Una óptima gestión de los recursos hídricos en La Rioja.
NOTA: Redactado a partir del artículo de opinión que sobre el mismo tema me publicó el diario La Rioja el día 6 de octubre de 2023 con el título "El futuro está en el agua".
En uno de los viajes que en mi etapa anterior como director general de recursos hídricos hice a la sede de la Confederación Hidrográfica del Ebro pude observar con detalle el gran mural que adorna uno de los descansillos de la escalera principal.
Este antiguo documento refleja la “Zona Regable con el Pantano de Mansilla” e indica pormenorizadamente las obras realizadas desde 1940 contabilizando las hectáreas que iban a contar con regadío tras la construcción de los canales de ambas márgenes del río Najerilla y el proyectado en aquel momento embalse de Sajazarra.
Desde que la normativa estatal introdujo en 1979 el concepto y desarrollo de la planificación hidrológica se han sucedido varios Planes Hidrológicos en la Cuenca del Ebro y ya desde el primero de ellos, en 1998, el futuro de este embalse se supeditaba a la explotación de un vertedero en la zona proyectada como vaso del reservorio. Rellenado con residuos el hueco del vertedero y clausurado, fue restaurado en fases y devuelto el terreno al Ayuntamiento de Sajazarra en 2022, impidiendo que pueda construirse prácticamente infraestructura alguna en superficie.
Como alternativa se hablaba de la futura construcción de otro embalse en Villagalijo (Burgos), que ya se desechaba en el nuevo Plan de 2014 y de otro embalse en Posadas (Ezcaray) que decayó igualmente, sustituyendo a este último dos balsas en Manzanares y Corporales y el inicio de la explotación de los acuíferos de Pradoluengo-Anguiano y aluvial del Oja.
Se proyectaron también cuatro embalses más, Enciso y Terroba en La Rioja y Cigudosa-Valdeprado y Villarijo en Soria siendo que éste último en el Plan de 2014 había desaparecido sustituyéndose por el de Arroyo Regajo, desde 2023 de gestión autonómica, y la explotación de varios acuíferos subterráneos.
En el Plan de 2016 se localizaban los embalses proyectados en el río Cárdenas más arriba de San Millán de la Cogolla y otro embalse en Robres del Castillo. El de Cigudosa decayó en el actual Plan Hidrológico de Cuenca en 2022.
Con todo lo anterior y sin ánimo de entrar demasiado en detalle, me gustaría dejar patente que la regulación y planificación hidrológica en La Rioja afecta directamente al regadío de miles de hectáreas y, en menor medida, al abastecimiento humano, ayudando a preservar el caudal ecológico de los ríos y en su caso, apoyando a la generación hidroeléctrica que cuenta con una infraestructura en algunos casos amortizada y necesitada de modernización y no de demolición para poder trabajar contra el cambio climático y por qué no, contra la despoblación de nuestra Sierra.
Estos vaivenes en dicha planificación debido a diversas causas normativas y también coyunturales y políticas nos plantean un panorama actual que a priori adolece de capacidad real de almacenamiento de agua mediante embalses para abastecer todos los usos necesarios en nuestra Comunidad.
Entre todos los embalses riojanos se cuenta con una capacidad total de agua embalsada de unos 206 hm3 (teniendo en cuenta que Enciso sigue en fase de pruebas y son 46 hm3 y Terroba no ha llegado ni a esa fase y son 8 hm3 y contabilizando los embalses y balsas autonómicas y municipales de mayor tamaño). Del mismo modo, las necesidades de agua para regadío en La Rioja vienen a ser anualmente de unos 157 hm3 según el INE (dato de la última estadística consolidada).
Podría dar la idea de que, con la capacidad de embalsado de agua en nuestra región, todos los usos principales estarían garantizados. Pero es una falsa sensación ya que incluso en un buen año hidrológico como lo fue el 2022 y en máximos hacia el mes de abril y mayo, la capacidad embalsada estaba un 7% por debajo de la capacidad nominal total.
Además, debemos tener en cuenta que el porcentaje de aterramiento medio de nuestros embalses (o proceso por el cual un embalse se va colmatando con sedimentos transportados por el propio río o por las laderas del mismo), según la Fundación Aquae, da una disminución de la capacidad de almacenamiento media del 16,8% para presas de entre 30 y 50 años y del 27% para presas de más de 50 años.
Esto nos permite decir que nuestros embalses más grandes y también más antiguos Mansilla y González Lacasa, podrían tener una capacidad media de 50 y no 68 hm3 para el primero y 24 y no 33 hm3 para el segundo.
Para Pajares el coeficiente de aterramiento según la misma fuente haría que su capacidad fuera de 29 y no de 35 hm3 y los demás embalses riojanos podemos colegir que, por sus años en explotación o por sus cuencas vertientes, su mengua de capacidad por aterramiento sea inapreciable.
Por lo tanto, reevaluando la capacidad conjunta de los embalses riojanos, nos da una cantidad aproximada de 173 hm3 a carga completa (160 hm3 teniendo en cuenta que ningún año hidrológico se llega al 100% de la capacidad real como se ha comentado), con lo cual sumadas todas sus solicitaciones y teniendo en cuenta por último que la media de los últimos diez años en la época de mayor necesidad de riego para la agricultura, de junio a septiembre, está en el orden de 125 hm3 nominales (155 hm3 en un buen año hidrológico como lo fue el 2022) podemos decir que la capacidad real podría estar en unos 105 hm3 disponibles cuando el agua hace más falta.
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Ya con estos datos, las cuentas no son las mismas. Es necesaria una mayor capacidad de almacenamiento para poder llegar a todos los usos necesarios del agua en La Rioja en la época del año que más se necesita. Este año 2023 ha sido un año de sequía en alguna de nuestras subcuencas y ha traído de cabeza a las administraciones públicas y agricultores buscando una posible solución.
A pesar de que las lluvias de noviembre han paliado el problema por ahora, éste es probable que vuelva cuando hace falta más agua para regadío y volveremos a empezar en 2024.
Desde hace mucho tiempo se ha hablado de usar el agua subterránea de nuestros acuíferos como reservorio aunque la labor de investigación de la parametrización y comportamiento de los mismos deja mucho que desear.
Algún caso de éxito de utilización de las aguas subterráneas ha tenido lugar en la última década como el pozo de abastecimiento de San Torcuato en Ezcaray operativo desde 2016 o alguna otra actuación realizada estos últimos años de captación de agua subterránea mediante pozo en Grávalos, El Rasillo o Alfaro o el proyectado de apoyo al sistema de abastecimiento del Oja en Zorraquín, por ejemplo.
Pero aun así no deja de estar el uso del agua subterránea en nuestra Comunidad muy por debajo del uso del agua superficial.
Todo lo anterior nos debería hacer reflexionar sobre la necesidad de regular en cabecera nuestros ríos y su caudal mediante embalses adecuados al medio. El proyecto de embalse en la cabecera del río Oja tras el estudio de alternativas realizado en 2016 que llevó a licitarlo para la ubicación más favorable, que es junto a la aldea de Urdanta con varias alternativas, decayó en 2018 y posteriormente tras su rescate volvió a decaer en 2020 y podría paliar el déficit de regadío en la cuenca del Oja.
Otros proyectos, como la construcción de un embalse en la cabecera del río Jubera mitigaría los efectos de la sequía en la agricultura del valle y laminaría los efectos de las lluvias torrenciales en municipios aguas abajo como Murillo de Río Leza.
También la mejora de los regadíos para sustituir los 64 hm3/año de riego por gravedad en La Rioja (el 40% de los usos de riego anual en nuestra región) en otro tipo de riego más eficiente y la puesta en marcha inminente del embalse de Enciso y en un futuro próximo del de Terroba, pueden paliar este déficit que ya es más estructural que coyuntural.
Por supuesto que un fuerte aumento en la investigación hidrogeológica para conocer el tamaño exacto, su distribución y cómo funciona nuestro gran embalse subterráneo que conforman los acuíferos calizos de nuestra Comunidad sería de gran utilidad y se podrían plantear proyectos de alto porcentaje de éxito utilizando nuestros recursos hídricos geológicos.
Espero y deseo que la nueva Cátedra de Paisaje, Biodiversidad y Recursos Hídricos de la Universidad de La Rioja logre conocer desde el punto de vista académico cual es la mejor propuesta para este grave problema, la falta de agua cuando más falta hace, que según todos los estudios va a ir a más en los próximos años debido al aumento de las temperaturas y menor pluviometría e innivación y pueda asesorar al Gobierno de La Rioja en la implementación de las mejores soluciones posibles.