El poder del tiempo
Somos pobres cuando se nos acaba el tiempo.
Había una vez, en un tiempo lejano, donde las aldeas respiraban una felicidad incondicional y las leyes no escritas del respeto al prójimo prevalecían, en este escenario de humildad, y una especie de aura mágica que envolvía a los aldeanos se desarrolla la historia del viejo sabio Theodore y su joven discípulo llamado Otto, pero este no sabía que lo era.
Theodore, un panadero anciano despertaba cada mañana al sol sin distinción, su rutina consistía en encender los fuegos de las chimeneas que alumbraban su propiedad y amasar la pasta blanquecina que sobre una gran mesa de piedra negra daba forma hasta alcanzar las consistencia deseada.
En lo alto de una colina verde, muy lejos de la aldea, con grandes árboles y una gran montaña se alzaba un imponente castillo, este se encontraba duramente custodiado por soldados armados, donde residía Otto, un joven rey despreocupado que solo sabía comer y dormir.
Una buena mañana calurosa y con buena luz del día, Otto salió de su castillo en su carro dorado, este lujoso carromato con asientos rojos de terciopelo, tirado dos caballos negros de gran altura y robustez, Félix era su chofer, que le saluda con gran entusiasmo, Otto no saludó pero era de esperar.
En la humilde aldea, Theodore repartía su apreciado pan junto a su esposa Silas. Aunque vivían con lo justo y necesario eran muy felices, el negocio del pan les proporcionaba lo necesario para vivir.
Otto llegaba a su castillo por el camino tradicional, lleno de árboles y cada vez que pasaba por estos caminos sonaban los cantos de los pájaros que amenizaban la travesía de vuelta a casa, Otto notaba un ambiente pesado pero no sabía que pasaba, le costaba respirar, y se percata con gran audaz que esta vez no se escucha el canto de aquellos pájaros que acompañaban las idas y venidas de sus travesías.
!!!Horror¡¡, llegando a su castillo dislumbra a lo lejos una gran cortina de humo y piedras, junto con una gran bola de fuego, en aquel fantástico lugar, donde esa mañana yacía la paz, ahora se encontraba solo ruinas y alaridos, aquellas murallas imponentes ahora se encontraban con grandes huecos, los soldados entre las ruinas y sus castillo derruido, la destrucción de aquel castillo fue sin duda la aterradora venganza de alguien que tendría muy mal corazón.
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Félix tira de las correas que dirigen a aquellos caballos negros imponentes y estos se detienen de una vez, sacudiendo la pequeña cabina donde Otto exhorto se encontraba, esto hizo que Otto se golpease la cabeza con un lateral donde había un candelabro que iluminaba el habitáculo en las noches de travesía, Otto quedo inconsciente.
Al cabo de un largo tiempo, Otto empezó a abrir los ojos, notaba un cálido ambiente, se encontraba tumbado en una especie de cama de paja y tapado con algo que se asimilaba a las pieles de algún animal por el olor que desprendían estas, El joven Rey que a pesar de no enfocar con claridad, se esforzaba por ver más allá de su nariz, pero no le era posible, junto a el se apreciaba una silueta que parecía ser una persona mayor, este le acercaba una especia de recipiente de madera.
Al cabo de unas horas Otto recuperó la vista y su cuerpo, algo dolorido por la caída y el golpe con aquel candelabro pero se encontraba bien, cuando dio una mirada a su alrededor reconoció que aquel lugar pequeño, mal oliente y sucio no era su gran preciada habitación.
Félix lo agarro fuertemente de los hombros, y le explicó que de regreso al castillo este se encontraba derruido y había sido atacado, por lo que opto por dar la vuelta y buscar un lugar seguro ya que la persona que había hecho aquello tan cruel lo estaba buscando, Félix explica muy nervioso que cuando paro de golpe el carro para dar la vuelta Otto se había golpeado la cabeza, y Félix no tubo más remedio que buscar un lugar seguro alejado, fueron dos largos y agotadores días de travesía, hasta que Félix alcanzo a ver una aldea que podía ser segura.
El joven rey no quería permanecer en aquel lugar un minuto más, pero sabia que si lo estaban buscado pudiera ser prudente quedarse allí algún tiempo.
Theodore fue quien ayudo a Félix incondicionalmente, ofreció su casa y cama, pero Otto nunca fue agradecido con este, el viejo sabio panadero le ofreció pan, pero Otto lo despreciaba ya que un Rey no comía semejante comida dura y que se moldaba en una piedra.
Pasaron algunos días Otto solo bebía agua, hasta que una mañana soleada de gran brillo, Theodore se le acerca y se sienta junto al joven rey, cuando este le mire el sabio panadero le comenta, yo no se ser rey, pero si se escuchar al tiempo, tu cuerpo piensa como un pobre cuando pasa el tiempo, pero tu mente piensa como un rey, muy pronto, mi pan te parecerá que es el mejor manjar que nunca habías probado y lo comerás como un pobre dentro de un castillo.