"VICENTIN"AR
Por Gonzalo Del Pino
La titular del Banco Nación (BN), Silvina Batakis, confirmó que esa entidad se encuentra trabajando una oferta para que el Estado se haga cargo de la empresa cerealera Vicentín. La funcionaria deslizó que la compra no sería del 100 por ciento de las acciones y que podría ser en asociación con capitales privados.
El gran atractivo de las empresas estatales es que, si son rentables y eficientes, tienen el potencial de perseguir varios objetivos de desarrollo al mismo tiempo: equidad, estabilidad de mercado, competencia justa, crecimiento a largo plazo, avance tecnológico y autonomía. En sectores de recursos naturales -de crucial importancia para los países en desarrollo-, las empresas estatales, además, pueden asegurar un mayor control para preservarlos y cuidarlos, fijar metas ambiciosas de política industrial y tecnológica y garantizar cierta legitimidad sobre explotaciones que suelen ser conflictivas.
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En este contexto, no parece tan descabellado que ante la posibilidad de quiebra o traspaso a manos extranjeras, el gobierno se haya inclinado por el salvataje público de Vicentín y más allá del optimismo inicial sobre los beneficios de empresa testigo, el gran desafío sería proyectar a Vicentín como un articulador de nuevos caminos de desarrollo en el agro argentino.
El sistema agrícola ha apoyado a la economía nacional con divisas durante los últimos quince años, pero enfrenta enormes riesgos y desafíos económicos, sociales y ambientales. En lo económico el mayor desafío es la concentración en producción, propiedad y conocimiento. En 2019, el 78% del total de las exportaciones agrícolas (que explican el 48% del total de las exportaciones argentinas) se concentró en unos pocos cultivos básicos -semillas oleaginosas (50%) y tres cereales: maíz, trigo y cebada- que ocuparon el 66% del total de la tierra dedicada a la agricultura. En 2018, según el último censo agrícola, el 89% de los productores eran pequeños y medianos, y sólo explotaban el 25% del total de la tierra, mientras que el 11% aprovechaba las tres cuartas partes del suelo cultivable.
A diferencia de otros sectores, el agro, trata más de dar lugar y apoyar una diversidad que ya existe. Muchas de las prácticas y tecnologías para lograrlo están disponibles; múltiples actores experimentan con ellas, como los productores orgánicos y agroecológicos, y los de la agricultura familiar. Muchos de estos productores, competitivos en muchos aspectos, luchan por sobrevivir en un mercado guiado solo por precios, dominado por unos pocos actores que fijan las reglas e influencian las decisiones institucionales claves para el sector. Una empresa estatal podría favorecer estas prácticas alternativas a través de su poder de compra, sin necesidad de grandes inversiones. Al mismo tiempo, podría generar importantes sinergias con actores sociales para adoptar formas de innovación abierta, y diversificación de la producción.
Por lo tanto, este sistema necesita re direccionarse puertas adentro en Argentina para poder ir hacia afuera. Necesitamos cambiar conductas, prácticas y tecnologías y una empresa estatal con influencia en el sector puede ser un agente de transformación privilegiado.