Vigilancia
Cada día la vigilancia va cobrando un papel más preponderante en esta compleja etapa de la vida del ser humano. Las cámaras y las escuchas telefónicas, las intervenciones a los mails, todo esto forma parte de nuestra realidad actual.
Casi podríamos decir que no hay cosa que hagamos que no quede registrada. Lo que se escribe a través de Internet nunca termina de desaparecer. Los satélites vigilan desde el aire, las cámaras de circuitos cerrados de televisión, registran los movimientos de la gente en los comercios y el desempeño de los empleados.
Las cámaras en las calles que van medrando en las principales ciudades del mundo, si bien sirven en parte para contrarrestar el delito, cada vez dejan menos espacio para la privacidad.
Algunos sistemas de vigilancia, permiten a los empleadores, realizar escuchas telefónicas de sus empleados, monitorear su duración, se puede medir el tiempo que tarda alguien en efectuar una venta o registrarla.
Pueden medir a la velocidad que va un transporte, saber en que lugar exacto se encuentra y cuanto demora el conductor en parar a tomar un café.
Depende las circunstancias, uno agradece encontrarse vigilado, cuando la función es preventiva o de protección.
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Pero imposible negar la presión que ejerce saberse siempre observado. En los trabajos, quizás se logre una eficacia forzada, pero normalmente crea antagonismo entre empleados y empleadores. Conflictos que no siempre terminan de la mejor manera.
Pero esto que ahora se ha extendido, cual endemia, existió desde tiempos remotos.
En los anales de la historia ha quedado demostrado que el espionaje, que es una especie de vigilancia, ha sido utilizado con frecuencia.
No hay forma de saber que hubiera ocurrido en la historia si antiguamente hubiera habido medios tan eficaces como los actuales para evitar tantas acciones desagradables perpetradas por individuos y naciones.
Pero ahora la tecnología permite espiar no solo a personas, sino de preveer las intenciones de otros países y mandatarios.
Hace solo unas décadas se informaba que mas de cincuenta países hacían un especie de barrido a diario de sus oficinas, para prevenir la instalación de micrófonos ocultos.
De una manera u otra, la realidad no se puede negar. La industria de la vigilancia para bien o para mal, sin duda seguirá creciendo y los resultados de la misma quedaran a cargo de futuras generaciones.