Voy a Sacarte de Aquí
Me lo encontré sentado en el penúltimo escalón de la escalera que subía a su oficina.
Me acerqué a él y le susurré al oído: “Voy a sacarte de aquí".
La cabeza entre las piernas y las manos tapando sus orejas me confirmaban que otra vez se encontraba hundido en una espiral de ideas podridas.
“Voy a sacarte de aquí". - Musité acariciando sus manos.
La magulladura en los nudillos de su mano derecha insinuaba que había vuelto a golpear algo, no con la intención de romperlo pues más que romper necesitaba hacerse daño.
"Voy al sacarte de aquí". - Le dije mientras frotaba mi frente con su coronilla.
Él sentía que todos le veían como una piñata a la qué hay que sacudir y probablemente no le faltase razón.
"Voy a sacarte de aquí". - Repetí salmódica.
Algún empleado descuidado habría cometido cualquier negligencia y a él le costaría el sueldo o cancelar el precioso fin de semana que teníamos reservado.
"Voy a sacarte de aquí". - Insistí apretando sus manos mientras sentía el latir de su corazón virulento, como una tubería a punto de reventar, con el ritmo de un barco remero gobernado por un tamborilero esquizofrénico.
"Voy a sacarte de aquí". - Supliqué mientras él se arrepentía de haber montado negocio y no haberse conformado con parasitar de funcionario en cualquier ayuntamiento o en una multinacional.
Compra un robot.
Voy
a
sacarte
de
aquí.
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