Sustentabilidad económica y financiera en tu emprendimiento

Cuando se trata de analizar la sustentabilidad de un proyecto o empresa debemos tener en cuenta varios factores: la competencia, la innovación tecnológica, el mercado local e internacional, la rentabilidad y el equilibrio financiero.

El equilibrio financiero es posible siempre a través de recursos propios o financiación externa, y podemos tener un proyecto financieramente equilibrado durante un tiempo pero no podemos tener un proyecto sustentable si económicamente no es viable.

Como medimos la viabilidad económica de un proyecto? En el corto y mediano plazo hay dos indicadores claves, primero el MB (Margen bruto), que es el margen de ventas, deducidos los costos directos de la misma y segundo el Resultado Operativo o EBIT (earnings before interest and Tax), que es igual al MB deducidos los gastos fijos. Cuando el primero es positivo y el segundo no, no hay que desesperar, porque en el mediano plazo se puede equilibrar el EBIT mediante un aumento en el volumen de ventas. Pero cuando el primero es negativo, estamos muy cerca de quedar fuera de competencia muy pronto. Eso se puede corregir o bien aumentando el precio de venta, o bien reduciendo costos directos. Difícilmente podamos disminuir los gastos fijos sin afectar el funcionamiento del negocio, por eso al inicio de un emprendimiento podemos buscar que los gastos fijos puedan variabilizarse en función de ventas, atando contratos a resultados, o buscando tercerización de servicios en base a cantidades físicas de producción o ventas.

Si bien no es determinante para analizar la sustentabilidad de un proyecto, siempre tenemos que tener presente el resultado neto, o bottom line, que es la ultima linea luego de deducidas las amortizaciones e intereses. Sin entrar en análisis profundos, podemos ver de dos formas esta ultima línea: una por deducción lineal de patrimonios (Patrimonio Neto al cierre menos Patrimonio Neto al inicio) o directamente por suma lineal de resultados. Aquí debemos poner énfasis en distinguir varias cosas: no mezclar pagos de deuda con gastos, no confundir inversiones con gastos y contemplar amortizaciones desde el momento en que los activos fijos comienzan a funcionar. Las dos formas se validan la una a la otra, por eso la primera te dice cuanto, y la segunda te dice como. El resultado se transforma en un cambio patrimonial y te indica en que se volcó. Es importante hacer esta gimnasia todos los años, con o sin la ayuda del contador, pero hacerlo igual, porque nos da un panorama claro de lo que tenemos y lo que debemos y además nos ayuda a clarificar las cuentas.

Lo que tenemos es nuestro activo y lo que debemos nuestro pasivo. Si tenemos estos dos datos, podemos comparar tasas de rentabilidad. La rentabilidad sobre el activo (promedio activo inicio y cierre) (se la conoce como ROI), es la que genera nuestro negocio, y la rentabilidad pasiva es la que le pagamos a nuestros financistas (bancos y proveedores) y surge de dividir los intereses pasivos sobre las deudas (promedio inicio y cierre). Si la resta es positiva, quiere decir que nuestro Activo está generando más rentabilidad que lo que tiene que pagar. Eso se conoce como apalancamiento positivo. Siempre tenemos que tener presente que esta tasa de rentabilidad neta tiene que superar la tasa de otra inversión libre de riesgo (colocación financiera), porque si eso no se da el capital se va a ir a buscar mejores inversiones.

Finalmente, si querés corroborar donde fue a parar el dinero ganado, siempre tenés que tener en cuenta tus retiros en la cuenta final, restandolo del resultado final o sumandolo como un activo del negocio.


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