Vamos sembrando árboles
Impartir clases en un Instituto de Formación Docente es toda una aventura, un placer, un trabajo de mucha responsabilidad. Ser consciente de que frente a uno se encuentran varias individualidades que formarán a cientos de otros estudiantes en el futuro da vértigo y ante esa situación, uno quiere ser mejor docente, ser capaz de brindarles más herramientas, intentar transmitirles toda la experiencia sabores y sin sabores que tiene la carrera.
Siento que estoy plantando semillas de árboles que florecerán en algún tiempo. Cada uno de los docentes de las distintas materias vamos contribuyendo para que la semilla comience a crecer: unos abonan la tierra, otros la riegan, los de aquí van poniendo tutores, aquellos la cuidan del sol extremo o lluvia extrema. Eso estamos haciendo. Cada clase veo de qué manera el árbol crece, se van anudando los contenidos, relacionando, lo que ven en Gramática se afirma en Historia de la Lengua; lo que ven en Teoría Literaria se apoya en Historia de la Literatura; lo que pasa en las clases, pasa se confirma en las Pedagogías y así vamos sumando ramas, hojas.
Los árboles van a crecer y bajo su sombra, -espero, deseo, anhelo-, muchos otros estudiantes se sentarán a desarrollar habilidades que los transformarán en la vida cotidiana.