¿Y la edad qué?

A lo largo de mi vida he tenido la oportunidad de trabajar con personas mayores, menores y contemporáneas a mi. He liderado y me han liderado personas mayores, menores y contemporáneas y aunque se requiere un poco de adaptación, si hay voluntad se logra hacer de manera exitosa. De igual forma en los últimos años, la edad se ha convertido gradualmente en un tema delicado buscando evitar la discriminación por ese motivo. Con el paso de los años también se ha introducido el tema de las generaciones en un intento para comprendemos y trabajar de manera armónica entre diferentes rangos de edad. Se habla entonces mucho de los los Baby Boomers, los Gen X (como yo), Xenials, Millenials, Z, Alpha etc.  Sin embargo, no es tan común hablar, analizar ni accionar lo que me gusta llamar los contextos de vida o contextos vitales.

Para mi, los contextos de vida, si bien pueden estar muy atados a la edad, no necesariamente dependen de ella. La lógica es bien simple, los humanos tenemos etapas de vida que dependen de nuestra biología y que se han venido ajustando a las normas sociales y culturales durante décadas. Hoy en día las familias tienen hijos, si es que los tienen, pasados los 30 o 35 años, nuestros padres y abuelos  los tenían, y ellos sí que tenían, a los 20 años. Cómo me dijo un día un médico: "Su generación decidió estudiar y comprar casa para luego tener hijos, nuestros padres tenían hijos y luego resolvían."

El impacto de esto en el ámbito laboral, es que se hace más complejo segmentar y catalogar a las personas con el objetivo de tomar decisiones, generar beneficios, y realmente comprender sus necesidades y así mantenerlos con un alto nivel de engagement. Por ejemplo, una persona que tiene uno o varios hijos pequeños tiene unas prioridades diferentes a quien no tiene o quien tiene hijos que se graduaron de la universidad y trabajan. Una persona que está a 5 o 10 años de pensionarse, piensa necesariamente de forma diferente al que le faltan 15 o 20. Sin embargo, y esto es lo clave, no necesariamente el primero hace parte de la generación X y el segundo es millenial. Hay jóvenes de la generación Z que solamente quieren trabajar 10 o 15 años y pensionarse, así como conozco personas de la generación X que están teniendo bebés en este momento de sus vidas.

No podemos entonces segmentar a las personas únicamente por su generación o edad, es nuestra responsabilidad cómo líderes conocer la etapa vital que la persona está viviendo la cual sumada a la generación conforma su contexto vital. Por ejemplo, una promoción que incluye un cambio de país, puede ser una gran noticia para una persona que es soltera y que no tiene hijos de la generación X; pero no tan buena para un Z (1995-2012) que tiene 20 años y acaba de tener un bebé y sus padres le ayudan a cuidarlo mientras estudia y trabaja. Si pensamos solo en la generación, claramente es una mejor oferta para el Z que es más joven, pertenece a una generación más “libre” que para el Z, pero por el contexto vital de cada uno resulta ser al contrario.

Nuestro rol y parte de nuestra responsabilidad como líderes es comprender estos contextos para poder accionar sobre ellos. Es tan simple como hablar con las personas, comprender dónde están y para dónde van. Ese tipo de conocimiento puede potencializar de manera muy importante los programas de retención, los programas de beneficios, y la manera en que aportamos en el desarrollo integral de quienes están a nuestro alrededor.