Valores o dolores corporativos

Valores o dolores corporativos

Personalmente me encanta que este país haya descubierto el rugby en las últimas semanas. Como ex-jugador y como aficionado soy un ferviente defensor de este deporte más allá de los manidos clichés que hoy afloran como consecuencia de la derrota ante Bélgica y la difícil senda que se abre ahora a esta selección para volver a participar en un mundial por segunda vez en la historia. En mi opinión, ni ayer el rugby era tan caballeroso ni hoy es tan canalla.

En este debate hay mucha impostura. Para sus idólatras, los valores del rugby dan para todo. Una arcadia ideal donde después de los golpes viene el buen rollo del tercer tiempo, donde no se silban las patadas del rival o donde nunca se discute la decisión de los árbitros. Y todo ello, en una comparación permanente y enfermiza con el fútbol. Por contra, también están los que esperan agazapados para resaltar cualquier mala práctica -como seguir ayer al árbitro al final del partido- para hacer una enmienda total a la caballerosidad de este deporte. Y a éstos, para cerrar el círculo, se les llama futboleros.

Desde hace muchos años trabajo en el ámbito de la comunicación corporativa. He tratado tanto lo de la misión, visión, etc... que ya me suena a mantra. Y lo mejor de toda esta sobre-exposición es que me ha convertido en un escéptico. En esta sociedad de consumo todos hemos desarrollado una fantástica capacidad para dibujar unos atributos cojonudos sobre nuestra identidad corporativa. Todos somos sostenibles. Todos somos innovadores. Todos somos comprometidos. El único problema es que confundimos el ser con el querer ser. Y eso es algo en lo que ninguna inteligencia artificial puede ayudarnos todavía.

La cicatriz que tengo en la mejilla desmiente de raíz la identidad del rugby caballero. Pisar adrede la cabeza de un contrario en un ruck no es la mejor manera de defender valores. Seguir jugando el partido con un emplasto de vaselina, tal vez sí. O no. Tal vez simplemente sea otra muestra del descerebrado que todos los que hemos manejado el balón oval llevamos dentro.

Lo que tengo claro son dos cosas: la primera, los valores corporativos se pueden manejar como una suerte de consenso más o menos afortunado sobre los atributos que queremos que nos definan, pero lo que realmente les confiere valor es el uso que cada miembro de una organización, un deporte, una formación política... decida hacer de los mismos.Y los comportamientos individuales -especialmente si se repiten en el tiempo- definen la validez de esos valores o, por el contrario, los convierten en dolores.

La segunda, combinar los valores tradicionales del rugby con el profesionalismo resulta cada vez más complejo, pero al mismo tiempo hay que reconocer que para ser un deporte de contacto con jugadores cada vez más rápidos, grandes y fuertes el número de lesiones serias es bajo en comparación con lo que podría ser si se jugara con mala fe.

Añoro el hombro con hombro, la reivindicación de que el único pisotón bueno es el de tu propio equipo cuando gana el ruck, los maravillosos baños de barro, el cuerpo molido que transita entre el último partido y el primer entrenamiento o el reflex como base aromática de los vestuarios... No son los atributos de los que se habla cuando se inflama el discurso de los valores del rugby, pero son los que llevo dentro. Y lo de caballero, pues siempre que se puede, que cada cual sabe perfectamente cómo es su espejo.


Enrique José Gómez Fernández

Técnico del Área de Competitividad en IGAPE (Instituto Galego de Promoción Económica)

6 años

Llevo tiempo queriendo hablar de ello, pero como siempre, hay gente como vosotros que lo hacéis por mi. Gracias. Un abrazo.

Xurxo, al final esto va a parecer una sesión de "alcohólicos anónimos", yo también jugué contigo.. yo también estaba el día del pisotón (con Diego y Ramón). etc.... Lo cierto es que comparto 100% tus reflexiones, y creo que también nuestro deporte necesita desprenderse de ciertos clichés. Ah¡¡ como no podría ser de otra forma, me apunto a esas cervezas. Un abrazo

Ramón Ruiz Solís

Abogado | Asociado en Cuatrecasas

6 años

He tenido la oportunidad de jugar al rugby por primera vez este año y sin duda es una alegría saber que es un deporte que cada vez más españoles tienen en cuenta. Como bien destacas, al final somos los jugadores los que demostramos esos valores en el campo y, por mi experiencia personal tanto en rugby como en otros deportes, puedo decir que en este deporte mis compañeros me han demostrado desde un primer momento la importancia del respeto hacia el contrincante y el trabajo en equipo para llegar al éxito. Muy buena reflexión, comparto!

Diego Gómez Fernández

Abogado y profesor de derecho administrativo

6 años

Gran hombre yo también como Ramón me acuerdo perfectamente del momento de tu cicatriz y del causante. Gran reflexión (as usual) Un abrazo grande

Gran reflexión Xurxo, la comparto como tuve el honor de compartir vestuario y barro contigo, y hasta de ser testigo de ese pisotón. Cuando vengas al pueblo nos tomamos unas birras.

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