VANITAS VANITATUM: No querer morir cuando toca

VANITAS VANITATUM: No querer morir cuando toca

Hace unos días me ahondé en un profundo pensar tras ver un documental sobre la criopreservación del cuerpo y el nicho de mercado que se abre detrás de esta cuestionable práctica. Hoy, 12 de febrero, aprovechando que es el día de Darwin (aquel naturalista británico que desarrolló la teoría de la evolución de las especies por selección natural) , es un buen día para reflexionar sobre ello. 

Lo primero que me viene a la cabeza es…¿Quién narices decide criogenizar su cuerpo? Y ¿Por qué? De entrada, sólo aquellos que tienen pasta pueden optar a ello: el coste ronda los 200.00 euros. El motivo que yace detrás es fundamentalmente narcisista. Del propio acto destilan las flaquezas capitales de los tiempos que corren: un individualismo en auge,  la veneración por una cultura material y un miedo irracional a la muerte, por ignorancia y desconocimiento. Motivos que llevan a uno a querer agarrarse a la vida después de muerto, aferrándose a una esperanza que, hoy por hoy, no  es más que ciencia ficción. Aquello que los romanos llamaban Vanitas Vanitatum podría bien responder a lo que hoy es la mayor de las vanidades: negarse a la muerte. Y es que, como decían Heroes del Silencio "para siempre me parece mucho tiempo", tanto, que agota pensar en quedarse aquí esperando la nada…previo pago.   

Pago que, a su vez,  va directo a las arcas de aquellas empresas cuya cúpula vivirá, aquí y ahora,  con los bolsillos a rebosar para seguir alimentado el cuento, ya no  Disney sino mitológico. Yo creía que los Prometeos como el Dr. Frankenstein o los mismo ingenieros del Titanic eran parte del pasado, pero lo cierto es que lo que permite la atemporalidad del mito es, precisamente, su perpetua reactualización a lo largo de la historia. 

Más vivir hoy para no lamentar mañana lo poco que hemos vivido; más creer en la muerte como partida hacia el lugar que nos corresponde y des-ocupar así el lugar hegemónico que nos hemos agenciado en vida, dando paso y espacio a las generaciones de especies que aun están por venir. VI-VA-MOS sea dicho, con gratitud y con respeto hacia el entorno que tanto hemos dañado, y sepamos largarnos de aquí con la cabeza bien alta y la conciencia tranquila cuando nos venga la hora. 

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