Tranquilo, La IA no es un terminator
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Tranquilo, La IA no es un terminator

Es natural pensar que la ola de automatización e Inteligencia Artificial (IA) es una amenaza para los puestos de trabajo. Pero, puede que no sea así.

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La década que ha iniciado en una coyuntura compleja y difícil para el mundo, vaticina una época de cambios acelerados y nuevas normalidades. Una de ellas está relacionada a la era de la automatización y posicionamiento fuerte de tecnologías como la Inteligencia Artificial (IA), emergiendo en todas las industrias que han visto una necesidad para afrontar las demandas del mercado.

A partir de esta situación, es lógico pensar diversos escenarios e impactos que tiene la adoptación masiva de IA en el mundo laboral, sobre todo desde el punto de vista social, que naturalmente tiende a una percepción amenazante para cualquier trabajador, en aras de reemplazar sus tareas y quedando sin empleo.

Quiero ser muy prudente en manifestar que este escenario no necesariamente debe tener un matiz dramático, ya que se cree que los beneficios de la IA tienen mayor peso que sus posibles consecuencias adversas. Sí, es probable que esto sea cierto, y se puede ir al pasado para darnos una referencia. Cuando el auge del internet se dio en los inicios del nuevo milenio, se tuvo la misma creencia de una ola intimidante de tecnología en los empleos, sin embargo, la tecnología creó millones de puestos de trabajo y en la actualidad comprende una porción significativa del PBI de las potencias mundiales, como el 10% en Estados Unidos.

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Es verdad que una revolución industrial cambiará la forma en que trabajamos y vivimos, siendo más impulsada por la necesidad de enfrentar los retos de hoy conocidos, pero las nuevas tecnologías encabezadas por la IA crearán más puestos de trabajo que los que puede quitarle a la gente. Según el Foro Económico Mundial, en su informe de “El Futuro del empleo 2020” se prevé que para el 2025, 85 millones de empleos se perderán, pero a la vez se crearán 95 millones de nuevos puestos de trabajo, y que para el 2030, la tecnología representará el 26% del PBI mundial. Otro estudio de la consultora PWC, indica que en los próximos años, el 3% de los trabajos serán potencialmente automatizados por IA, producto de una marcha activa de digitalización a causa de Covid-19. Aun así, PWC afirma también que una pérdida de empleo será más compensada por una transición a una economía más grande en el largo plazo que la tecnología hará posible.

Todos estos datos son aquietantes hasta cierto punto, porque no podemos quedarnos de brazos cruzados esperando que se genere un nuevo rol laboral para cada uno sin hacer nada, el otro lado de la balanza que equilibren estas premoniciones es que la demanda de nuevos puestos de trabajo requerirá nuevas habilidades y conocimientos, que desde ya deberían tomarse en cuenta para tomar acciones correspondientes. La fuerza laboral tendrá que capacitarse, y es aquí donde el estado y la empresa privada deberán tomar un rol primordial a fin de apoyar y brindar las facilidades respectivas.

En mi opinión, el uso de la tecnología tiene que ser responsable y racional, no verlo como la solución absoluta ni de lucro obsesivo...

¿Por qué es muy importante tomar consideración de este tema? Los trabajos que son más propensos a ser reemplazados por un robot serán de digitadores, asistentes, operadores de manufactura, es decir, empleos que comprenden salarios no tan bastos para pensar en capacitación continua, con lo que existe una amenaza de brecha digital que lleva obviamente la desigualdad entre quienes tienen el poder adquisitivo de mantenerse actualizados y los que no. En nuestro país, donde ya la desigualdad es una cruda realidad que la historia da razón de ello, es imperioso que especialmente la empresa privada actúe en beneficio tanto de la fuerza laboral existente como de quienes aspiran a ser parte de ella, partiendo del hecho de que esta acción sea visto como una inversión y no un gasto.

La introducción constante de la tecnología en nuestras vidas es un motivo de debate, causan diferencias de pensamientos, sensaciones de resistencia, rechazo o necesidad exagerada según la perspectiva que tenga cada persona. En mi opinión, el uso de la tecnología tiene que ser responsable y racional, no verlo como la solución absoluta ni de lucro obsesivo sino como un medio para potenciar nuestras habilidades y facilitar las cosas de nuestra vida cotidiana. Es difícil ir en contra de esta corriente que avanza a pasos grades, es mejor adaptarnos y tener siempre presente algo que creo nos mantendrá en línea con la evolución del mundo: ni la mejor inteligencia artificial romperá nuestra creatividad y tenacidad para ejercer nuestro derecho de trabajar y vivir mejor, solo de nosotros depende.

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Atilio Torres

Créditos: Foro Económico Mundial.


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