Somos samuráis
Ninguna cámara pude grabar todo el tiempo, toda una vida; pero los ojos y el corazón sí. A veces, cuando voy en bicicleta al trabajo, a las 5 de la mañana, y el sol, aquí en Reykjavík, luce en lo más alto, me gustaría compartir esos momentos con vosotros. Sin embargo, no hay cámara que pueda captar los sentimientos. La vida es bella, melancolica e impredecible. Nos empeñamos en decir que merece la pena, no obstante, requiere un gran sacrificio. Somos una especie de samuráis afrontando ciertas pruebas. Nunca perdáis el valor ni la sonrisa ante las desavenencias, hasta la muerte.