Vendo jarrones
Cuando en 1750 se anunció la publicación de la Enciclopedia, o Diccionario razonado de las ciencias, las artes y los oficios, un fantasma recorrió Europa.
Desde el principio, el aura de la publicación anunciaba algo distinto: la estructura de la obra prometía una nueva forma de ordenar el conocimiento humano desde la memoria, la razón y la imaginación. La religión, por primera vez, era algo secundario, un fruto, quizá menor, de la filosofía.
El éxito fue inmediato y en lugar de las poco más de 1500 reservas previstas, llegaron más de 4.000.
Todavía no se había publicado el primer tomo y ya estaba liada: la obra fue perseguida, prohibida y todas esas cosas que suelen dar igual con todo lo mollar.
Solo 100 años después, el mundo ya era otro.
Denis Diderot fue uno de los impulsores de esa Enciclopedia.
Sacrificó mucho por ella y quizá por eso era tan pobre de cartera como rico de espíritu.
Pero a quien da sin pedir a veces le dan más de lo que querría: enterada de su mala situación económica, la Emperatriz de Rusia, Catalina la Grande, admiradora del escritor, se ofreció a comprarle su biblioteca personal por una cantidad de las que no se pueden rechazar.
Ya con dinero, Diderot pagó la boda de su hija y, como capricho, se compró una bata escarlata.
Al poco, se dio cuenta de que aquella bata esplendorosa no pegaba en esa humilde casa. Aquella bata no estaba “coordinada” con el resto de sus cosas: rompía la armonía del hogar así que empezó por cambiar el sillón en el que se sentaba por uno de piel, más acorde con la regia bata. Luego cambio la mesa. Y el espejo. Y lleno la casa de esculturas.
Había nacido el Efecto Diderot.
El efecto Diderot dice que una nueva posesión puede crear una espiral de consumo que conduce a realizar compras adicionales.
Ikea hizo un anuncio con esto y Amazon te dice que cuando compras esto también puedes comprar aquello.
Así son las cosas pequeñas. Parece que no, pero lentamente lo cambian todo.
A mi me gusta pensar que en microbio nos dedicamos a eso: orgullosos generadores del Efecto Diderot. Ponemos algo nuevo en la vida de tu empresa, de tu marca, algo bonito, algo bello, algo que cuenta algo de forma distinta, que no parece un gran cambio hasta que lo ves en conjunto, hasta que se desata la cascada y notas que ya no hay armonía y entonces sigues haciendo pequeños cambios que en realidad son un gran cambio.
Como el índice de la Enciclopedia que bastó para cambiar el mundo; como el jarrón de Ikea o la bata de Diderot: somos los que introducimos un pequeño cambio que, de repente, lo transforma todo.
No me digas que no empezamos fuertes el año.
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Este artículo fue publicado originalmente en microbio.tv y no hubiera sido posible sin el trabajo de diseño en la gráfica de Fernando Bedmar .