Un viaje a través de la cultura organizacional

La cultura organizacional es un tema increíble y a su vez muy complejo, pues se arraiga en los valores y creencias de todos los que forman parte de la organización; cada una de ellas es distinta, sin embargo, entre más grande sea la organización, las diferentes áreas van generando subculturas, por lo que lograr tener una cultura organizacional clara y acorde a lo que busca la empresa se torna más complejo.

Tener corporativos en diferentes países, franquicias y un alto número de colaboradores difumina ese gran objetivo organizacional y cultural que se busca promover. Las nuevas organizaciones buscan adoptar la cultura que se vive en las grandes empresas, éstas que marcan la tendencia, las buenas prácticas, pero que no necesariamente se alinean a la cultura deseable para la nueva organización.

Mi historia con la cultura organizacional en 2 aprendizajes:

• No todo lo que brilla es oro, recién egresada de la universidad, me di a la tarea de buscar trabajo. Como nunca tuve la necesidad de hacerlo, me pareció una excelente oportunidad la que encontré y decidí tomarla, era una empresa de renombre, apapachada de otra de las empresas más importantes de mi nicho, con viajes incluidos y todo lo que esperaba de un lugar para trabajar. Todo era nuevo y perfecto para mí: me gustaba que reconocieran mi trabajo y era muy cercana con mis jefes, era normal y bien visto en el último día del mes irse de la oficina a las 3 o 4 de la mañana, esperando obtener cosas a gritos y sombrerazos; el mejor vendedor de aquella empresa y del que todos queríamos sus proyectos gritaba y manoteaba, cuestionando a las personas, poniendo en duda sus habilidades, marcando territorio por ser el mejor. En poco tiempo estaba trabajando con empresas importantes, viajando por toda la República Mexicana… ¿qué podría estar mal? Pues bien, no entendía el mundo corporativo, es lo que sí entiendo hoy de esa experiencia.
• Un mal necesario, es una frase que oía seguido atribuyéndola a personas que tienen resultados excepcionales, ahora entiendo que la mayoría de las veces lo logran pisando la integridad de otras personas y viene al caso pues... se dio la oportunidad de emprender un negocio, haciendo alianza con conocidos, ¡y funcionó! Todo andando, vendiendo y trabajando con empresas de todos tamaños; empezamos a contratar personas y aquella cultura en la que nos conocimos empezó a hacerse presente. Me cuestionaba seguido, ¿necesitamos a un vendedor que se sienta inalcanzable en el equipo? Sentía que lo necesitaba, era urgente y prioritario, pues era el aprendizaje cultural que me dejó mi primer contacto con el mundo corporativo. Entre las cosas que queríamos replicar estaban cuestionar al jefe de área si una persona no estaba en su lugar de trabajo: era responsabilidad del jefe saber la ubicación exacta de la persona y su tiempo preciso de regreso, de lo contrario, era evidente que no tenía control sobre su equipo, y así continuaba el gran listado de cosas que fueron pasando de una organización a otra.

Hoy, no me siento orgullosa de mucho de lo que viví, sin embargo, soy responsable y vivo con ese aprendizaje, buscando impulsar con mi gestión otros tipos de cultura organizacional.

Me es grato darme cuenta de que el tema va evolucionando, por moda en algunos casos, por cumplir en otros o de manera genuina, con conocimiento de causa. Los cambios son para bien, pues las personas estamos normalizando ser bien tratadas, buscando nuestro bienestar integral, esperando siempre tener una mejor calidad de vida.

Creo firmemente que la cultura organizacional es un activo intangible, pero de consecuencias palpables, pues se manifiesta en cada interacción y llega a extenderse más allá de las paredes de la empresa. Es la esencia de los comportamientos que se construyen, replican y admite cambios, permitiéndonos, como líderes, tomar aquellas actitudes que mejoren nuestro liderazgo y reflexionar sobre aquello que sólo lo empeora.

Los líderes somos los representantes de la cultura organizacional, y esto, antes que un privilegio, es una responsabilidad, así que, si tienes una posición de liderazgo, pregúntate "cuáles son los valores que se promueven en tu organización", si es letra muerta o en verdad se viven día con día y, por último, si esa cultura es la que deseas seguir reproduciendo, no sólo desde lo laboral, sino considerando también su impacto en tu persona y en las que te rodean.

Teresa López