Valorar lo que tenemos
Tengo un familiar que se está documentando actualmente con periódicos antiguos de antes y después de la dictadura de Franco y de aquí un mes presentará una conferencia para hablar de curiosidades, acontecimientos y transformaciones que ocurrieron donde resido. Hoy me ha enviado un extracto de una noticia que me ha hecho viajar al pasado y me ha despertado recuerdos memorables de mi infancia. Cuando era una niña, iba cada día a comprar a un kiosco cerca de mi casa, el periódico y dos puritos para mi padre (*maldito tabaco) y con las dos pesetas que sobraban de la moneda de 100 pts, me compraba un chicle. El hombre que me atendía, estaba sentado en una silla de ruedas y siempre me habían contado que había sufrido un accidente trabajando en la construcción. Tenía dos hijos, un niño y una niña y ella era apenas un año mayor que yo. Yo de pequeña ya tenía empatía por las personas y animales y recuerdo algunas tardes de invierno, que hacía mucho frío y a veces incluso llovía, y aquel hombre estaba allí en su habitáculo descubierto, con una mantita encima de las piernas y un grueso abrigo para no sentir tanto frío. En noviembre a las 18h ya era de noche y él estaba por lo menos hasta las 20h y a veces no iba nadie a comprar, pues la mayoría íbamos por la mañana o al mediodía. Esta imagen de frío y lluvia me provocaba mucha tristeza. Era un hombre entrañable, rodeado de golosinas de colores, periódicos, revistas de todo tipo, juguetes para los niños…Es un recuerdo maravilloso de mi infancia y adolescencia. Hoy he leído lo que le pasó de verdad. Se cayó de un andamio pero a causa de las heridas tuvieron que cortarle las dos piernas, y además un brazo le quedó inmovilizado. En el mismo accidente falleció su hermano y posteriormente, la madre de ambos, conmocionada por todo lo sucedido, se quitó la vida. Después gracias a la solidaridad, humanismo del ayuntamiento y otras asociaciones, le otorgaron un kiosco para que pudiera ganarse la vida y contribuir en el sostén de su familia. Eso sucedió en el año 1971 y me ha demostrado que hay gente muy buena y que ayuda a los demás. La última vez que vi a Paco, fue quizás hace 10 años y vivía a unos 15 km de donde yo resido y como siempre, estaba encantador y simpático. Siempre formará parte de la memoria de mi infancia especialmente, y esto me ha hecho recordar que a veces nos quejamos por tonterías, nos comportamos de manera frívola y no apreciamos todo lo que tenemos. Lo material se puede sustituir, reemplazar, comprar, pero perder a alguien que quieres o tener problemas de salud o de discapacidad, es algo que hasta que no pasa, no te das cuenta de que en ocasiones lo que nosotros tenemos, muchas personas desearían poseer. Gracias por leerme.