Vidas desconectadas: ¿Y el liderazgo para qué..?
“Puedes creer, Tom, la vida no es como parece. Llevo 40 años haciendo lo mismo, para terminar parado al borde de un puente, agarrando con una mano mi cara llena de lágrimas y con la otra temblando y sosteniendo la barandilla del puente, en mi estúpido dilema de si quedarme o darme de baja. Ni siquiera para eso sirvo, ni siquiera sirvo para tomar la decisión y lanzarme. Soy un perdedor, me pasé la vida ahorrando para comprar una casa, y mira, ya ni siquiera puedo moverme bien por el absurdo dolor de espalda. ¿Qué casa voy a disfrutar? ¿Qué pensión voy a disfrutar, si en 40 años con suerte logré ganar el doble de lo que ganaba cuando me gradué? Dime, Tom, dime que lanzarme es lo mejor…”
Aquel hombre de 60 años que al final decidió abrirle paso a la locura, alguna vez también fantaseó con hacer lo que realmente quería, pero nunca lo logró.
Entre los años 2011 y 2012, Gallup* realizó un estudio en 142 países sobre la relación que tenían millones de personas con sus puestos de trabajo. Descubrieron que solo el 13% de las personas se sentían conectadas con lo que hacían, y el 87% se sentían tan insatisfechas que rozaban la infelicidad y el fastidio.
La pregunta es: ¿por qué hay tantas personas que no disfrutan sus trabajos o lo que hacen? Bueno, las razones son múltiples, pero quizá algunas tengan más peso que otras. Yo las podría retomar bajo la teoría de Frankl** en dos maneras:
1. Hacer lo que los demás hacen.
2. Hacer lo que los demás quieren que uno haga.
Pero, a todas estas, ¿esto qué tiene que ver con el liderazgo? En otro estudio*** descubrieron que cuando hay un desequilibrio entre los esfuerzos y las recompensas, sumado a la falta de control y autonomía en lo que hacían, se convierten en factores de riesgo ante una potencial depresión e incluso deseos de morir, que, como si se tratara de un taladro, remataban la insatisfacción de las personas en sus trabajos.
Llegados a este punto, solo puedo decir que las personas de este siglo enfrentamos dos desafíos que nos interpelan.
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Primero, como líderes estamos llamados a ver al otro como persona. No podemos reducir al otro a la sola expresión de la producción y la utilidad. Hay en ellos una historia, y la única forma de encontrar al otro es de frente, con los oídos abiertos a escuchar, a permitir que su vocación no se vea destrozada por los deseos de una organización, sino todo lo contrario, que encuentre en ella un espacio de realización.
Y por último, como personas, necesitamos liderar nuestra propia vida, volver al centro de cada uno, y de vez en cuando hacernos la pregunta que algunas veces nos pone en jaque pero es justa y necesaria: ¿estoy haciendo lo que realmente me apasiona?
Que no se te olvide que mentir hacia afuera puede ser sencillo, pero nunca será tan difícil como mentirse a uno mismo. Busca tu centro.
Bibliografía
*Williams (2015). The Happiness Industry:
**Frankl, V. (2011). La voluntad de sentido: conferencias escogidas sobre logoterapia. Herder editorial.
***M, Marmot. (2004). Status Syndrome: How Your place on the social Gradient affects Your Health, Londres: Bloomsbury