El poder de las preguntas

Pregunta, no lo cuentes

Peter Drucker, decía que “El líder del futuro pregunta y el líder del pasado cuenta”. Los beneficios de hacer preguntas son numerosos. En primer lugar, da a los demás tiempo para pensar y plantear la cuestión desde su punto de vista. En segundo lugar, hacer preguntas es señal de confianza en la capacidad de las personas, pues implica traspasarles la responsabilidad, y tiene la ventaja de generar una aceptación casi inmediata de la solución -a fin de cuentas, ha sido idea suya-.

Rudyard Kipling dijo que conservaba seis hombres serviciales que le enseñaron todo lo que sabía: qué, por qué, cuándo, cómo, dónde y quién. Posteriormente alguien le dio una vuelta de tuerca a la expresión y sumó a los anteriores uno de vital importancia: qué, porqué, quién, cómo, dónde, cuándo y "tú" cuando preguntas por ellos. Los denominó “los siete magníficos”

Cuanto menos tiempo dedican las personas en una organización a la reflexión y a hacer preguntas, menos se alinean unos con otros en lo que es importante y mayor es el riesgo de que hagan cosas sin impacto.

¿Haces preguntas?, ¿te haces preguntas?, ¿te hacen preguntas? Es una buena manera de saber si tú y tu entorno está en modo ejecutivo o no. Dicen que la inteligencia no es un ingenioso sistema de respuestas, sino un incansable sistema de preguntas.

Charles Weingarther decía que “una vez que aprendes a preguntar -preguntas relevantes, apropiadas y sólidas-, has aprendido a aprender y nadie podrá evitar que aprendas todo aquello que necesites saber”. Nuestras mentes responden bien a las preguntas porque somos solucionadores.

Adam Grant afirma que puedes despertar tu curiosidad haciéndote preguntas que disparen tu imaginación. Las dudas nos preparan para hacer preguntas y absorver nuevas ideas. Cuando hacemos preguntas, en vez de pensar en nombre del público, lo estamos invitando a unirse a nosotros como pareja de baile y a que reflexione por sí mismo. Si abordamos una discusión como si fuera una guerra, habrá ganadores y perdedores. Si, en cambio, lo vemos como un baile, podremos empezar a coreografiar la manera de salir adelante.

Todos podemos mejorar cuando hacemos preguntas sinceras que muestran nuestra curiosidad y que no tienen el propósito oculto de solucionar, salvar, aconsejar, convencer o corregir, sino de facilitar la expresión clara de las ideas de otra persona.

No tengas miedo de hacer preguntas. Carl Sagan decía que hay preguntas ingenuas, preguntas tediosas, preguntas mal formuladas o preguntas surgidas de una autocrítica inadecuadas. Pero todas las preguntas son deseos de entender el mundo. Las preguntas tontas no existen.

Decía Jule Henri Poincare que "dudar de todo o creerlo todo, son dos soluciones igualmente cómodas; ambas evitan la necesidad de la reflexión". Por eso, al final de cada día, John C. Maxwell se hace las siguientes tres preguntas: ¿Qué aprendí hoy?, ¿qué debo compartir? y ¿qué debo hacer?

Maxwell expone que al visitar mentalmente situaciones pasadas, puedes pensar con mayor entendimiento. El pensamiento reflexivo es como la olla de cocido en la mente; propicia que tus pensamiento cuezan a fuego lento hasta que estén listos.

Preguntas poderosas: formación de preguntas que facilitan la reflexión, el autoconocimiento y la puesta en acción.

Las preguntas que lanza Xavier Marcet en el artículo "Las preguntas clave", facilita la reflexión, el autoconocimiento persona-empresa y la puesta en acción.

Acceso al artículo: https://bit.ly/3rfRGlX

Este post se ha realizado con un compendio de definiciones y reflexiones sobre el “poder de las preguntas” recopilados a través de diferentes lecturas.