¿Vale la pena estar en un club de escritores?
Hoy en día, los clubes son tratados como un pequeño negocio, modesto y casi secreto, que se mueve en el mundo de la exclusividad y el lujo. Por lo general, no tienen un propósito específico, más allá de la de reunir personas con gustos parecidos una vez a la semana, abordar temas de interés y planificar la próxima reunión. Creo que la novedad radica en el nombre anglosajón de turno, el renombre de quién lo imparte y la ubicación.
Ahora, ¡imagínense los malabares que implicaría para un autor! Suena interesante sacar de su «hábitat natural» —recluso en una habitación, con una máquina de escribir, libretas, una computadora y muchos apuntes—, a un escritor y ponerlo a convivir con otros grandes pensadores y creadores de historias. Sin embargo, una fuente problemática que impide este tipo de acercamientos —del cuarto tipo—, se manifiesta por el famoso ego literario.
En el caso de Guatemala, además de que el gremio literario nacional es bastante reducido, no hay verdaderos espacios recreativos para fomentar algo tan maravilloso como eso: escribir. El recelo, la competitividad y la necesidad de ganar territorio son dinámicas que, en lo personal, son nocivas para cultivar un grupo creativo. Por si fuera poco, los autores también están acostumbrados a que la crítica, la práctica y la retroalimentación son innecesarias para avanzar con un gran proyecto como la de escribir un libro.
Entonces, con todo, aparentemente, en contra, ¿cómo se supone que se cree un club de escritores?; pregunta que me planteé antes de terminar el año y proponiéndome una meta nueva: armar ese club.
El «Círculo de escritores en formación»
Construir un espacio creativo significa explorar y planificar. Por un lado, la exploración responde a las necesidades de los autores —que van desde los que aún no han publicado, hasta quienes tienen alguna pieza por ahí—, y, luego de haber dado tantos talleres, entendí que el escritor necesita formación literaria. Si bien la lectura es una herramienta de inspiración útil, lo cierto del caso es que encontrar una voz propia implica alejarse de la historia, entender la estructura del relato y abrazar las palabras para armar algo nuevo.
Por otro lado, ya con una necesidad identificada, hay que planificar el contenido con base en las debilidades de los escritores. Por ejemplo, baso mucho este criterio en mi experiencia como editora. Recuerdo que muchos manuscritos no sobrevivían mi filtro debido a problemas en la narración, la construcción de personajes y detalles vitales en la trama. ¡Claro! No todos los autores cometen el mismo error, pero hay un comportamiento repetitivo en las letras que abarca cosas tan comunes como la gramática y la sintaxis, hasta cosas más complejas como la estilística y tener una voz propia.
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Pero, hay otro público que también se aleja de aventurarse a convivir. No es un secreto que existen cientos de manuales y libros que venden la «fórmula mágica» para escribir un best séller, ¡qué va! Hay que reconocer que existen casos con un talento único, otros son autodidactas y disciplinados, y la mayoría… Tienen suerte. Sin embargo, ninguno garantiza tener el acompañamiento adecuado para construir una historia sólida, fuerte y verosímil —adjetivos que se alejan un poco de la disputa de «lo bueno» y «lo malo».
Con todo este coctel —sí, sin tilde porque acentuamos la «e»—, de escenarios y conocimientos, me puse a trabajar y le propuse a Librería Sophos crear un club de escritores. De cierta forma, evité colocarle el nombre de «escuela de escritores», pues era demasiado ambicioso. Así, nació el «Círculo de escritores en formación» —un nombre largo, lo sé—, con el propósito de ser un acompañamiento, un apoyo y una comunidad que se permita formarse en las letras y, al mismo tiempo, animarse a crear su propio libro.
¿Qué hace diferente este club del montón?
Para ser honesta, los discursos genéricos de “por qué este club es diferente a los demás” sobran. De hecho, esta pregunta debería contestarse con otra: ¿para qué hacer un club así? Y la respuesta es tan simple como pragmática: para crear. El objetivo primordial del Círculo de escritores en formación es construir, de a pocos, una comunidad de autores con ganas de compartir sus experiencias y conocimientos. Si bien la meta final es crear una pieza, lo cierto es que la formación es una competencia dinámica e infinita, lo que significa que nadie terminará de aprender. Pero, ¿qué actividades implica la formación?
Antes de considerar al Círculo de escritores como una pérdida de tiempo o una cortina de humo, recomendaría reflexionar en esto: romper la rutina, dar un salto de fe a hacer algo nuevo, conocer personas diferentes, hablar de lo que uno tanto ama y «escribir» siempre serán una forma de crecer de maneras que no conocíamos.
Bien dicen que escribir un libro es una de las tres cosas que «toda persona debería hacer» al menos una vez en la vida. Entonces, ¿por qué no hacerlo bien?