Y el Futuro Vendrá
Un importante empresario catalán nos ha legado una idea que no deja de resonar en nuestras mentes por estos días: “aunque UD no desee pensar en el futuro, el futuro vendrá...”, esto porque parece un facilitador en nuestras naturales formas de enfrentar los porfiados hechos de la realidad, el suponer que todo va a ocurrir como siempre ha vendo ocurriendo (linealidad en los procesos) y sin embargo, los cambios pueden ser profundos y significativos si nos hemos atrevido a realizar el ejercicio de abstraernos de la realidad.
Frecuentemente nos encontramos en la realidad de las empresas y de sus tomadores de decisiones con una reiterado esquema de comodidad frente a los pensamientos complejos (de futuro) que privilegian los pensamientos lineales y menos complejos (del día a día) que se hace patente entre algunos directivos y propietarios de compañías: se tienden a repetir los modelos y formas de hacer, como verdaderas fórmulas que moldean y modelan sus planes y acciones en el tiempo. Esto ocurre aun cuando algunos de ellos defienden apasionadamente sus convencimientos sobre la necesidad de adaptarse y anticipar los patrones de cambio de escenarios en el tiempo; aun así, tanto el modelo de trabajo como los resultados resultan curiosamente similares a los que han venido siguiendo los años anteriores.
Así las cosas, las sinceras muestras de “esfuerzo” por pensar en el futuro nos llevan buena parte de las veces a similar idea que deja entrever el título de esta columna: cuando los ejercicios de pensamiento estratégico no solo no salen de las zonas de confort, sino además tienden a suponer una cierta linealidad en las posibilidades de los estados futuros (propio de los ciclos de irracionalidad de las personas y por extensión, de los mercados) las posibilidades incluso menos previsibles de llegar a concretarse asoman la luz de día. Porque si bien el modelo de futuro que hemos escogido para llevar adelante nos define o modela (actuamos en función de lo que esperamos que ocurra y por naturaleza el ser humano actúa prediciendo lo que va a ocurrir), son muchas veces nuestras propias anteojeras las que nos limitan y hacen zancadillas a un mejor estado de futuro (personal, organizacional e incluso de nivel nacional).
¿Y por qué ocurre esto? En parte porque cuando los ejecutivos deben exprimir sus conocimientos y experiencias para diseñar y formular estrategias caen en cuenta de una angustia que expresa desconocimiento (no saben como hacerlo, porque no les enseñaron a formular estrategias, sino tan solo a planificarlas) y por ende se saltan el proceso del pensar estratégico (diseño y formulación estratégica incluida) y derivan directo hacia una zona de confortable comodidad: la de "la planificación", porque es lo que les enseñaron en su momento y es lo que saben hacer (algo normalmente lineal).
Es por ello que el trabajo que supone la disección de las posibilidades futuras de una realidad acotada pero abundante en información, requiere decisiones aquilatadas y meditadas conforme a procesos tan dinámicos como los tiempos y los escenarios actuales y futuros nos exigen, pues tal y como remataba nuestro amigo empresario que citabamos en un comienzo: "el futuro vendrá...no tendrás futuro tu, pero el futuro viene".
Dr. Francisco Javier Garrido
Autor y Consultor Internacional