Una  buena creatividad sin estrategia no tiene sentido.

Una buena creatividad sin estrategia no tiene sentido.

Cuando construimos una marca no solo se trata de desplegar valores sino de hacerlo de manera efectiva para producir un impacto emocional. Hasta los más simples pueden generar una experiencia cautivadora cuando la usamos de manera correcta. Hoy en este universo digital la creatividad debe ser una respuesta clara a ejecuciones relevantes y apoyadas en la data, y un foco sobre la experiencia del consumidor. Eso es clave para producir entretenimiento, utilidad o resonancia emocional en una audiencia.

Un consumidor busca coherencia de lo que la marca dice que es y la experiencia que tiene cuando se acerca a ella. Si como consumidor no nos vemos reflejados cuando nos relacionamos directamente con la marca, ahí su discurso se cae. Eso es lo que hace que nos quedemos enganchados con la marca o no. Los consumidores piden a las marcas, que sean autenticas. Al consumidor le gusta ver qué es esa marca, como se compromete con la sociedad, que experiencias le ofrece. El consumidor no es tonto, no perdona errores, cuando la marca los comete, es muy difícil que el consumidor vuelva a creer en ella.

Nuestro reconocimiento está en que le guste a la gente, si les gusta a ellos ya tenemos una buena parte del trabajo bien hecho. Cuando ganamos su confianza , ganamos la de nuestro cliente y eso es lo que nos permite apostar por ideas que vallan más allá; debemos conocer el negocio de nuestro cliente, la estrategia y la creatividad deben caminar una al lado de la otra, esa es la clave en este negocio si queremos ser protagonistas para romper la zona de confort de nuestros clientes.

La creatividad sin estrategia no tiene sentido, en este mundo movido por medios digitales, eso es bueno porque nos reta, nos lleva a hacer pruebas, asumir riesgos y a estar atentos para explotar las ventajas en tiempo real. Así segmentar, crear o desarrollar perfiles, pronosticar comportamientos, anticipar necesidades y atribuir resultados, nos empuja a un trabajo mucho más analítico y profundo. Y humaniza las marcas, porque tienen que responder en tiempo real, asumir errores o pedir disculpas cuando sea necesario, siendo creativos y hablando directos, para optimizar la experiencia del usuario. No creen?



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