"Sing: ¡Ven y canta!​"​. Una dulce fábula sobre resiliencia, "vendehumos"​ y los peligros del optimismo desmedido.
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"Sing: ¡Ven y canta!". Una dulce fábula sobre resiliencia, "vendehumos" y los peligros del optimismo desmedido.

Teniendo como pretexto el estreno de la segunda parte de esta fabulosa película, comparto mis reflexiones acerca de la primera entrega, la cual ha sido relegada como una comedia ligera y simple acerca del éxito y el esfuerzo, ignorando un mensaje más profundo, ya sea este intencional o accidental.

Las dificultades del emprendimiento.

La película se centra en los avatares de Buster Moon, un jóven emprendedor con un teatro en crisis que invierte todo lo que tiene (que no es mucho en realidad) para financiar un concurso de canto y rescatar así su negocio de ser embargado. Sin embargo, debido a un error de su secretaria, Miss Crawly, una lagarto anciana con un ojo de vidrio, se publica el concurso prometiendo un precio 100 veces más grande del real, lo cual genera un interés desmedido por parte del público y atrae a una selección variopinta de personajes antropomórficos llenos de sueños e ilusiones.

En esta primera parte, la película logra describir muy bien no solo las diicultades de emprender, sino las implicaciones mentales, físicas y sociales que estas conllevan. Buster Moon roba los servicios de los edificios vecinos, se relaciona con personas de cuestionable moral y esta en una constante paranoia y ansiedad ante la visión de su inevitable fracaso. Sin embargo, es incapaz de aceptarlo y utiliza el optimismo como un mecanismo de defensa que lo mete en más y más problemas a lo largo de la película.

Los concursantes son también personajes complejos. Lo más llamativo de ellos es su contexto. Una elefante insegura ante su capacidad vocal, no de manera gratuita, sino por los prejuicios sobre su físico que ha interiorizado. Un jóven gorila sumergido en el crimen debido a sus orígenes familiares. Una cerdita ama de casa con innumerables responsabilidades en el hogar que desea por una vez en su vida alcanzar un logro personal. Un ratón estafador, criminal y egocentrico cuyo único interés es obtener el dinero prometido, pero en quien la autoconfianza se desborda hasta convertirse en arrogancia. Algunos personajes más que se suman como alivio cómico. Todos ellos conectados por el entusiasmo de Buster Moon.

Aquí la primer enseñanza de la película. Nos muestra las dificultades de emprender en contextos complejos. Sin hacer apología de los comportamientos de sus personajes, por un lado nos muestra cierta inevitabilidad de encontrarse e incluso verse envuelto en situaciones cuestionables como resultado de la compleja realidad en la ciudad de Calatonia, así como el impacto que esta tiene en sus habitantes, quienes en muchos casos pueden sentirse abandonados y sin esperanza. Por otro lado, nos invita a verlos como personajes que tienen derecho a soñas y luchar por sus sueños, más allá de la complejidad de su realidad. Nos muestra el impacto que tiene la fe en uno mismo, la esperanza en el cambio y la convivencia con más soñadores en la resiliencia de estos personajes. Sus vidas cambian, no por un premio, sino por integrarse a una red de apoyo que les permite soñar y ver más allá de sus problemas inmediatos.

La primer enseñanza es que emprendemos en donde podemos, y no en donde queremos emprender y que el emprendimiento nunca es un sueño aislado de un loco soñador, sino el resultado de una red de apoyo y acompañamiento que te permite ver más allá de tu realidad inmediata.

Los riesgo del optimismo desmedido y los vendehumos.

Buster Moon es el héroe y el villano de esta película. Aunque su convicción es honesta, no esta dispuesto a ceder. Buster es (y esta elección es muy consciente y acertada por parte de los creadores) un adorable Koala que utiliza sus encantos para conseguir inversionistas, acreedores, socios y empleados que, atrapados por el brillo de su personalidad, confían constantemente en sus promesas de éxito. Buster se ha comido toda la ideología del éxito que esta detrás del coaching, de los asesores de marca personal, de los vendedores de recetas del éxito y otros seres más de nuestra actualidad. Cree (¿decreta, tal vez?) en el poder de una buena actitud y de no dar un paso atrás "ni para tomar vuelo" (como diría la frase popular). Y, sobre todo, es representante de la máxima "fake it till you make it" (fíngelo hasta que lo logres). Ninguna de sus visiones se ha vuelto realidad. Niguna promesa se ha cumplido. Vive en una eterna agonía provocada por tener que fingir un éxito que claramente nunca llegará. Su sueño y su realidad no solo son distintas, sino contradictorias. Sus acciones no se basan en la esperanza y la fe, sino en la negación y la mentira.

Buster es lo que el Doctor Ernesto Sirolli nombraría como "un mal M (de mercado)". Es decir, una persona que utiliza su pasión por las ventas, su personalidad optimista y su don de convencimiento para "vender humo".

Lo más dramático, que es un simil muy veraz del emprendimiento en la vida real, es que sobre sus hombros descansan, porque el mismo así lo ha decidido, no solo sus sueños, sino los de todos los involucrados.

La película nos muestra lo fácil que es saltar de ser un emprendedor a un estafador. Nuestra actualidad esta plagada de estos y a escalas internacionales. Elizabeth Holmes y su estafa con Theranos. Adam Neumann y sus excesos especulativos con WeWork. Y qué decir de todo el sistema financiero y sus enfermizas apuestas inmobiliarias que llevaron a la crisis del 2008 que aún sufrimos.

El pequeño Buster Moon pone en riesgo no solo su sueño, sino el de todos quienes confían en el y se carga, innecesariamente, toda la responsabilidad sobre sus hombros, pues piensa que en algún momento podrá encontrar una solución que borre los errores del pasado y construya el futuro que ha soñado. Y quizá sin manifestarlo, es claro que busca ser el receptr de la gloria y admiración de todos quienes alguna vez desconfiaron de el.

Cree, fervientemente, que no tener miedo al error es la actitud apropiada. No es valiente sino temerario. No acepta el fracaso como una realidad inmanente a cualquier proyecto, así que sigue adelante aún cuando la evidencia muestra que el fracaso es inevitable. Y lo más importante, olvida que detrás de cada decisión que toma hay personas que van a sufrir las consecuencias. No son números ni estadíscas, son personas reales.

Buster Moon no solo arriesga todo, sino que arriesga a todos. No solo arriesga dinero, sino credibilidad, incluso su propia dignidad. No tiene límites. Solo lo comprende al tocar fondo. Sin embargo, no es este el mensaje de la película por fortuna. Es decir, no te pide tocar fondo para aprender. No piensa que "el fracaso es aprendizaje" como si se tratara de una relación directa y natural. El mensaje es que no puedes hacer las cosas solo. No existe el emprendedor o la emprendedora solitarios. Todas y todos dependemos de las y los demás y se requiere reconocer esa dependencia para tener proyectos no solo viables, sino éticos.

"Sing" es una lección de solidaridad.

Al final, la película nos habla de lo importante que es la comunidad y la familia como soporte para el éxito. No son leyes escritas por personajes que ya cuentan con millones en sus cuentas bancarias o por modelos creados por CEO's autodenominados gurús del emprendmiento. La comunidad, la familia, los amigos, son las personas las que te pueden apoyar para hacer realidad un sueño. Como lo muestran todos los personajes de Sing, es el abrazo del padre o la madre, el apoyo del esposo o esposa, la confianza de los abuelos, el acompañamiento de los amigos lo que en verdad es un indicador del éxito y no los millones de tu cuenta bancaria.

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