El envión
¿Cómo permitir que otros decidan por vos?
Los estados, no son las permanencias. El estado es algo que se puede cambiar, aunque tengan fama de ser permanentes. Da trabajo y da cualquier cosa menos empuje, pero hay que empujarse.
Hay que buscar en algún lado ese envión que nos traiga sanas y salvas de nuevo al camino.
No sea cosa, que en el estado, cualquiera sea, nos quedemos atascadas, y entonces necesitemos desesperadamente un rescate violento en el cual intervenga otro menos nosotras. Pero eso es un caso extremo, si sos tan hermosa y única, tan importante y absolutamente vos misma: ¿Cómo permitir que otros decidan por vos?
Cruzar ese límite, de no hacerte cargo de vos misma, es justo el límite al país enemigo. No podes cambiar todo de golpe, no estás del otro lado de la orilla sin esfuerzo, pero podes empezar a hacerlo con un pequeño gesto, una mínima acción que te recuerde lo valiosa que sos.
Provocate una alegría. Una sola. La emoción es algo que si podes cambiar. Es una interpretación, una manera de sentir, vivir, observar algo. ¡Aunque no lo puedas ver así hoy!
¿Te cuento algo? Desde hace años, me levanto cuando apenas el doblez de la noche da lugar al sol… y ese momento donde soy testigo que después de la oscuridad viene la luz, me da la única certeza que necesito: siempre estamos cambiando. Siempre puedo cambiar.
Elijo levantarme en ese momento, porque sé que si estoy un rato en silencio conmigo me impregno de una energía que me renueva para estar lista y comenzar el día. La penumbra que va cediendo paso al alba, me da algo simple: mi pista de continuidad. Continúo viva, continúo conmigo y no me estoy dejando sola.
Tomo mate, tomo brío, tomo silencio, tomo palabras, tomo entrega.
Y recibo mi presencia en todo su esplendor. ¡Eso me pone tan contenta! Y estoy alegre y de buen humor. A mí me pasa eso, entonces, ¿Cómo dejar de hacerlo?
Y cuando estoy con un ánimo desastroso, contagioso, apagado, yo misma me enciendo, me levanto, y me provoco lo bueno. Y bueno más bueno, más bueno, es mucho bueno. Mucho bueno de vos que solo vos podes hacer.
Las emociones se pueden gestionar, impactan en tu cuerpo y en tu lenguaje. Las emociones positivas hacen tu vida más feliz.
Mi mama se llama Alegría y siempre su nombre me cuenta que es posible alegrarse si cuando me levanto elijo ser dueña de mi destino.
Otras veces elijo ver el cielo, o tal vez tomar un helado de dulce de leche. Algunas veces comprar un regalo, muchas otras, un abrazo, una caricia. Soy consciente que estoy eligiendo para sentirme bien.
Y si por algún motivo antes estuve eligiendo algo que me hizo daño, lo trato de reparar.
No es el servicio técnico para que me arreglen el lavarropas, es un llamado a mí misma.
Llamate, buscate, cuidate. ¡Provocate!
De la manera más absurda que puedas imaginar, de la forma más irrelevante que se te ocurra. Deja volar tu imaginación y encontrate con lo que te pone contenta.
Junta muchos de esos momentos y serás dueña del jardín donde crecen las flores más hermosas.
Vos sos tierra fértil para plantar las semillas de los mejores estados. Aunque no sean permanentes, serán nuevos, tuyos, serán tu conquista y tu responsabilidad.
Siempre estamos comprometidos con lo que decimos, hacemos, sentimos. Somos una unidad: cuerpo, lenguaje, emoción.
Comprometete con tu Alegría, con mayúscula. Que aunque no sea tu mamá quizás te pueda parir de nuevo, como si nacieras una vez más.
¡A celebrar!
que hoy estás gestando vida: la tuya.