Opinión | Décima avenida
Joan Cañete Bayle
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¿Quién es hoy estadounidense?

Los bulos de Trump sobre el autor del atentado de Nueva Orleans ponen de manifiesto que la palabra “inmigrante” se resignifica como “no estadounidense”

Trump aprovecha el ataque de Nueva Orleans para difundir mentiras anti-inmigración

"Tontos despreciables": Musk y los millonarios tecnológicos chocan contra las bases trumpistas sobre raza e inmigración

December 22, 2024 - Phoenix, Arizona, USA - DONALD TRUMP speaks on day four of Turning Point USA's AmericaFest 2024.

December 22, 2024 - Phoenix, Arizona, USA - DONALD TRUMP speaks on day four of Turning Point USA's AmericaFest 2024. / Europa Press/Contacto/Brian Cahn

Para los esencialistas, la pertenencia (a un barrio, a una ciudad, a un país, da igual) se define por la tradición, los apellidos, el color de piel, el idioma y la sangre. Lo que digan las normas, la ley, el esfuerzo o el deseo de formar parte de la comunidad carece de relevancia. Si no se es, no se pertenece. Por esta razón, para los nativistas, la inmigración —sin importar la generación— nunca se integra realmente al colectivo; las acciones o lo que dicten las leyes no cambian esta percepción: uno no puede ser aquello que no es.

Hemos visto de nuevo el fenómeno a raíz del atentado de Año Nuevo en Nueva Orleans. El autor ha sido identificado por el FBI como Shamsud-Din Jabbar, de 42 años. Su biografía no puede ser más estadounidense: nacido en Texas, era un veterano del Ejército que sirvió en Afganistán, estudió en la Universidad de Georgia, se divorció dos veces, trabajó en el sector inmobiliario y tenía problemas económicos. La prensa estadounidense habla de una conversión al islamismo radical ya de adulto y sin relación con la educación recibida de niño. Aun así, Donald Trump, que calienta en la banda a la espera de asumir la presidencia en unas semanas, no tardó en mentir y difundir mensajes de odio al afirmar que el atentado demuestra que la inmigración es un riesgo para los estadounidenses.

Es de sobra conocido que Trump aprovecha cualquier oportunidad para colocar en la conversación sus obsesiones, y pocas son mayores que su cruzada contra la inmigración. Para hacerlo, no le importa que la realidad, los datos y la información desmientan sus tesis. En este sentido, el atentado de Nueva Orleans es otra oportunidad para intervenir. Pero más allá de su conocida estrategia comunicativa, con sus palabras Trump da voz a las creencias profundas del movimiento nativista que lidera. Para ellos, Shamsud-Din Jabbar no es estadounidense, o no lo es por completo, o no debería serlo, da igual lo que diga su pasaporte. En redes, sus medios y sus burbujas, los soldados rasos del movimiento MAGA y bastantes de sus oficiales ya dicen en voz alta y sin complejos que si uno es musulmán, latino o de tez oscura, no puede ser estadounidense de verdad. Uno no se convierte en estadounidense ‘de verdad’, ni basta con nacer en EEUU para serlo, como es el caso de Jabbar. Es un inmigrante, palabra resignificada como “no estadounidense”.

Ha sido muy interesante seguir en los últimos días el enfrentamiento en redes entre Elon Musk y autoproclamados trumpistas esencialistas (sic) a cuenta de los visados H-1B, una forma legal de entrar en el país para trabajadores inmigrantes “cualificados”. Los datos oficiales indican que cada año EEUU emite 85.000 visados de este tipo, principalmente a empresas tecnológicas que contratan a trabajadores procedentes de Asia, de ahí el interés de Musk en defender esta vía de ingreso al país. Cuando la polémica alcanzó ya un ruido considerable, Trump se manifestó a favor del hombre más rico del mundo, como no podía ser de otra forma a pocos días de que su Gobierno empiece a rodar.

Pero el debate no está ni mucho menos zanjado. Fue un aviso del nativismo más extremo, el mismo al que Trump ha abierto las puertas no solo de la Casa Blanca, sino también de la legitimidad en la conversación política estadounidense: una vez se pone la cruz a la inmigración, el espacio para los matices se reduce hasta acabar desapareciendo por completo. Musk, nacido en Sudáfrica y nacionalizado canadiense por su madre, llegó a EEUU como estudiante extranjero y trabajó con un visado H-1B. En su discusión en X, además de llamar “tontos despreciables” a los halcones antiinmigración (entre ellos, Steve Bannon), Musk defendió el viejo credo de que el inmigrante que entra de forma legal a EEUU y aporta al país su trabajo y su talento es bienvenido.

Palabras huecas. Trump abre muchos debates, y uno de ellos es muy antiguo, tanto que se remonta a los padres fundadores de EEUU: ¿quién es estadounidense? Para ellos, la respuesta a esta pregunta era: blancos, propietarios, cristianos. Los negros, sin ir más lejos, tardaron décadas en dejar de ser esclavos y obtener ciudadanía y derechos, y siempre sobre el papel. ¿Quién es hoy estadounidense? La base del trumpismo responde lo mismo que hace siglos: blanco y cristiano. Y ya no se esconden. De la respuesta a esta pregunta depende el futuro del país. 

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