¿Te imaginas un mundo organizacional sin conflictos?
¿No? Yo tampoco. Me parecería triste, pobre, enmudecido por la ley del miedo y otras voces terribles.
Un conflicto parece una realidad inevitable. Podría ser algo así como intentar crecer evitando la "edad del pavo"; imposible, siempre llega. Una no se libra de su visita, y más vale que llegue temprano que tarde. El conflicto es consustancial a la naturaleza humana pero ¿te imaginas una organización en la que un debate, una diferencia de percepción, de visión, no termine en conflicto?
Yo decía en una ocasión que he crecido en una familia en la que tener razón era importante. Al final, el valor de lo que se debatía pasaba a un segundo plano. La intensidad en la defensa del argumento y la defensa del contra argumento llevaba al previsible escenario y el desenlace estaba servido. Con el paso del tiempo he aprendido (y sigo aprendiendo) a vivir en la "prevención" y no tanto en la "emergencia". Me explico.
Cuando la intensidad de las defensas férreas de cada visión particular aumenta y estalla, lo único que nos queda es llamar al 112 y arreglar lo que quede por arreglar. Llega una persona experta y dirime el conflicto para "apagar el fuego" y hacer lo que pueda con lo que resta (y ha restado). Las malas experiencias en este sentido, nos pueden llevar a pensar que no queremos volver a pisar los rescoldos de aquello que queríamos, nos importaba (una persona, un valor, un grupo) y perdimos. Por eso, conforme avanzamos en la vida, vamos llenando la mochila de herramientas, de trucos, hasta de consejillos para aguantarnos las ganas de luchar por nuestro espacio de certeza. Podemos llegar, en esos casos, a rozar la parte de verdad que tiene el otro y hasta abrir nuestro corazón a nuevas y curiosas emociones que nos acercan, quizá no a su opinión, sí a su ser.
He vivido esto y confieso que cuesta. La prevención es un camino más largo y difícil. A veces tenemos la tentación de dejarnos llevar por el desahogo, por el “opiniocidio” que, acomodado en la futura “conciencia tranquila”, destapa la caja despertando a Pandora con el vendaval.
También confieso que las pocas veces que he llegado a habitar el mundo de la “prevención”, identificando los posibles peligros, evitando el “chispazo”, buscando más allá de lo que mis sentidos engañados querían captar, he hallado oportunidades para crecer. Disfrutar de este lugar supone entrenarnos mucho para alcanzarlo, para caminarlo y para no tirar la toalla antes de tiempo.
¿Te imaginas una organización en la que las personas crecen sin miedo al conflicto? El diálogo, el diálogo en su más amplio sentido, como actitud y como herramienta, nos ayuda a lograrlo.
¿Te atreves a imaginar?
Psicólogo y Formador.
6 añosGracias Maider! Claridad. "A veces tenemos la tentación de dejarnos llevar por el desahogo, por el “opiniocidio” que, acomodado en la futura “conciencia tranquila”, destapa la caja despertando a Pandora con el vendaval"