Si me quieres, dímelo y si no...
Cuando escribo me gusta hacerlo sobre los temas que más importan en algunas situaciones cotidianas que vivimos los seres humanos. Y estos días a raíz de muchos mal entendidos, expresiones mal dichas, palabras fuera de contexto, escuchas tergiversadas, estaba pensando en la importancia de la “buena” comunicación.
La palabra comunicar viene del latín, “communicare”, que significa poner en común. Comunicarse es compartir experiencias, sentimientos, temores e ilusiones; es estar EN relación, entender y SER entendido: dar y recibir conocimientos; provocar cambios y modificar las conductas en los demás y en uno mismo.
La mayoría de problemas creo yo, se derivan de una comunicación pobre y deficiente. Por no querer ofender, maquillamos lo que queríamos decir y como consecuencia, nos entienden algo diferente. Por aquello del respeto, de la prudencia y mil otras virtudes que queremos cultivar, no comunicamos nuestros sentimientos, lo que nos gusta y lo que nos disgusta, lo que nos ha molestado o lo que deseamos. Y al final no obtenemos aquello que pedíamos. Viene la frustración, el enojo, el no sentirnos entendidos ni atendidos, el aislamiento etc…
¿Hasta donde podemos ser francos y sinceros y expresar sin adornos ni rodeos lo que queremos decir exactamente?
Estaba pensando que es muy fácil decir “te quiero” a alguien que realmente queremos, (bueno, no para todo el mundo es fácil) pero en general es más sencillo que quedarnos callados y no contestar con un “yo también” cuando en realidad no lo sentimos.Es lo mismo que decir “estás muy bonita” cuando en realidad pensamos que parece un espantapájaros, pero… ¿seríamos capaces de decir esto último? ¿O es mejor, simplemente callar?
La comunicación se rige por muchas costumbres y usos culturales; de hecho, la cultura se construye con base en la comunicación de sus miembros. Por ejemplo, hay sociedades donde para el varón es impensable expresar sus sentimientos y algunas en las que se espera de una mujer, que diga siempre cosas suaves y bonitas. En otros casos, debido al trabajo de cada persona el uso del lenguaje es tan especifico y técnico, que escasamente se entienden entre colegas.
En todos los ambientes es importante que las personas sean responsables con su forma de comunicarse con los demás y asuman lo que dicen y lo que reciben con una apertura de mente que enriquezca la interacción entre ellas.
Enseñar a los niños a comunicarse adecuadamente empieza por no dejar que hablen con señas, aunque les entendamos todo como padres. Es necesario enriquecer su vocabulario, llamar a las cosas por su nombre, evitar tabúes en algunos temas y ser francos y sinceros en todo momento.
Sería conveniente también que los convencionalismos sociales no estuvieran por encima de las palabras y que pudiéramos expresar nuestros sentimientos sin ambigüedades. Cuando se dice NO es NO y no se debe dar pie a interpretaciones. La idea no es “quedar bien” a pesar de todo, sino ser claros al comunicarnos, verbal y no verbalmente.
Puede afirmarse que la comunicación es el soporte del ser humano en su desarrollo emocional, familiar, laboral, social, económico, político, cultural y científico. De la claridad en la comunicación depende, en gran medida, el éxito de cualquier actividad humana y las relaciones entre los individuos.
Aquí algunos tips para una buena y clara comunicación:
- Di las cosas con franqueza y sin rodeos. Esto significa minimizar el número de palabras para que puedas ser bien entendido. ¡Pide exactamente lo que quieres!
- Utiliza bien tu lenguaje, las palabras tienen significado y no podemos utilizar palabras hirientes o soeces para expresarnos sin esperar una reacción airada del otro lado. Se suave en la forma pero directo en el fondo.
- Al igual que lo que dices debe ser claro y breve, al recibir una comunicación debes ceñirte a lo que dice exactamente. Rumiar las palabras e intentar darles otros significados sólo nos confunde y nos hace poner pensamientos en otros que quizá nunca hayan existido.
- Cuando no entiendas algo o tengas dudas, PREGUNTA. ¡Así de fácil!
- Respira antes de hablar. Esto significa, darles un tiempo a nuestras emociones primarias para que no sean ellas las que hablen por nosotros. Cuando nos encontramos ante una emoción fuerte lo que decimos, acompañado de nuestro lenguaje no verbal puede ser mal interpretado. La emoción primaria dura máximo 5 minutos, así que es mejor esperar y pensar bien las cosas antes de hablar.
Mira siempre a los ojos de tu interlocutor, pon atención, no pienses en nada mas cuando conversas. Eso es respeto.
Sólo dos claves: Ser claro y preguntón.