¿Te confiarías tu propia vida?

Ser digno de confianza es algo que nos gusta y honra a la mayoría de las personas. Significa que se es una persona fiable, coherente, que busca ser siempre honesta, que cumple con su palabra, que se esmera en hacer las cosas cuidadosamente y se preocupa por solucionar o corregir sus errores a tiempo. Es paciente, sabe comunicarse asertivamente, aceptando solo las tareas que puede realizar y sabe decir no, a las que no puede o quiere; es respetuosa, prudente, discreta, establece y guarda límites, en fin, un sinnúmero de cualidades que pudieran compactarse en una frase: “ser coherente con lo que decimos y hacemos”.

De seguro que encontrarás muchas o todas estas cualidades en ti, pero un error que cometemos es que siempre ponemos el foco en ser confiables para los demás, pero hoy te quiero hacer estás preguntas poniendo el foco en ti mismo: ¿Te confiarías tu propia vida? ¿Qué estas haciendo para cuidar de ti mismo? ¿Qué lugar ocupas en las prioridades de tu vida? ¿Tienes un espacio en tu corazón y en tu agenda para ti mismo? 

No tienes que responder a la carrera, pues estoy segura de que en algún aspecto lo podríamos estar haciendo mejor. Todos somos obras de arte en construcción y es esencial que tengamos un ciclo de autoretroalimentación que nos haga estar constantemente pensando en lo que hemos hecho y en cómo podríamos mejorarlo.

El cuidar de sí mismo es un acto de amor vital para con nosotros mismos, representado en una gran variedad de actividades que la persona realiza para resguardar y mantener su existencia. Pero más allá de las necesidades básicas, también cuidar de sí es cuidar nuestros pensamientos, actitudes, comportamientos, emociones, valores, sueños, desarrollo personal… 

Antes de ser confiables para los demás, es importante ser confiables para nosotros mismos: mirarnos con ternura, calidez, comprensión y con amor; aceptándonos, valorándonos, alegrándonos de nuestros triunfos, cualidades, conquistas y mirar con misericordia esperanzada nuestros errores, faltas, fallos, debilidades… 

Para confiarnos nuestra propia vida tiene que ver con irnos encontrando cada vez más a gusto en nuestra propia piel. El camino para aprender la sabiduría del cuidado de nosotros mismos pasa necesariamente por la reconciliación y amor compasivo y tolerante con nosotros; se crece desde el amor, no desde la culpa, el rechazo, el idealismo o el voluntarismo estéril. Solo desde el amor a uno mismo es posible amar de verdad a los demás. 

Autocultivar la confianza de cuidar de nuestra propia existencia tiene que ver con una sana autoestima que es un ingrediente necesario para llegar a ser uno mismo. 

Somos confiables para nosotros cuando tenemos la capacidad de concedernos libertad emocional, saber responsabilizarnos de nuestras vidas, de nuestras elecciones, asumir que nadie tiene que hacerse cargo de la satisfacción de nuestras necesidades, asumir nuestras frustraciones y fracasos; darnos derecho a equivocarnos y aprender de los propios errores.

En consecuencia, el cuidar de sí lo podemos sintetizar: 

Saber exactamente qué es lo que se quiere y centrarse en ello, realizando y ejecutando un plan de acción.

Ser conscientes y agradecidos de lo que poseemos y de lo que somos.

Vivir sin miedo a equivocarnos: Somos humanos imperfectos y frágiles ante las eventualidades de la vida.

Cuidar de mí (cuerpo, mente, corazón y espíritu).

Tener mente positiva.

No tengas miedo de quedarte a solas contigo mismo, de nutrirte en todos los sentidos, porque si quieres dar lo mejor de ti a los demás y no llenas tu propio vaso quedarás vacío. Entonces llegará la insatisfacción, la frustración y la tristeza. ¿De qué sirve ser confiable para los demás si tú no eres confiable contigo mismo? Hay que mantener un límite, un equilibrio. 

Hasta la próxima vez,

“Entrena tu ser, comienza tu hacer”

Mi propósito con esta columna es que puedas aplicar cambios positivos en tu día a día que te llevarán a mejorar tu bienestar, mejorar tu rendimiento desde el ser y lograr tus objetivos personales y profesionales.