Sistema educativo: el origen de las nuevas habilidades
Cada vez se habla más en la región de la necesidad de transformar digitalmente a las sociedades, países y negocios, sin embargo, somos poco conscientes de que este cambio debe comenzar -sí o sí- desde nuestra educación: la raíz de cualquier cambio que busquemos que sea duradero y bien encaminado.
El sistema educativo que predomina en Latinoamérica nació en el siglo XVIII, cuando el rey de Prusia impuso la enseñanza obligatoria y gratuita para crear una clase trabajadora que acepte con docilidad las órdenes de la autoridad. Desde aquel entonces, no ha cambiado nada a pesar de que vivimos un mundo completamente diferente. La pandemia obligó a condiciones que solo han profundizado el desmejoramiento del nivel educativo de la región. Si bien no todos los casos son tan extremos como Bolivia, donde el gobierno canceló las clases durante todo el año escolar, la escasa infraestructura tecnológica existente en zonas urbanas y rurales pone en tela de duda si verdaderamente los niños y adolescentes completaron de forma adecuada sus estudios durante 2020.
Más allá de que la crisis sanitaria global expuso falencias claras en cuanto a los recursos necesarios para una correcta educación, se debe señalar a la metodología de enseñanza como el verdadero talón de aquiles de las sociedades latinoamericanas. Nos enseñan a memorizar conceptos y contestar preguntas que no son nuestras, lo cual genera un desinterés absoluto del alumno con respecto a la materia. Durante mi época escolar, recuerdo con claridad que varias veces me planteé la pregunta: “¿Y esto para qué me va a servir?”. Si te sientes identificado, es porque también tuviste que resolver problemas hipotéticos que carecían de sentido práctico y evocaban conceptos preestablecidos en pénsumes educativos caducos.
El vertiginoso avance de la tecnología promueve cambios acelerados y demanda el desarrollo de nuevas destrezas, que sin duda requieren nuevas formas de educar y adquirir conocimientos. Javier Martínez Aldanondo, socio de Cultura de Aprendizaje en Knowledge Works, explica que debemos renunciar a muchas de nuestras certezas y competencias que nos han servido previamente, para incorporar habilidades como: observar, estar muy atento, detectar patrones, formular hipótesis por muy descabelladas que nos parezcan y hacerse preguntas constantemente.
“Si antes se usaban mapas, ahora tendremos que utilizar una brújula, ya que los mapas caducan. La velocidad con la que avanzamos hace que nuestro conocimiento caduque muy rápidamente, entonces, para cuando te aprendes un mapa, ya no te sirve. Sin embargo, una brújula, que son estas nuevas habilidades (hacerse las preguntas correctas, resiliencia, creatividad, curiosidad, capacidad de colaborar, etc.), te sirve para navegar en un contexto en el que no sabes cómo va a resultar, pero si tú manejas bien la brújula, sabes cómo tomar las decisiones adecuadas”.
Javier Martínez Aldanondo
Tenemos todo un modelo educativo y profesional, donde evaluamos a las personas, a los niños, por su capacidad de responder correctamente preguntas que ya están predefinidas. Esto desencadena en que no sabemos preguntar, no estamos preparados para preguntar y la pregunta de alguna manera genera incertidumbre porque no tienes ni idea de cuál puede ser la respuesta, tienes que explorar, comprobarla, arriesgarte a la equivocación y recuperarse del error. Efectivamente, no estamos preparados para preguntar y no todas las preguntas son iguales, no todas te llevan a los mismos lugares. La capacidad de hacerse las preguntas adecuadas, en el momento adecuado, es una habilidad muy apreciada.
Por ejemplo, en el mundo de las empresas, tenemos la percepción de que los líderes no se pueden equivocar y, por temor y esquemas de jerarquía vertical, normalmente evitamos desafiar a los líderes con preguntas. Los líderes tienen todas las respuestas porque las preguntas ya están establecidas. El escenario en el que estamos, demanda que empecemos a reformular cuáles son las preguntas, y en este contexto debemos participar todos, sin importar nuestro rol, nivel de estudios, antigüedad o jerarquía dentro de la organización. Porque todo el mundo actualmente tiene la capacidad de formularse preguntas. Todos estamos sometidos a miles de experiencias diferentes, ya sea con clientes internos o externos, relacionamiento en proyectos, etcétera, entonces las preguntas pueden venir de cualquier lado. Y eso cambia radicalmente la dinámica de las organizaciones.
Para lograr este cambio de mentalidad en el talento humano de las compañías, es primordial trabajar para que niños y adolescentes crezcan con herramientas que promuevan su curiosidad, su criterio propio y desafíen esquemas organizacionales, es fundamental una reestructuración en el sistema educativo. No se trata simplemente de incorporar tecnología y digitalizar las aulas, sino que se requiere un cambio en los métodos de enseñanza y aprendizaje. Dejemos de ver soluciones cortoplacistas y comencemos a plantar la semilla de un futuro mejor, con ciudadanos que tengan las habilidades humanas que demanda un ecosistema cada vez más digital.
Revise una infografía del escenario post-Covid del sistema educativo