Una buena historia para compartir...
En menos de un año, casi pierdo la vida... en tres ocasiones.
La primer llamada ocurrió el domingo 7 de julio de 2019. Me encontraba jugando un partido de dobles entre amigos. Era uno de esos juegos en que no está muy comprometida la fuerza y la resistencia y aparentemente no había ninguna fuente de estrés.
Ese día mi visión se tornó gris, les dije a los otros tres jugadores que necesitaba sentarme y así lo hice. La banca estaba a menos de 10 pasos de distancia. Llegué por mi propio pie, le pedí a uno de los boleros que me trajera un suero de los vestidores y un minuto después ya no supe de mí.
Cuando recuperé la consciencia, había tres paramédicos atendiéndome: uno me colocaba la mascarilla con oxígeno, otro me medía la presión arterial y otro me estaba midiendo la glucosa.
No recuerdo si me dieron algún medicamento o algún dulce. Lo que sí recuerdo con bastante claridad, es que salí caminando sin asistencia y acompañado de mi familia. Bajé a desayunar, (el desayuno me cayó bien), subí escaleras para llegar hasta el estacionamiento y salí manejando.
Me pareció algo extraño lo ocurrido, puesto que ese día y los siguientes ni siquiera tuve un ligero dolor de cabeza.
Casi seis meses después ocurrió algo peor...
El sábado 4 de enero de 2020 acudimos a un rancho que se encuentra a menos de 30 minutos de donde vivía puesto que fuimos invitados a una comida para festejar el cumpleaños de un familiar.
Unos 20 minutos después de terminar de comer los ricos tacos de bistec que me sirvieron, el más pequeño de mis dos niños y un par de primitos me insistían constantemente que los llevara a "ver a los puerquitos" (en dicho lugar hay crianza de cerdo para consumo humano). Los llevé a hacer el recorrido y cuando venía de regreso comencé a sentirme muy mal.
Nuevamente, mi visión se obscureció y de repente me desconecté y terminé con la cara clavada en la tierra. Mi niño vió lo ocurrido y corrió a pedir auxilio.
Unos 20 minutos más tarde desperté. Mi cuñado estaba manejando rumbo al hospital, mi esposa iba en el asiento del copiloto y un sobrino estaba sentado junto a mí. Por fortuna y por desgracia, no necesitaba preguntar qué había pasado ni hacia dónde nos dirigíamos.
En el hospital, nuevamente solamente me suministraron oxígeno y me midieron la presión y la glucosa. Llegamos a casa en taxi y no tuve ningún problema o malestar adicional ese día ni los subsiguientes.
¿Qué ocurrió en el tercer evento? ¿Qué decían los médicos? ¿Estaba destinado a sufrir estos "eventos"? ¿Moriría a edad "temprana"?
Unos cuantos días después del segundo evento mi corazón se detuvo por unos segundos, pero ésta vez me encontraba con un montón de electrodos conectados al pecho, una asistente midiendo constantemente mi presión arterial y mi cardiólogo observando las lecturas de los aparatos para monitorear el comportamiento de todo mi sistema cardiovascular durante la prueba. La prueba que realizó el cardiólogo se llama "mesa inclinada" y al parecer era el estudio más importante al que debí someterme en julio 2019. (Puesto que ninguno de los varios estudios que me realizaron aportó información relevante para que él pudiera diagnosticar).
El cardiólogo me entregó una receta con un medicamento y tres recomendaciones. Minutos más tarde, nos pidió que nos sentáramos y nos indicó que se trataba de un problema congénito, que no era operable y que básicamente tenía que aprender a vivir realizando ciertas acciones que ayudarían a prevenir que se volviese a presentar.
No los quiero deprimir. Se los comparto por una muy buena razón...
Desde mediados de Febrero 2020 y hasta mediados de Marzo del mismo año, me sentía bastante mal. Durante ésas cuatro semanas destiné cada minuto de mi tiempo libre en buscar informaciones que me pudieran ayudar a dejar de sentirme inseguro, vulnerable, débil, e incapaz.
De todas las informaciones que revisé, solo una fue la que me hizo clic: Lo que comparte el doctor Joe Dispenza.
Cuando ví el documental "Heal" en Netflix, recordé que algunos años atrás ya había visto al doctor Joe por algún lado. Ese mismo día visité su canal de YouTube y compré sus libros (en inglés) a través de la cuenta de Amazon de la esposa de mi cuñado.
Noté que mientras estaba leyendo sus páginas o estaba realizando alguna otra actividad que estimulante mis síntomas se desvanecían y minutos después de dejar de hacerlo, los síntomas regresaban.
Esto marcó enormemente mi vida y le dio un nuevo sentido y rumbo a mis días...
Desde mediados de abril me siento muy bien y sé que lo he conseguido gracias a que le he restado importancia a "lo malo" que me ocurrió en el pasado, viviendo en el aquí y el ahora (en el presente), experimentando cosas nuevas, meditando, leyendo y jugando sudoku, solitario y chess. Todo esto lo hago diariamente no solo porque me hace sentir muy bien, sino porque me permite sacar lo mejor de mí tanto en el trabajo como en casa.
Si conoces a alguien a quien se le haya diagnosticado "Síncope vasovagal" o tenga los síntomas que yo tuve, compártele esta información y pídele que me llame para platicárselo personalmente.