SUPERFICIE – SUPERFICIE “Tensión superficial”
No hablo de misiles. Ni de sofisticadas armas de combate, afortunadamente. Tampoco de leyes físicas. Tan solo del mundo en que vivo...
Fui a comprar un arbolito de cerezo para regalar a mi mujer. Le gustan sus flores en primavera. Le gustan las cerezas. Y a mí me gusta ella. En el vivero encuentro más de una docena de ejemplares de diferentes especies.
– ¿Cuál me recomienda para tener cerezas en casa? – pregunto a un empleado.
– Cualquiera de ellos le sirve – me contesta.
Al acercarme a caja, el señor que me atiende me dice que si quiero obtener cerezas, es necesario comprar dos cerezos. Y ponerlos cerca uno del otro, porque con uno solo no se consigue la polinización imprescindible para obtener frutos. Voy a por otro. Pago los dos. Y me los llevo. Busco información después en mi ordenador. Descubro que hay especies “autofértiles” que no necesitan tener otro cerezo cerca para dar fruto. También aprendo que existe un delicado juego de compatibilidades de polinización entre las variedades de cerezo, de manera que no todas las especies sirven para cada una de las otras. Tengo ahora dos cerezos en mi pequeño jardincillo. Me quedé en la superficie: no estoy seguro de si esta primavera podré recoger cerezas para mi mujer...
Mi coche me avisó de nivel bajo en el anticongelante. Eché un vistazo en internet sobre esto antes de ir a comprar el producto. Comprobé que existen diferentes clases, con diferentes especificaciones, diferentes temperaturas de trabajo, diferentes colores. Me interno en la sección de accesorios del automóvil de una gran superficie. Y compruebo ambos extremos: es, sin duda, grande; es, también, “superficie”. Yo sé muy poco sobre esto; quien me atiende con amabilidad, me temo que menos todavía: navega claramente “en superficie”.
Mi bonita maceta de pelargonium está siendo objeto de un ataque despiadado de “cochinilla blanca”. Sé que es cochinilla blanca porque he profundizado algo en las fuentes de conocimiento a mi alcance. Mi mujer pide en el establecimiento especializado un producto que acabe con el ataque. “Éste es el mejor”, le comenta el dependiente mientras le cobra con cierto desparpajo. A los tres días de pulverizarlo sobre la planta, no apreciamos progreso alguno. Antes al contrario, las cochinillas parecen haberse venido arriba con cierta desvergüenza. La etiqueta del producto -que escudriño ahora con detalle-, revela que es eficaz contra ácaros, pulgones y seis o siete agentes patógenos adicionales. Y nada -absolutamente nada- menciona sobre la “cochinilla blanca”… Me faltó profundidad.
Un cliente y amigo mío está interesado en comprar una parcela. Lo acompaño a verla. Forma parte de un terreno mucho más grande que la engloba. Quien nos la enseña no ha preparado la visita: no sabe definir con precisión los límites exactos de lo que vende. Se pierde en tan grande superficie...
Me reúno con una persona de una entidad de previsión. Le había avisado mi visita y mis necesidades de asesoramiento sobre cuestiones muy concretas. No ha preparado la reunión conmigo. No conoce aquello sobre lo que le pregunto. A los cinco minutos comprendo que navega, desahogadamente, “en superficie”. Y a los seis, en cuanto me descuido, que me está dando da lecciones magistrales sobre un asunto que desconoce de manera palmaria. Su ignorancia es preocupante. Y superficial.
Escucho una tertulia en un medio sobre una cuestión financiera que conozco con cierto detalle. Hablan con la aplastante seguridad en sí mismos que solo suele acompañar al genuino indocumentado. Oyen campanas. No saben dónde. Tampoco creo que les interese demasiado. Y se deslizan cómodamente por la superficie…
Los sondeos de opinión incluyen un apartado que recoge el porcentaje de encuestados que “no saben/no contestan”. Nada dicen, sin embargo, sobre aquellos que “no saben, pero sí contestan”. Y me temo que es un grupo con cierto peso en el universo total del trabajo demoscópico.
Los artículos de prensa on line con frecuencia te advierten del tiempo de lectura. Parecen sugerirte: “No me leas; te costaré más de cinco minutos de esfuerzo”. Que es casi lo mismo que decir: “no profundices; mantente en la superficie comodona y estéril”
Personas con graves problemas de comprensión lectora, que no tienen ni la más remota idea de quiénes son Flaubert, Mann, Collins, Galdós, o Faulkner, recortan y corrigen textos escritos por quien al menos profundizó algo en este mundo de las letras. “Aquí meto yo el lápiz”, dicen con insolencia. Desconocen lo profundo. Se manejan bien en superficie.
Cuando ya no eres joven -como me ocurre a mí-, tienes más facilidad para apreciar los matices del discurso que te dirigen. Te basta con escuchar “la música” de la palabra de quien la pronuncia para detectar si habla desde el conocimiento profundo, o si, por el contrario, chapotea en la superficial ignorancia.
Perdido en mis pensamientos, reflexiono sobre lo profundo y lo superficial. Y me veo arrastrado por un torbellino de cierta lucidez...
Suponer es superficie; saber es profundidad.
La sutileza es profunda; la tosquedad, superficial.
Parecer es superficial; ser, es profundo.
Profundidad es respeto; superficialidad es desahogo.
Osadía es superficie; sabiduría es profundidad.
Emocionarse es ser profundo; ser insensible es ser superficial.
Ser cariñoso es ser profundo; ser áspero es ser superficial.
Estudiar es profundidad; ojear (mirar de manera superficial) y hojear (pasar las hojas) son superficie.
Profundidad es prudencia; superficialidad es osadía.
Ser educado es ser profundo; ser grosero es ser superficial.
Ser amable es ser profundo; ser maleducado es ser superficial.
Tener delicadeza es tener profundidad; ser hosco es ser superficial.
En la superficie, impera la pereza. En la profundidad, el esfuerzo.
La poesía, la música, el arte son profundidad; el mal gusto, la ignorancia, la zafiedad, pura superficie.
La belleza es profunda; la fealdad, superficial.
La generosidad es profunda; el egoísmo, superficial.
El bien es profundo; el mal es superficial.
El amor es profundo; el odio malvive en la superficie.
La virtud es profunda; el vicio, superficial.
La compasión es profunda; la crueldad, superficial.
El perdón es profundo; el rencor superficial.
La lealtad es profunda; la traición superficial.
La humildad es profunda; la vanidad, superficial.
La calma es profunda; ¿y la tensión?… la tensión, superficial...
Superficie, superficie. Predomina la superficie. Y quizá todo es fruto de la pereza. Uno de los llamados “pecados capitales”, que no se llamaron así porque fueran más importantes, sino porque, a través de ellos, llegan otros pecados más graves. Pero ¿quién profundiza hoy algo sobre esto…?
Escribo este artículo -lo confieso- sin haber profundizado lo suficiente: no he leído ningún libro sobre la materia, no he realizado ningún sondeo de opinión, no he asistido a conferencia ni a debate alguno sobre ello… Simplemente vivo, observo, escucho, pienso y siento. Quizá yo mismo he sucumbido al ambiente que me rodea al escribirlo: no sé si este es el síndrome de la “tensión superficial”, o simplemente me invento esta dolencia porque me gusta este juego de palabras para mi comentario de hoy. Solo sé que necesito mayor profundidad. Y vienen a mi mente las películas de submarinos de mi infancia:
¡Abajo periscopio! ¡Cerrad escotillas! ¡Aúúúúaaaa! ¡Aúúúúaaa! ¡Inmersión! ¡Inmersión!
¡Feliz -¡y profundo!- año nuevo, queridos amigos Linkedin!
ESTEBAN SALMERÓN
“Y es indudable que la división más radical que cabe hacer de la humanidad es ésta, en dos clases de criaturas: las que se exigen mucho y acumulan sobre sí mismas dificultades y deberes, y las que no se exigen nada especial, sino que para ellas vivir es ser en cada instante lo que ya son, sin esfuerzo de perfección sobre sí mismas, boyas que van a la deriva.”
José Ortega y Gasset
“La rebelión de las masas”
Banco Santander
5 añosGran reflexion Señor,!
Profesional de Seguros
5 añosExcelentes reflexiones y sin superficialidad, más bien bastante profundas. Un abrazo
gerente en TRIEDRE MOBILIARI - TRIEDRE BULTHAUP ANDORRA
5 años👏👏👏👏👏
Banquero Privado Senior, EFA
5 añosQuerido Esteban, magnifica reflexion y magnificas palabras. Nunca defraudas, en tí no existe la superficie amigo! Un abrazo
Abogado y Administrador Concursal
5 añosFelicidades Esteban. Has descrito con suave pluma el fenómeno de la sociedad “líquida” de que habla Bauman. Un placer volver a leerte.