"¿Te llevas bien contigo mism@?"

"¿Te llevas bien contigo mism@?"

Hace unos días, mientras la hija de una compañera de trabajo, de 12 o 13 años, rondaba por el club y yo estaba sumido en mis pensamientos, decidí hacerle una pregunta que podría parecer sencilla para un adulto, pero sabía que con su "adulta" inocencia me daría mucho juego: “¿Te llevas bien contigo misma?”. La niña, que ha pasado mucho tiempo “aguantando” entre máquinas, clases de fitness y madrugones mientras acompaña a su madre en este maravilloso mundo, me dio una serie de respuestas que me dejaron reflexionando durante horas. Y cuanto más lo pensaba, más claro tenía que, para poder ser cualquier cosa para los demás —un buen líder, padre, novio, amigo, entrenador o incluso compañero—, primero hay que aprender a llevarse bien con uno mismo.

En el día a día, muchos de nosotros vivimos con la idea de que lo más importante es cumplir con los demás: ser buenos en nuestro trabajo, buenos hijos, buenos padres, buenos amigos. Nos exigimos ser “todo” para todos, y en el proceso, muchas veces descuidamos la relación más importante de todas: la que tenemos con nosotros mismos.

Recuerdo momentos en que, como jefe, intentaba motivar a mi equipo, transmitirles seguridad y confianza. Pero, en el fondo, yo mismo no me sentía bien conmigo, dudaba de mis propias capacidades y me exigía más de lo que podía dar. Ese desgaste se filtraba en todo lo que hacía. Por mucho que intentara inspirar a los demás, mis propias inseguridades acababan reflejándose en el equipo. Ahí fue cuando entendí que, si no era capaz de creer en mí mismo y cuidarme, sería difícil realmente ayudar a otros a crecer y a sentirse bien.

Algo similar me pasó en mis relaciones personales. Recuerdo culparme por no ser el mejor amigo, el novio perfecto, el hijo ideal. Intentaba estar a la altura de todas las expectativas, y cuando no lo lograba, el autocastigo era implacable. Me daba cuenta de que, mientras más me esforzaba en cumplir con lo que creía que los demás esperaban de mí, menos satisfecho me sentía con quien era. Estaba atrapado en un ciclo de buscar aprobación externa sin darme a mí mismo la comprensión y el apoyo que tanto necesitaba.

Hace meses, en un momento de introspección, entendí que había estado enfocando mi energía hacia fuera sin haber trabajado lo suficiente en mi relación interna. Me di cuenta de que no puedes ofrecer apoyo auténtico, comprensión y empatía a otros si no te los ofreces primero a ti mismo. Esto aplica para todos los roles que desempeñamos en la vida: como padres, entrenadores, jefes o amigos. No podemos dar lo que no tenemos dentro.

Así que decidí empezar a aceptar mis imperfecciones y permitirme equivocarme sin ser tan duro conmigo mismo. Descubrí que “llevarse bien con uno mismo” es hablarse con amabilidad, ser paciente y aceptar que no siempre podemos estar al 100 %.

Durante muchos años, me castigué por no ser el mejor hijo, amigo, novio e incluso jefe. Pero comprendí que el problema no era no cumplir esas expectativas; el problema era que no hay nada más importante que llevarme bien conmigo mismo. Solo así puedo ofrecer algo auténtico y valioso a los demás.

Inicia sesión para ver o añadir un comentario.

Más artículos de Abel Martin Garcia

Otros usuarios han visto

Ver temas