Un Demonio Trabajando
Cuando era joven, me costaba entender los misterios de la economía. ¿Cómo se genera el crecimiento de los países? -preguntaba. Y en todas las respuestas, se incluia el concepto "Trabajo". Pero seguía sin entender: por más que trataba de imaginarme grupos de personas trabajando -de las más variadas maneras-, no siempre visualizaba la misma tasa de crecimiento.
Yo pensaba en dos escenarios. En el primero, veía a todos los trabajadores de un país, juntando piedras en un sitio eriazo. En el segundo, personas realizando labores de variada índole, tal como ocurre -por ejemplo- en Chile. ¿En ambos tendríamos tasas de desarrollo similares? Es casi evidente que no. ¿Y dónde estaría la diferencia entre ambos tipos de trabajo? El asunto no parecía tan evidente, hasta que conocí una paradoja formulada por el gran físico James Maxwell...
El físico escocés proponía lo siguiente "En un sistema cerrado, tenemos dos gases a distinta temperatura y separados por una pared con rendija. Afuera, un demonio abre o cierra la rendija, permitiendo el paso o el no paso de las partículas, agrupándolas en función de su temperatura: más temperatura para un lado, menos, para el otro”. Después de un tiempo, el gas más caliente se volvería aún más caliente, y el más frio, se volvería más frío. Por lo tanto, se violaría la Segunda Ley de la Termodinámica, una de las más poderosas del universo.
Durante más de cien años, diversos genios –incluyendo varios premios Nobeles de Física-, se han detenido a pensar sobre los misterios que encierra esta paradoja formulada por Maxwell. Hoy, tenemos una conclusión simple y elegante: el demonio viola la Segunda Ley gracias a la información que tiene sobre el sistema de partículas. Y aún más interesante: mientras más comprimida sea la data que maneja el demonio, o mientras mejor sea su modelo predictivo para conocer el estado del sistema, más eficiente será en su capacidad para hacer uso de la energía contenida en dicho sistema.
Simple, ¿no? Todos los seres vivos sin excepción hacemos uso de la información para poder ir contra la segunda ley, tal como lo hace el Demonio de Maxwell. Tal vez el ejemplo más nítido en toda la naturaleza sea el de los cambios estructurales que hacen los seres vivos en función de las variaciones de luz día/noche e invierno/verano. Desde vegetales, hasta animales superiores, hacemos uso del conocimiento que tenemos sobre los cambios en la luz, para modificarnos y optimizar así el uso de la energía.
Trabajamos como demonios. Y mientras más comprimidos sean tus modelos, más eficiente serás en el uso de la energía –obtendrás más con menos-. Así es como continua avanzando la evolución y el desarrollo. Así es como crecen los países.