Tengo TDAH y hoy cambiaré la dirección de mi carrera
Cada uno da lo que recibe, y luego recibe lo que da. Nada es más simple, no hay otra norma. Nada se pierde, todo se transforma.
Recientemente descubrí que el Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) forma parte de mi vida. Saberlo ha arrojado luz a muchos rincones oscuros y dado sentido a comportamientos, decisiones y amplificado ciertos rasgos de mi personalidad que creí que aplicaba para todos. Y no, no se preocupen, TikTok no me lo confirmó.
Lo cierto es que también ha significado reordenar la casa (la mente) y mirar hacia lo más profundo del interior, pues a partir del "usted tiene esto" comenzó un peregrinaje doloroso, lleno de misterios, preguntas e incertidumbre que me obligan a pensar en mí antes que todo lo demás; el trabajo, los amigos, la familia y la pareja.
Mi diagnóstico tardío de TDAH a los 28 años
Investigando un poco, tuve que sentarme con mis padres, largo y tendido, para me contaran cómo fue mi infancia, porque, por alguna razón, no recuerdo mayores hitos de esa época. Ellos, en su afán de entender a su hija, me llevaron a múltiples psicólogos —desde los cuatro a los ocho años— que, desde su ignorancia, determinaron que yo era una persona completamente normal, funcional, cuya única pasión era el arte. "Es una etapa, ya se le pasará", pero la etapa me siguió sin parar y, mucho menos, desaparecer.
No me di cuenta de "los síntomas" hasta que, después de casi un año, conseguí trabajo este 2024. Trabajar en una entidad cuyo objetivo es la educación, capacitación y formación profesional me llena de orgullo, aunque, irónicamente, no estoy hecha para el sistema que proponen. Sé que soy una excelente correctora, por lo que me dolió muchísimo recibir devuelta los trabajos que entregaba con una innumerable cantidad de errores y correcciones. "Todo esto son puros descuidos, ¿acaso no le interesa?", me cuestionó mi jefa en un intento por "hacerme reaccionar" cual mamá guatemalteca.
He buscado herramientas, listas de cojeto, colocado post-its en las paredes, computadoras, colocado recordatorios, llevado cuadernos, anotado cada una de las correcciones... Y sigo olvidando detalles, dejando pasar palabras sin tildes, o estructuras contradictorias. Esos errores han llenado de preocupación, frustración y vergüenza a las personas que me eligieron. De alguna forma, las he defraudado por "no cumplir con sus expectativas". Así, los últimos cinco meses han visto en mí un manojo de regaños, presiones y atrasos que perjudican la operación del Departamento.
Por ello, si no tenía problemas de la vista, ni tampoco fisiológicos, entonces traté a la mente como se le trata a un hueso roto: decidí ir con un psiquiatra. Cuando me senté frente a ella, le conté la historia de mi vida y fui vulnerable, suspiró aliviada y, luego de casi una hora de charla, me dijo "tú tienes TDAH, no lo dudes". Acto seguido, me refirió con una especialista en pruebas psicométricas, me dio una orden para sacarme muestras de sangre y realizarme un electroencefalograma y... dos meses después, se corroboró el diagnóstico.
El cambio de dirección de una carrera completa
"Usted tiene TDAH tipo combinado: es hiperactiva, inatenta e impulsiva", expresó la psicóloga mientras me explica lo que había que hacer de ahora en adelante. Una de esas fue que debía renunciar a mi trabajo actual. Me asusté y entré en una enorme crisis. "Sé que le pagan bien, pero el ambiente en donde trabaja no favorece a su salud emocional y mental. Puede aguantar, pero ni los medicamentos ni todas las herramientas del mundo harán que deje de cometer errores. En estos momentos está aferrada a un lugar que, sin querer, refuerza la idea de que usted no sirve." La vi asustada y ella solo me sonrió. "Usted puede ser exitosa sin necesidad de seguir el camino convencional, confíe en mí."
Salí del consultorio devastada, haciéndome mil y un preguntas acerca del futuro y todo lo que debía cambiar, pero en el fondo yo ya sabía que no me quedaba mucho tiempo en mi actual trabajo. Con la poca energía que me quedó, tracé un pequeño plan: renunciar al lugar que tanto me costó entrar.
Nada se pierde, todo se transforma
La psicóloga me sugirió que buscara alternativas de trabajos donde yo pudiera permanecer en casa, tener horarios muy flexibles o que la interacción estuviera centrada en aquello que me apasiona hacer. La Literatura, el arte, escribir, contar historias y compartir son de las cosas que me representan como ser humano. "Sea docente, siga con sus talleres literarios, toque las puertas de los lugares que la recibieron. Explote su talento, porque a pesar de no tener habilidad espacial, numérica o ejecutiva, su capacidad abstracta y vocabulario es muy alta."
Replantear el camino y abandonar un lugar seguro, que te ofrece una calidad de vida decente, una jubilación y una vejez tranquila es abrumador. ¿Si no es aquí, entonces a dónde debo ir? Supongo que es normal que la gente con TDAH les cueste hallarse o encontrarse de alguna manera. Por eso recorren y bifurcan su camino tantas veces como puedan. Allí es donde recuerdo la anécdota de Jorge Drexler quien renunció a su carrera como otorrinolaringólogo para perseguir sus sueños como músico a sus 31 años. Y bueno, lo demás es historia.
¿Cómo concluye mi año laboral 2024?
Búsqueda. Ese es el término correcto que ha estado presente desde enero de este año. Buscar, buscar y buscar sin descanso. Si bien el TDAH no define ni determina el futuro o el destino de alguien, sí interviene biológicamente hablando en muchísimos procesos. Esto no es sinónimo de incapacidad, más bien es una reflexión a que las cosas que yo sueñe tomarán un poco más de tiempo en llegar, en que será natural para mí arrancar de cero de nuevo en otro lado, en cambiar de opinión, en hacerme experta en algo que llamó mi atención, para luego olvidarlo al poco tiempo.
Por el momento, no lo veo como un súper poder —frase trillada que le ponen a cualquier cosa o persona que se salga un poco del guacal y la norma—, más bien es una condición que me ha acompañado toda la vida de forma muy ruidosa y, sin embargo, nadie se dio cuenta. Sin importar a dónde vaya o en dónde haya estado, nada está perdido. Por el contrario, todo se transforma.
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1 mesMe sentí identificada con lo que escribes. A mis 26 años, en un momento que de verdad no podía sobrellevar la cotidianidad y no sabía porqué, una psicóloga y un psiquiatra me indicaron que tenía TDAH. Tal como mencionas: fue luz en cientos de rincones oscuros. La vida profesional no ha sido la misma desde entonces. Dentro de toda la incomprensión que ofrece el mundo, el diagnóstico me brindó todo lo que yo he necesitado comprender para mi desarrollo y crecimiento profesional. Todo marcha bien, y todo se va poniendo mejor.
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1 mesKarin, vos sos una persona genuinamente auténtica buena y pura, a veces es complicado entre lo que sabemos que es bueno y lo que puede ser mejor. Si vas a quedarte o vas a irte siempre habrá un proyecto que cubra tus necesidades y +, a veces encontrarle la solución a todo no lo es todo sino entender que no siempre vamos a estar al “100%” sobre todo después de esos periodos personales abrumadores. Tenes toda mi admiración y se que muchas puertas buenas se te seguirán abriendo. 🚪