Una decisión que terminará en tragedia
" La toma de decisiones es el proceso mediante el cual se realiza una elección entre diferentes opciones o formas posibles para resolver diferentes situaciones en la vida en diferentes contextos: empresarial, laboral, económico, familiar, personal, social, etc. La toma de decisiones consiste, básicamente, en elegir una opción entre las disponibles, a los efectos de resolver un problema actual o potencial "
En la inversión, la última toma de decisión es: ¿Cuándo compro? ¿Cuándo vendo?
Para la primera, y lo repite hasta la saciedad el amigo Luca Lazzarini, el mejor momento para comprar fue ayer y el segundo mejor momento es hoy. Esto es bastante cierto, ya que, siguiendo una serie de principios (la diversificación, el tiempo y la estrategia), es más difícil cometer errores. Sin embargo, es en la decisión de vender donde la mayoría de personas se estrellan. Una mala decisión aquí terminará en tragedia.
Me remito al capítulo 8 del libro “El Inversor Inteligente” de Benjamin Graham, padre de la inversión (página 248 de la 24ª edición):
La única excepción para vender tus inversiones es una súbita y acuciante necesidad de dinero en efectivo, como por ejemplo, una emergencia de salud o la pérdida del trabajo, o un gasto planificado como una casa o la matrícula de una institución de enseñanza, retirarse antes, comprar una segunda residencia en la sierra o en la playa, tomarme un par de años sabáticos para viajar por el mundo… cada uno tiene sus objetivos vitales.
¿Por qué? Porque los mercados de renta variable globales están creados para crecer a largo plazo. Pensemos en un índice que recoge las 100 empresas con mayor liquidez y capitalización de un país, de un grupo de países desarrollados, de un sector, etc. Dejando de lado la actividad de los especuladores, un inversor racional invierte en aquellos negocios con expectativas de crecimiento dentro de ese índice de referencia. Si un negocio deja de ganar dinero en el largo plazo o aparecen otras empresas que lo hacen mejor, saldrá del índice y su lugar será reemplazado por otra compañía.
Podremos pensar en el Ibex-35 como excepción, dado que el rendimiento del índice de precios ha tenido un rendimiento paupérrimo en los últimos años. Sin embargo, el Ibex-35 Total Return, el que tiene en cuenta los dividendos, ha crecido. No al nivel de EE.UU. u otros países desarrollados obviamente, pero sí ha crecido un 100% desde mínimos de la crisis de 2008.
[Nota: el Dax alemán es un índice Total Return (el único de Europa), por lo que para hacer las comparaciones en la evolución de uno vs. el otro, deberíamos comparar manzanas con manzanas. En este caso, el Dax Xetra o Dax-30 ha alcanzado un retorno del 272% para el mismo período.]
Nada como nuestro rojo (períodos de crecimiento) y azul (períodos de decrecimiento) para resumir más de 100 años de historia en un gráfico:
Después del color azul siempre viene el rojo.
Entonces, ¿qué es lo que nos impulsa a tomar decisiones de venta de nuestros activos si no existe esa acuciante necesidad de dinero en efectivo?
Diría que las principales son dos, o las que me encuentro habitualmente: que nos creemos capaces de predecir la evolución del mercado y que nos entra el pánico.
De la primera, sólo tengo que decir que entre el 75% y el 90% de la gente que hace eso, pierde TODO su dinero. Son datos oficiales que publican los bróker (por obligación).
Salirse del mercado por predecir una corrección o andar esperando una caída del X% para entrar, no sólo es un error, sino que es un coste de oportunidad mortal.
En este pantallazo se ve cómo invertir sólo en las caídas gordas no sólo es bastante menos rentable que, por ejemplo, invertir una cantidad fija todos los meses, sino que es peor que invertir en bonos del tesoro, que tiene tela. En comparación con el adivino que entra todos los meses en el momento más bajo, apenas hay diferencia en el resultado.
La segunda razón va con la naturaleza humana. Si ves un león o cualquier peligro, falta el primero que no quiera salir corriendo. De repente hay una guerra, quiebra uno de los bancos más grandes del mundo, cierto país sufre un corralito… hay mil motivos cada año que nos impulsan a escapar y guardar el dinero a buen recaudo, y más si ya has obtenido cierta rentabilidad que te molestaría mucho verla evaporarse o si has sufrido una minusvalía en tus inversiones que te hace huir ante la posibilidad de perder todo lo invertido.
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La volatilidad causa miedo y no debería ser así. En el ejemplo de la evolución de las acciones mundiales vemos como, después de los peores momentos (atentados, pruebas nucleares, crisis financieras, crisis de deuda, pandemias...), las aguas vuelven a su cauce.
Esta imagen muestra hasta qué punto la volatilidad es tu mejor amiga: La media de las caídas de mercado intra-anuales de los últimos 42 años fue del 14% terminando, como se ve, tornando al alza en 32 de los 42 años.
Para ilustrar mejor esta idea, podemos estudiar la frecuencia e intensidad de las correcciones: de media, 3 veces al año tenemos correcciones del -5% al -9,99% y una vez cada 6 años aproximadamente tenemos caídas del -20% o más.
Hasta ahora estuvimos observando cómo los mercados financieros terminan superando sus máximos anteriores después de caídas severas durante crisis gordas como las del crack del 29 o la gran crisis financiera de 2008. Pero también es importante observar cómo se comportan los mercados durante todo el proceso de corrección. Y entenderás por qué es mucho más fácil (y más rentable) ser alcista que bajista.
En un mercado tan bajista como el de 2008, en medio de una crisis sistémica, el mercado se pasa más tiempo rebotando al alza que bajando. A mi me flipan las historias de inversores que han destapado casos como el de Valeant o el mismo Michael Burry leyéndose tropecientas mil páginas de lo que contenían los MBS para terminar comprando los famosos Credit Default Swaps. Pero seamos honestos con nosotros mismos, no somos Michael Burry. Él mismo sufrió las consecuencias en 2021 cuando se puso corto en Tesla porque la empresa estaba (y está) sobrevalorada. Los mercados pueden mantener su irracionalidad más tiempo del que tú puedes mantener tu solvencia (Keynes).
En estos momentos de pánico tenemos que tomar decisiones: vender, no hacer nada o comprar, de peor a mejor opción.
1) La peor opción: vender.
Partiendo de una cartera de inversión basada en los tres principios que comenté anteriormente (diversificación, tiempo y estrategia), si tus inversiones valen un -20% y decides vender sin esa necesidad acuciante de dinero en efectivo, te estás pegando un tiro en el pie. Hay quién dice que es mejor protegerse ante posteriores caídas y volver a entrar cuando las aguas se calmen, pero la realidad es que nadie gana un duro haciendo eso (al menos los mortales) porque si tomas esa decisión de salirte del mercado, no vas a volver a entrar hasta que ha recuperado bastante, si es que no entras cuando ha recuperado desde el último máximo de mercado previo a la crisis porque aún te estás lamiendo las heridas. Con lo cual, en un momento como la crisis financiera de 2008, te habrás perdido un 75% de rentabilidad o un 150%.
2) La opción de no hacer nada: esperar a que el mercado se recupere, seguir invertido y vender cuando tenga esa necesidad.
3) Tercera opción: la mejor en mi opinión y según los grandes inversores, siempre que se sigan esos tres principios que repetiré las veces que sean necesarias: diversificación, tiempo y estrategia. De lo que se trata es de ir comprando más a medida que el mercado va bajando. Así conseguimos promediar o bajar el precio medio de compra (no confundir con promierdar: comprar más por cada 1% o 2% que baja). Y, presuntamente, es la que pocos hacen cómo se ve en la siguiente imagen que representa las salidas de dinero de los mercados europeos ahora que el mercado ha bajado desde nada más iniciarse este 2022.
Cuando hay rebajas, las tiendas se llenan de gente para aprovechar los descuentos y las páginas de compra online se ven colapsadas. Sin embargo, en los mercados financieros no ves a nadie haciendo cola para comprar, sino para todo lo contrario: vender a cualquier precio presos del miedo, pegándose tiros en los pies y saliendo escaldados. Cuando hay euforia, el mundo se llena de “turistas de la bolsa”. Turistas porque compran con la euforia (1999, 2006, 2017, 2021) y venden con el miedo (2001, 2008, 2020, 2022), terminan en un coma etílico de emociones y no vuelven. Pocos vuelven a dónde han vivido una experiencia traumática. Esto es lo que debemos evitar: no queremos ser turistas de los mercados financieros y sí deseamos aprovecharnos del crecimiento económico.
En estos casos, cuando el pánico se apodera de la masa (mercados cayendo a plomo) y cumpliendo esos tres principios, tendremos mayor asimetría u opcionalidad, es decir, asumiremos un menor riesgo para mayor potencial de revalorización.
Como al bueno de Warren, comprar con el miedo nos beneficiará en el largo plazo.
Martín.
Family Banker® (agente exclusivo de Banco Mediolanum) - Asesoramiento financiero, inversión , protección y planificación.
2 añosBuenísimo artículo !! Muchas gracias Martín Lameiro Pérez
Te ayudamos a proteger tus ahorros de forma prudente y profesional mejorando la relación entre rentabilidad y riesgo asumido. Quieres que tu patrimonio crezca evitando los grandes sustos del mercado? Fórmate.
2 añosQue bueno Martín! Gracias por tu trabajo. Eres un crack.
Family Banker (Agente exclusivo) de Banco Mediolanum. Consultor Externo PYME. Formador Financiero.
2 añosUn artículo espectacular. Bravo👏👏👏👏