La madre de todos los problemas

¿Qué te viene a la cabeza cuando piensas en el concepto “madre”?

Multitarea. 

Marrones a diario.

Estrés.

Cariño.

Preocupación.

“No encuentro los calcetines de Bob Esponja….”(pregunta el niño maduro de 40 años).

“Están en el tercer cajón” (responde su madre).

Y así cada día. Parece tener el superpoder de estar en todos lados al mismo tiempo. 

Cocina, limpia, trabaja, cuida de los niños, ¡y aún le sobra energía para aguantarte las tonterías! 

Pero, ¿qué pasa cuando nadie reconoce todo el esfuerzo que hace día a día?

La mayoría traga y vive agobiada. Otras, se lo montan un poco mejor y deciden dejarlo todo atrás para irse por ahí con un cubano veinteañero.

Y que les den a todos.

Ahora es cuando te preguntas: ¿esto lo escribe para felicitar a las madres por el Día de la Madre con carácter retroactivo?

No, ya sabes que no. Bueno, sí, aprovecho para felicitar a todas las madres que me siguen: tanto las que deciden seguir aguantando tonterías como las que ya van de camino a Cuba.

Yo siempre traigo gato encerrado en mis emails…

La cuestión es que quiero hacerte pensar un momento en la compleja figura que representa una madre: pilla cacho casi siempre, no se suele quejar tanto como debería, nadie le reconoce el esfuerzo, pero… ahí sigue, dando cariño y paz a la familia.

(Menos la que se ha ido al Caribe, que a esa le va la marcha y se lo ha montado mejor que nadie).

Pues bien, tú tienes más de una madre.

Y ni te habías dado cuenta posiblemente.

Están allí, trabajando en la sombra, comiendo problemas y digiriendo soluciones. ¿Ya te haces una idea de quiénes son?

¿No? 

Las madres de las que te hablo son nada más y nada menos que…

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¡Te veo dentro!