Una nueva visión de la creatividad

Una nueva visión de la creatividad

Personas y empresas nos hemos aferrado al concepto de la creatividad como un ahogado se aferra a un flotador, creyendo que si nos soltamos o lo dejamos ir salimos del cuadro, perderemos vigencia; y, al mismo tiempo, creemos que el flotador de la creatividad lleva consigo la brújula o la guía del recorrido. Es decir, vemos en la creatividad la salvación y el camino correcto.

Pero éste se ha convertido en un apego ciego (como muchos otros que tenemos como sociedad), donde no cuestionamos o trabajamos el concepto o su alcance – su naturaleza- sino que, únicamente, perseguimos el resultado final: algo diferente y que, por ser diferente es valioso. Así, perseguimos la creatividad como quien persigue el tesoro escondido al final del arcoíris, con la belleza de los colores que vemos en el horizonte, inalcanzables, y con la falsa esperanza de conseguir el tesoro al final del recorrido. Creemos que cada ejercicio, cada metodología que utilizamos, que implementamos, que aprendemos de memoria, nos acerca al gran tesoro, sin ser conscientes de que el tesoro es solo una ilusión imposible de alcanzar. Y ahí comienza el desgaste, y ahí comienza la frustración, y ahí comienza el círculo vicioso de muchos, quienes entre más “trabajan”, más “avanzan”, más se desgastan, más lejos ven el arcoíris (tal vez, peor se sienten, más ansioso y sufren más).  

La idea de creatividad que empresas y personas perseguimos la mayoría de las veces (desligada del mundo artístico) la adoptamos, entre otros, como consecuencia de la globalización y la necesidad que tenían (y tienen cada vez más) las empresas de diferenciarse y competir para conseguir que el consumidor compre sus productos por encima de los productos de la competencia. De ahí (aunque pueden existir muchas otras razones) que lo común es asociar la creatividad (más allá de la parte artística) con el marketing, la publicidad y la resolución de problemas, y encontrar el valor de la creatividad en el resultado, en el objetivo y en lo diferente.

Pero la vida, aunque muchas veces nos cueste verlo (al menos en la mayoría de las culturas occidentales) es mucho más que empresas y productos, y las personas somos mucho más que máquinas de producción - de producción de ideas o de resultados- por lo que la creatividad - que es inherente al ser humano-, va mucho más allá del concepto al que nos estamos aferrando: el mercado, la resolución de problemas, la creación de resultados o el mundo artístico. La creatividad está ligada, por el contrario, al concepto de persona, de la esencia de una persona, de lo que le resulta natural ser y hacer (en contraposición a lo que es capaz de hacer).

La creatividad es una habilidad con la que contamos las personas – por el hecho de ser personas - para participar en el mundo, adaptarnos y relacionarnos con nosotros mismos y con los demás. Y, aunque es cierto que a través de ella podemos resolver problemas, conseguir resultados novedosos, diferentes, etc., esto resulta ser algo accesorio, algo que se puede conseguir con la creatividad, pero que no es la creatividad en sí misma.

 Clarissa Pinkola, en su libro The Creative Fire, dice que la creatividad es como el sexo, sirve para crear un “hijo” pero, también, sirve simplemente para sentir placer o disfrutar. Así, el sexo es sexo aun cuando no se conciba un hijo y la creatividad es creatividad aun cuando no haya un resultado.  

Si sacamos el resultado de la ecuación de la creatividad nos enfrentamos únicamente a la persona:

Creatividad = capacidad que tiene una persona para resolver un problema o conseguir un resultado novedoso 

Creatividad = persona

Entonces, si queremos conseguir realmente nuestro máximo potencial creativo es necesario cambiar el enfoque sobre el que trabajamos la creatividad, dejar de enfocarnos en el resultado y comenzar a abordarla desde la persona. ¿Y cómo es esto? Entendiendo que la persona, que es donde nace la creatividad es resultado de sus características únicas y de sus experiencias de vida, es decir, la persona, que es quien va a crear los resultados, es un mundo en sí misma, y solo en la medida en la que conozca y desarrolle ese mundo va a poder desarrollar su creatividad.

Dentro de las muchas teorías que puede haber sobre el entendimiento de lo que es o puede ser una “persona” yo comparto la que propone que las personas tenemos 5 dimensiones: física, mental, emocional, social y espiritual, y así, creo que, si de verdad queremos conseguir nuestro máximo potencial individual y colectivo es necesario comenzar a bordar la creatividad no desde el resultado sino desde la persona y su mundo interior: sus características, sus experiencias de vida y todas sus dimensiones, porque es solo ahí donde las personas encontraremos nuestro máximo potencial, que se verá reflejado en nuestro máximo bienestar, que se verá reflejado en el máximo bienestar de la sociedad.

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