué dos posibles caminos a tomar. En el caso de los trabajos, pues no había inconveniente. El tema a resolver estaba en los cursos. Estas fueron las opciones:

Opción A: 

  • Ambos trabajos van. 
  • El curso presencial y semanal de idiomas va. 
  • De los otros cursos virtuales, podría elegir uno y el otro postergarlo

Opción B:

- Ambos trabajos van. 

  • El curso presencial y semanal de idiomas va. 
  • Tomo los dos cursos virtuales.

En ese momento, elegí la opción B. Al fin y al cabo había planificado mis horarios, bloques de trabajo y tiempo disponible y parecía ser un plan factible. Asimismo, el curso presencial no parecía requerir de mucho tiempo y esfuerzo; y ambos cursos virtuales serían de gran beneficio para mi desarrollo profesional y personal inmediato.

¿Cómo me fue?

Realmente, mi temor estaba en la primera semana de julio. Empezaba a trabajar en una empresa a medio tiempo y estaba terminando de ajustar todo lo necesario para el inicio de mis clases a impartir en un diplomado virtual. Y por supuesto, comenzaban los tres cursos.

¿Qué les puedo decir? El universo es sabio y todo pasa por una razón. Tanto el inicio de clases como el segundo trabajo se postergaron, por lo que pude finalizar los preparativos sin mayor inconveniente. Pensarán que he sido muy afortunada y que la suerte está de mi lado. Mas, lo que yo pienso y me llevo de esta experiencia es que confiar en la abundancia premia.

Por su parte, y tal como me lo esperaba, el curso de idiomas no ha significado ningún problema. De hecho, es una gran manera de terminar la semana laboral. Nos reunimos una hora a conversar y la pasamos muy bien. Es un tiempo de diversión y relajación.

Pero, no crean que todo ha sido rosa. El curso virtual sobre la felicidad, si bien fue muy interesante, también fue agotador. Los videos semanales eran bastantes y a veces no tan cortos. Con ganas de cumplir las fechas de entrega, las últimas semanas se vinieron un poco encima. 

Asimismo, si bien las clases no requerían de mayor atención durante la semana (dado que el curso era virtual), las correcciones ocurrían durante el sábado y domingo. De hecho, era en cierta forma el horario oficial destinado para ello. Fue solo un mes, es decir, cuatro fines de semana. No parece un gran inconveniente. No obstante, la sensación de que tu semana laboral no termina no es tan agradable. Un lunes puede ser lo mismo que un sábado.

Debo destacar que la planificación funcionó en términos generales. Utilizaba mis bloques nocturnos para los cursos, los demás bloques para los trabajos, etc. Mientras se pudo mantener de esa forma, funcionó. El asunto se complicó al juntar todas las actividades. Acoplarse a nuevos ritmos y responsabilidades de trabajo lleva su tiempo. Así que trabajos más cursos significó que algo había que comprometer.  

Al final, pues mi opción fue el camino A. Postergué el segundo curso virtual sobre flujo de trabajo y productividad, dado que no tiene fechas de entrega, de inicio o fin. Por ende, lo puedo tomar en cualquier momento. Asimismo, si bien puede verse como una pérdida lo que he dejado de aprender, no significa que no lo vaya a aprender. No hay mal que por bien no venga. La vida es corta, sí, pero si queremos ser en lugar de hacer, priorizar es la respuesta. Queramos o no, no somos máquinas y el que dejemos algo para después tampoco es sinónimo de improductividad o ineficiencia. Significa que sabemos y queremos valorar nuestro estilo de vida y que nuestra felicidad es lo más importante.

Una vez más, esta experiencia me recuerda que el esencialismo y el mindfulness son mis caminos, mis pilares, mis maneras. Priorizar es la norma. Priorizar permite no dejar de ser. Priorizar nos recuerda que hay un momento para todo.

Mis aprendizajes

Más allá de poner mis métodos en práctica y ver su efectividad (bloques de trabajo, etc.), mi objetivo era vivir la experiencia. Sé que la mayoría de las personas hoy en día, me incluyo, vivimos en medio del caos. Estamos bombardeados de información. Estamos presionados por dar resultados, por ser productivos y eficientes. Hemos alcanzado niveles de estrés mortales, nunca antes vistos. Y aún así, nuestro estilo no cambia. Pareciera que estamos entrampados. Y precisamente es esa trampa la que quería recordar y vivir. Ahora, estoy lista para retomar el camino de lo simple. No siempre será fácil, pero no por eso lo dejaré de hacer. Como ya he mencionado, caerse está permitido, levantarse es obligatorio.

¿Qué me llevo entonces de todo esto?

  • Así como hace años establecí que los fines de semana eran sagrados, hoy lo reitero. Recordarlo me ayuda a decir que no cuando la oportunidad que se presenta, puede que sea buena, pero no grandiosa.
  • Balance significa trabajar para vivir, no vivir para trabajar.
  • Ser productivos no es sinónimo de estar ocupados. Llenar todos nuestros espacios con compromisos y actividades no necesariamente dará el mejor resultado. Es muy posible que terminemos ‘quemados’. 
  • Si queremos ser productivos y sacarle provecho a las cosas, priorizar es el camino.
  • Confianza y abundancia es un buen karma.

Y tú, ¿quieres salir de tu trampa?

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