VIVIR Y AMAR ... A MI MANERA
Recuerdo con nostalgia la experiencia de leer el libro de Richard Bach: Juan Salvador Gaviota. Estudiaba Logoterapia con la Dra. Cristina Batista, discípula de Viktor Frankel. Escribe el autor: "Tienes que comprender que una gaviota es una idea ilimitada de libertad, una imagen de la Gran Gaviota". "Tienes la libertad de ser tu verdadero ser, aquí y ahora, y nada se interpone".
Desde entonces entendí que cada persona debe darse ese permiso de ser único y diferente a los demás. Fue el momento preciso para yo descubrir quién yo era en una nueva etapa de vida y desarrollar talentos ocultos. En el ejercicio de practicar la libertad de ser diferente, mi vida adquirió un mayor sentido y propósito. La recompensa fue mi realidad coherente creada por mi visión y un sentido de merecimiento.
Más adelante en su vida, Richard Bach escribe otro libro: Alas para vivir, una aventura del espíritu. Después de un divorcio, comprendió que sin amor no eres realmente libre. Escribe el autor: “A veces nos volvemos locos porque olvidamos que somos diferentes. Porque el amor no es una competencia para que cada uno supere la fuerza del otro, sino una cooperación que necesita de esas diferencias".
El reto inicial es manejar la incomprensión de otros que no entienden la urgencia que nace de un nuevo nivel de consciencia personal. Nos damos cuenta que vamos “solos” en la búsqueda de capacitaciones individuales. A veces duele la separación, el dejar ir apegos y dependencias, hasta lograr el proceso de definirnos. Dejamos las rutinas para aprender nuevos ritmos de vida, más congruentes con nuestra singularidad.
¿Cuándo es el momento de darnos cuenta que todo lo evolucionado en nosotros es para la sana convivencia, con los otros? Las relaciones de personas de identidad madura incluyen el respeto incondicional a la unicidad del otro y el perdón sanador. En cada relación hay una oportunidad para descubrir algo de nosotros y superarnos.
El gran reto es: ¿Cómo ser diferentes y seguir evolucionando y, a la vez, seguir relacionándonos sanamente, amando las singularidades de cada cual? La respuesta está en el desarrollo personal de la meta-inteligencia: emocional (automanejo), relacional (empatía) y espiritual (ser parte del Todo). Volar "solos", desconectados y aislados es un estado del ego que no está alineado a nuestra esencia de amor.
El amor, hacia uno mismo y hacia los demás, sigue siendo el puente de proyección hacia lo infinito. Esta experiencia nada tiene que ver con individualismo ni egocentrismo. Todo lo contrario, es la aventura del espíritu que aprende a amar desde su ser único y respeta la manera única de ser y amar de los demás.
Vivir y amar … a mi manera.
Profesora Maribel Belaval de Cestero
www.coachmaribelbelaval.com