Morten Lauridsen

La serena apertura de “Lux Aeterna” (1997) de Morten Lauridsen despierta la sensación de algo infinitamente más grande que el pequeño yo o el ego perturbado. Esta inquietante obra para coro y orquesta confirmó el lugar de su compositor entre las voces más sinceras y convincentes de la música coral contemporánea y subrayó sus credenciales como un auténtico talento original estadounidense. Nacido en 1943, Lauridsen creció rodeado de la asombrosa naturaleza del sureste de Washington y trabajó al principio para el Servicio Forestal de los Estados Unidos, descubriendo su vocación musical mientras vigilaba los incendios en sus rondas cercanas al monte St. Helens. Lauridsen, un sabio o vidente como Henry David Thoreau, combina una cautivadora sencillez en su expresión musical con la complejidad caleidoscópica de líneas contrapuntísticas que parecen conectadas con la prehistoria. El impacto emocional de sus obras puede ser sobrecogedor, como en el motete “O Magnum Mysterium” (1994), una intensa proyección del misterio de la encarnación de Dios y del asombro reverencial ante el universo creado.