¿Somos la misma persona ahora que la que fuimos ayer?
Os contaré hoy la siguiente historia para recapacitar si somos o no somos hoy la misma persona que fuimos ayer. La historia que narro por supuesto es de la antigua Grecia y dice así:
Egeo rey de Atenas estaba muy preocupado por no tener descendencia. Ello le quitaba el sueño, pues notaba que sus sobrinos aspirantes a la corona empezaban a murmurar para quedarse con su reino cuando vieran la oportunidad. Egeo en uno de sus viajes, decidió evadir los problemas organizando un banquete. Bebió y bebió hasta emborracharse. Fue entonces cuando su amigo e invitado, el rey Piteo, tras consultar días atrás el Oráculo de Delfos y preguntarle cómo podía tener un hijo su amigo Egeo, lo incitó a mantener relaciones esa misma noche con su hija Etra. Egeo con los meses cuando supo que Etra estaba embarazada de aquella noche de desenfreno, le ordenó por miedo a sus sobrinos que escondiera a su hijo llamado Teseo y solo cuando éste fuese un hombre fuerte viajara a Atenas.
Mientras tanto todos los años en Atenas se dedicaban a la diosa Atenea unas fiestas con índole religioso y deportivo. En dichos juegos, Andrógeno hijo del rey Minos participó y destacó como un atleta sobresaliente venciendo a todos sus competidores. Egeo celoso y lleno de envidia porque su reino vecino ganara en su propia casa, invitó Andrógeno a que fuera a matar al toro de Maratón en la propia tierra de su padre (Creta). Andrógeno confiado y orgulloso aceptó, sin embargo el animal quien el propio Poseidón saco del mar para que su padre lo inmolara en honor al Dios y que debido a su grandeza y belleza Minos se arrepintió, acabo matando al joven atleta hijo del rey.
Las noticias de lo ocurrido llegaron a oídos de su padre el rey Minos quien lleno de rabia por la muerte de su vástago decidió invadir la región de Ática perteneciente al rey Egeo. Tras ganar la guerra y quedar exhausta Atenas, el rey Minos al firmar la paz exigió un gravamen en tributo por la muerte de su hijo. Éste impuso al rey de Atenas cada año a que siete hombres jóvenes y siete mujeres de las clases sociales más altas del reino vencido debían ser ofrecidos al Minotauro dentro de su laberinto bajo el propio castillo Minos.
Los años pasaron y Atenas no podía salir de la crisis por el conflicto militar que mantuvo con Creta. Teseo hijo de la relación entre Egeo y Etra creció y ya siendo un hombre que destacaba desde su juventud por su fuerza y su valentía se vio preparado para viajar a Atenas como en su día quedo su padre con su madre. Él, en solitario encomendó un viaje donde soñaba y deseaba emular las hazañas de su admirado y amigo Hércules ó Heracles.
Teseo no lo tuvo fácil en su viaje, pues se encontró con innumerables pruebas donde personajes que extorsionaban y chantajeaban a los habitantes del pueblo griego se enfrentaron contra él. Perífetes que con su maza aplastaba a todo el que se le acercara, el gigante Sinis que en Corinto mataba a quien se le acercaba con los troncos que el mismo afilaba de los pinos que arrancaba, Esciro quien despeñaba a todo aquel quien se disponía a lavarle los pies siendo obligado a ello por su fuerza, el campeón de lucha Cerción, o Procusto famoso gigante que recibía a sus huéspedes y cuando éstos estaban descansando en la cama, o le cortaba las partes del cuerpo que sobresalieran del colchón o estiraba los miembros si éstos no llegaban a medir con exactitud la longitud de la cama. Con todo ello, llegó a Atenas, donde los sobrinos de su padre encabezado por Palántidas (sus primos) junto con su madrastra Medea querían acabar con su vida tras conocer que estaba en dicha ciudad. Medea astuta mujer que conocía las hazañas de Teseo lo retó jugando con su audacia a capturar al toro de Maratón, con el objetivo de que el propio animal acabara con él. Pero, no fue así, fue Teseo el que terminó capturando a la bestia y sacrificándola al Dios Apolo en su honor. También entró en juego con Jasón y los Argonautas para buscar del Vellocino de Oro, pero eso ya sería otra historia.
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Pero sin duda alguna, su mayor reto, su mayor proeza o prueba no fue otra que librar a la Isla de Creta del famoso Minotaruro. Para ello se inscribió como uno de los siete jóvenes que se ofrecían en sacrificio a la bestia. Su padre y rey de Atenas Egeo muy preocupado no quería apreciar la muerte de su hijo, por lo que quedó con él en que si lograba vencer al Minotauro, izaría velas blancas, pero si éste era derrotado y muerto, izarían velas negras en señal de luto. De este modo el rey sabría qué suerte había corrido su hijo. Teseo, ya en su camino por el laberinto construido por el famoso Dédalo, consiguió con la ayuda de Ariadne joven de la que estaba enamorado hija del rey Minos, no perderse al atar un hilo rojo a la puerta de la entrada del mismo, para una vez habiendo vencido al Minotauro, poder salir de tan laboriosos pasajes.
De regreso a Atenas en su barco ya habiendo derrotado al Minotauro y liberando a Grecia de tal ofrenda al rey Minos. Teseo por la emoción de las hazañas, así como por dejar atrás Ariadne, olvidó colocar las velas blancas en su navío, por lo que Egeo al ver en el horizonte las velas negras decidió suicidarse al creer que su hijo Teseo había muerto. Es entonces cuando dicho mar lleva su nombre, el mar Egeo.
A la llegada de Teseo a Atenas y con la muerte de su padre Egeo, fue proclamado como rey. Es entonces, en conmemoración por sus proezas, cuando su pueblo decidió cuidar el barco donde Teseo regreso para liberar a su pueblo. El navío quedó atracado años y años, décadas y décadas. Debido a ello, las partes del barco por el paso del tiempo que se descomponían, eran sustituidas por otras nuevas con una exactitud asombrosa, hasta que llegó el momento en el que el barco que sin duda era igual en el que Teseo navegó, pero a la vez y por la sustitución de todas sus piezas, no era el mismo.
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Fue así cuando nos surge el título del siguiente texto con dicha paradoja, ¿el paso del tiempo hace que siempre tengamos la misma identidad pese a que seamos la misma persona?. Sin duda alguna, nos da para reflexionar. ¿Y tú, qué piensas?