Una EPA contra la xenofobia
Catalunya le debe el buen momento que atraviesa su mercado laboral a las personas nacidas fuera de Catalunya. La realidad es compleja y un calificativo como “bueno” no refleja que muchos trabajadores han vuelto a perder poder adquisitivo, que la gran mayoría no ha recuperado el que tenía hace dos crisis y que la tasa de paro sigue siendo de las más altas de la UE.
En el ejercicio de la dialéctica uno siempre acaba escogiendo, consciente o inconscientemente, el ‘otro’ con el que se compara y en mi diagnóstico peco de compararnos con nosotros mismos. Así que el balance de 2023, comparado con el de 2020 –cuando estalló el covid- o con el de 2012 –cuando la economía empezaba a salir de la Gran Recesión- me parece ‘bueno’. Lo que me parece menos relativo y cuestionable es que ese ‘buen’ momento está siendo liderado por las personas migrantes.
No sabemos qué pasará durante este 2024. Las bolas de cristal cada vez están más estropeadas y ya llevamos dos años consecutivos de profecías funestas que no han llegado a cumplirse. Si bien tanto va el cántaro a la fuente que en algún momento se acaba rompiendo. En algún momento se girarán las tornas y mes a mes leerán titulares más amargos en cuanto a la evolución del empleo, aunque yo particularmente no sé decirle cuándo ni conozco a nadie que ahora mismo sepa hacerle una proyección razonable. Ya saben aquel chiste que se cuenta sobre los economistas: "Son expertos en saber mañana por qué las cosas que predijeron ayer no sucedieron hoy".
En el boletín de este lunes me limitaré a aportarle hechos consumados –con alguna valoración personal, le he de reconocer, querido lector-, para que sea usted el que saque sus propias conclusiones y las emplee como le parezca menester. Y el primer dato objetivo es que más de la mitad del nuevo empleo creado durante el año pasado lo ocuparon personas nacidas fuera de Catalunya.
Un dato que otros años hubiera sido meramente coyuntural será durante los próximos años –me atrevería a decir décadas- el pan nuestro de cada día. Y es que nuestra sociedad está cambiando a alta velocidad y durante las dos últimas décadas ha habido, en este sentido, un salto brutal. Les dejo otro dato: en 2003 menos del 15% de los recién nacidos tenía padres nacidos fuera de España. Hoy ya representan más del 30%.
Tan ciego sería aquel que pensara que en Catalunya no había trabajadores antes de que llegaran los andaluces, murcianos o aragoneses para sostener el crecimiento económico de la segunda mitad del siglo XX como aquel que piense ahora que la bonanza del siglo XXI se logrará sin los nuevos migrantes que llegan cada día a nuestras ciudades.
Tanto los migrantes altamente cualificados que solemos llamar 'expats' en vez de migrantes, como aquellos con menor formación –o también muy alta, pero nada reconocida- que asumen muchas veces aquellos trabajos esenciales, pero duros. De ellos dependerá, entre otras muchas cosas, las pensiones no de 2050, sino de un futuro mucho más cercano. Por si necesita medir su derecho a vivir y prosperar entre nosotros a través de cuánto aporten ellos a su propio bienestar.
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Salario mínimo, oficial en febrero
Una novedad que puede tocarle el bolsillo, directa o indirectamente, es la revalorización –anunciada, pero no consumada- del salario mínimo interprofesional (SMI). Esta todavía tiene pendiente pasar por Consejo de Ministros para materializarse y no está previsto que en el de mañana vaya.
Deberá esperar, como pronto, al primer martes de febrero. Lo que implicará que las empresas que abonen este salario, a menos que se hayan avanzado, deberán abonar una ‘paguilla’ compensatoria a los empleados que se rijan por esta referencia salarial, ya que el incremento será retroactivo a 1 de enero. Lo que se traducirá en un pellizco para los trabajadores de 54 euros brutos (si está prorrateado en 14 pagas) o 63 euros brutos (si está prorrateado en 12 pagas). Algo más de dos millones de empleados en toda España se verán afectados.
✍️ Por Gabriel Ubieto
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