«A Terminator no lo mató el COVID-19», columna de opinión por Eduardo Ángel, CCO en Grupo Zea 🇨🇴
Hace un par de meses los medios de información estallaron con la llegada de la inteligencia artificial de uso abierto, abriendo el debate entre las ventajas de una nueva herramienta creativa para industrias como la nuestra o la potencial amenaza para muchos empleos que podrían llegar a ser reemplazados por estas tecnologías.
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El mundo se dividió entre los que tomaron esto como otra noticia geek y los que nos hemos detenido a reflexionar y seguir más de cerca el potencial de herramientas para creación de texto e imágenes como Chat GPT, Mid Journey, Dall-E o Stable Diffusion (solo por mencionar las más populares), pero estas en un tiempo récord, han sentado las bases para crear una explosión en la que miles de desarrolladores están lanzando a diario nuevas y más poderosas herramientas capaces de convertir textos, referencias visuales y conversaciones con la máquina en videos, imágenes de alta definición casi indistinguibles de la realidad, procesos hasta ahora dispendiosos, costosos y encomendados a profesionales en ilustración, edición, animación y creación de contenidos.
Es igual que cuando arrancaron los primeros casos de Covid-19 en China, donde desde occidente observábamos, desinformábamos y hasta creábamos memes burlándonos de un tema que parecía una película asiática de zombies, pero que en menos de lo que nos dimos cuenta, terminó convirtiéndose en la primera amenaza global del siglo XXI aniquilando a millones en todo el planeta.
Subestimamos el problema en ese momento y nuevamente lo estamos haciendo. En cuestión de 3 meses de lanzar Chat-GPT 3 que causó tanto revuelo, Chat GPT-4 ya superó exponencialmente la capacidad de su predecesor, haciendo casi indistinguible la conversación con la de un ser humano, creando tareas que a muchos profesionales les tomaría días, semanas o meses y potenciado los resultados de todas las demás aplicaciones de IA disponibles.
Por primera vez en años Microsoft volteó las miradas de los usuarios de Google a su buscador Bing, presionando a Google a liberar apresuradamente su modelo Bard para contener la fuga de usuarios y empezar una nueva guerra por la hegemonía de las IA.
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Esta revolución ya está generando preocupaciones incluso a personajes como Elon Musk, uno de los principales promotores de estas tecnologías quien firmó recientemente una carta junto a otros mil profesionales haciendo un llamado global a detener por meses los avances en IA hasta que los gobiernos legislen y normaticen el uso de estas herramientas, que al ser de dominio público están empezando a ser utilizadas con todo tipo de fines maliciosos. Pero esto son solo pataditas de ahorcado, porque la bestia ya fue liberada.
La ciencia ficción profetizó un futuro en que las máquinas iban a remplazar los trabajos monótonos y las tareas repetitivas; muchos podrán decir que eso no tiene que ver con nosotros, las “mentes creativas”, pero no nos digamos mentiras, cuántas veces hemos llamado “fábrica” o “panadería” a muchos de los trabajos que contratan clientes con nuestras empresas, procesos hasta ahora desarrollados por seres humanos. Ya se está proyectando para 2030 la desaparición entre 400 y 800 millones de empleos a nivel global, esto por supuesto no será ajeno a la publicidad.
Entonces lo que debe preocuparnos como profesionales y como industria es el llamado “reskilling” o recapacitación de habilidades desde todas las áreas y posiciones de las organizaciones. Si no abrazamos y aprendemos a utilizar las IA como herramientas de uso cotidiano para potenciar ideas y eficiencia, la nueva brecha de conocimiento entre profesionales será tan grande que vendrá como el asteroide que aniquiló a los dinosaurios, o mejor como las máquinas de The Matrix resagaron a la humanidad.
Tal vez el próximo paso no sea compartir escritorio con un robot, pero sí con la gran ola de curiosos que están empezando a dominar esta tecnología y quienes podrían ser los verdugos de quienes continúen resolviendo tareas de la misma manera.
El reto que nos viene como profesionales, industria y sociedad es gigante, tendremos que discutir como gremio sobre productividad, tecnología y también capacitación. No podemos dejar de aprender, esa siempre será la base de la innovación. Ahora sí se acabó la era de los que creían que se las sabían todas.