¿Y si los locos somos nosotros?
Al hablar de locura se nos viene a la cabeza la imagen de personas con algún tipo de trastorno. Sí, esas condiciones son una forma de locura. Una locura en muchas ocasiones inevitable y nunca elegida.
Pero hay otra forma de locura, una mucho más común, más “sutil” y, a la larga puede que incluso más peligroso.
¿Acaso no es de locos de remate hacer lo mismo una y otra vez, esperando resultados diferentes?
Puede parecer que no es en absoluto grave, pero se han perdido vidas, roto sueños y deshecho esperanzas por perseguir esta locura.
No sé si llamar locos a la gente que repite este patrón una y otra vez, pero desde luego somos unos genios haciéndolo.
Seguimos cometiendo los mismos errores una y otra vez y ni somos capaces de explicar por qué… es la condición humana.
Buscamos culpar a la mala suerte, a algún evento desafortunado, a alguien que no hizo lo que debería. En lugar de mirar hacia dentro y tratar de identificar la causa real de esas repeticiones y las decepciones que las acompañan.
Y es que nosotros nos creamos esa suerte.
Imagina esta situación, seguro que te suena familiar.
Todas las noches alrededor de la mesa mientras cenas escuchas a tu padre decir una y otra vez:
«No puedes confiar en nadie»
«El mundo es un lugar cruel»
«La gente intentará engañarte y robarte a la mínima oportunidad»
«Siempre tienes que estar en guardia»
«Tienes que atraparlos antes de que te atrapen a ti»
Claro, es tu padre y le crees al 100%.
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Podrían avisar de que los padres a veces se equivocan con sus lecciones, pero no… nos las creemos, con el corazón y la cabeza bien abiertos.
Absorbemos esas palabras y las creencias que vienen con ellas.
Ya tienes tus creencias instauradas. Desde ese momento y en adelante, todas tus relaciones estarán centradas (de manera inconsciente) en reafirmar esas creencias.
A los 14 años trabajas repartiendo periódicos y tu jefe desaparece de repente debiéndote el último salario. Tu padre tenía razón. No te puedes fiarte de nadie.
A los 16 le prestas dinero a un amigo, una suma importante que has ganado con tu trabajo, y nunca te lo devuelve. Ya no hay duda… ¡no puedes confiar en la gente!
Todas las relaciones que puedas seguir formando, terminarán igual. Dándote la razón, que es el juego de tu mente, su objetivo final: tener razón, estar en lo cierto, demostrar que eres listo y el mundo se equivoca.
¿La mala noticia? Nadie puede salir del juego de tener la razón (al menos no solo).
¿La buena? Puedes elegir cambiar de juego.
El nuevo juego comienza cuando estás dispuesto a cambiar la forma en que ves las cosas.
El de cambiar la perspectiva de tu vida. Descubrir dónde te estás saboteando y los obstáculos ocultos que implantan creencias limitantes que te llevan a repetir patrones una y otra vez.
Y cuando lo ves, estás a un segundo de coraje de cambiar tu futuro.
De esto hablamos en mucho más detalle en el Club de los Valientes. Una comunidad creada por gente que quiere escapar de ese juego y empezar a jugar bajo sus propias reglas. Un lugar de autodescubrimiento y crecimiento abierto a todos los inconformistas que sienten que hay otra manera de vivir la vida.
¡Espero verte pronto!
Un abrazo,
Melania