SOSTENIBILIDAD EMPRESARIAL: ¿COMPAÑÍAS VS. TRABAJADORES?
Parecen lejanas aquellas cenas navideñas en las que el gerente reunió al personal para agradecer por los objetivos alcanzados y reafirmar la importancia de la pertenencia de cada trabajador a aquella gran familia. El Covid-19 llegó tan rápido que no alcanzamos ni a recoger la lonchera de nuestras oficinas, pues, debimos encerrarnos en nuestros hogares a teletrabajar, agradeciendo que aún podíamos hacerlo y que cada día amanecíamos vivos. Lastimosamente, esa no fue la suerte de muchos (+).
Superada esa primera etapa de “supervivencia” y aún sin vislumbrar el alcance de la pandemia no solo en la salud sino en lo económico, el Gobierno sin mayor fundamento legal garantizó que “no habrá despidos” y el Ministerio del Trabajo (“MDT”) expidió normativa recordando las medidas —ninguna nueva, pues todas preexistían— que los empleadores podrían acoger. Luego, algún abogado recordó y promocionó (no lo hizo el propio MDT) la vigencia del Art. 169, n. 6 del Código del Trabajo. En este punto empezaron los despidos masivos y el “sálvese quien pueda”.
Pero volvamos a aquella gran familia. ¿Fue una palabra vacía? No. El boom de las escuelas de negocio, el éxito de las megacorporaciones digitales (v. gr. Google), así como la doctrina más autorizada[1] rediseñaron completamente la noción de empresa: ya no se trataba simplemente de “tener satisfecho al cliente”, y la creencia de que los empleados son sólo un número para la compañía se convirtió en una idea anacrónica. Se descubrió la importancia de los stakeholders o grupos de interés [2] y su impacto en la sostenibilidad del negocio a largo plazo. En efecto, una empresa sin capacidad de retención de talento, con proveedores descontentos y al margen del cumplimiento regulatorio, es una bomba de tiempo.
Son pocas las empresas que han logrado comprender el alcance de que sus trabajadores sean sus stakeholders claves. Más triste aun es descubrir que todavía hay gerentes que se pregunten por qué sus empleados utilizan los secretos empresariales a pesar de los NDAs cuando la respuesta es tan simple como: (i) no han sabido construir una verdadera cultura empresarial; y, (ii) no han invertido —pues cuesta— en lealtad laboral.
Nos enfrentamos a la crisis del “sálvense quien pueda”: la empresa evitando la fuga de liquidez, el trabajador reacio a negociar para garantizar su indemnización, el Gobierno ofreciendo promesas utópicas y omitiendo publicitar medidas para evitar el coste político: pues sí, al igual que el “despido por fuerza mayor”, hay otras medidas —vigentes— que no han sido promocionadas, por ejemplo, la licencia sin sueldo o el acuerdo de no recuperación.
Es evidente que en más de un caso será necesaria la reducción de personal, pero hoy más que nunca pienso que debemos pausar o, por lo menos, redireccionar la clásica lucha “por los derechos laborales”. Es momento de convertir el “sálvense quien pueda” en “salvémonos juntos”. Es momento de que empresarios y trabajadores, nos aunemos en la lucha contra los impactos del Covid-19 y replanteemos nuestros horizontes. Ante la inevitable incertidumbre jurídica generada por la pandemia quizá la solución más salomónica para la sostenibilidad de los negocios a largo plazo sea buscar auténticos acuerdos de buena fe entre empresarios y trabajadores.
Por tanto, considero que las decisiones que ahora deberán tomar los empresarios no pueden ser realizadas solo desde el punto de vista jurídico, es decir, escogiendo alguna de las —promocionadas o no— medidas laborales para mitigar una “contingencia legal”. Sino, sobre todo, deben ser realizadas desde el punto de vista estratégico, es decir, con un enfoque en la sostenibilidad integral a largo plazo de todos los miembros que componen aquella gran familia. Recordemos que “ningún mar en calma hizo experto a un marinero”. Aprovechemos esta oportunidad para ser creativos y rediseñar nuestras instituciones. Solo así saldremos de esta crisis con empresas más sólidas y stakeholders más comprometidos.
Por: Roberto Molina Ruales
[1] Para la formulación de la teoría de los stakeholders, ver: R.E. Freeman: Strategic management. A Stakeholder Approach. Pitman, London 1984; T. Donaldson/L. Preston: “The Stakeholder Theory of the Corporation: concepts, evidence and implications” en Academy of Management Review; vol 20, 65-91; T.M. Jones / A. C. Wicks / R.E. Freeman: “The state of the art” in N. E. Bowie (ed): The Blackwell Guide to Business Ethics. Blackwell Publisher, Oxford, 2002, 19-37.
[2] En el ámbito empresarial, significan ‘interesados’ o ‘partes interesadas’, y se refieren a todas aquellas personas u organizaciones afectadas por las actividades y las decisiones de una empresa. Más información en www.significados.com/stakeholder/
Miembro del comité ejecutivo en IAB
4 añosmuy buen artículo...
Socio gerente en Randall Consultores
4 añosUn análisis extremadamente interesante el que planteas mi querido Roberto, al mismo le añadiría la necesidad imperativa de que la empresa efectúe un trabajo en tres pasos (así lo he considerado mas eficiente): (1) Planificación: donde se debe tomar en consideración no solo elementos económicos básicos sino justamente la naturaleza del valor de inversión generada en el capital humano, con el fin de que en la ponderación final (previo al segundo paso) sea mucho más precisa. (2) Preparación, previo a buscar acuerdos o tomar decisiones la empresa debe prepararse para mitigar todos los contingentes que a consecuencia de dicha decisión se presenten. (3) Ejecución: en este paso es donde se podrá a prueba a los administradores y a su equipo por un lado y por otro a los trabajadores, donde en búsqueda, de las mejores soluciones nos olvidemos de esa idea (para mi punto de vista falacia) de una relación naturalmente desigual entre empleado y empleador y se tenga como objetivo el mayor mantenimiento de plazas de empleo pero a su vez el sostenimiento de las empresas en el tiempo (si el mantener el negocio es mas costoso que cerrarlo es evidente que las empresas cerraran sus puertas).