Mi carta más sincera a Carlos Pareja ...

Estimado Carlos, supongo que estás confuso, pero yo soy tú, o mejor dicho Carlos Ignacio, y te escribo a 24 de marzo de 2019, han pasado 15 años e intentaré ayudarte, aún consciente de que no podrás evitar tu destino y esta carta es la prueba, pocos pueden a pesar de intentarlo.

Te supongo en tu despacho de la Entidad y te imagino pendiente del teléfono y del ordenador, repasando las cifras del dia y estoy seguro que a pesar de la tensión que vives de forma continua, con una sonrisa en los labios, las cosas te van bien y estas reconocido por todos y mejor pagado, ya lo se, acabáis de regresar de New Orleans y New York de vacaciones y fue fantástico.

Los negocios van bien y estás rodeado de amigos; no hay un solo momento en la semana que no este planificado, sea trabajo u ocio y en el que los sucesos se aparten de tus planes, eres imparable, o eso te crees, y no quisiera asustarte, pero muy pronto, todo eso que crees sólido e inmutable a costa de tu esfuerzo y lo que tú consideras control de la situación ... va a derrumbarse de una semana para otra y sin que te de tiempo siquiera a entender lo que pasa, incluso se esfumaran los amigos más cercanos.

Como te he dicho al comenzar esta carta, yo soy tú, pero en 2019, y agárrate bien, soy o eres escritor, o mejor dicho intento serlo escribiendo novelas y artículos para alguna revista, Blog y sobre todo en las redes sociales ... si, no te sorprendas, te dejo unos segundos para que lo asumas, se que no te lo crees ...

De hecho, este viernes, 29 de marzo a las siete de la tarde, en Málaga, presentaremos nuestra segunda novela, Carlos, porque yo las he escrito, pero tu me las fuiste soplando al oído fruto de todas tus vivencias, de tus frustraciones y de tus sueños.

El Mundo cambió en 2.008 y el camino brillante, recorrido durante décadas hacia el bienestar repartido y generalizado de todos, con muy pocas excepciones que no fueran voluntarias, se truncó, o lo truncaron ... ¿Quien? No lo se, Carlos, creeme, pero el caso es que esa clase media por la que todos habíamos luchado, dejó de existir, y sus integrantes se tuvieron que repartir en función de su edad, posición, sector en el que desarrollaban su trabajo o endeudamiento adquirido con arreglo a sus ingresos, y pasaron a ser o excluidos sin futuro ni posibilidad de encontrar empleo digno por su edad, en temporeros del comercio o de los servicios los más afortunados y en las casas donde trabajaban dos o tres integrantes, pasaron a no trabajar ninguno o hacerlo por semanas alternas, o por meses e incluso por días.

Nos dijeron, Carlos, que la culpa era nuestra por vivir por encima de nuestras posibilidades, pero la realidad como tú sabes bien es que los préstamos se daban con las garantías exigidas por las directrices y normas bancarias y bajo la supervisión del Banco de España.

El caso es que las casas donde entraban 4.000 euros cada mes pasaron a tener que amoldarse a mil, incluso menos y en consecuencia se dejaron de pagar las cuotas de los coches, las tarjetas e incluso la hipoteca de la casa premio de toda una vida.

Como consecuencia, 35.000 oficinas bancarias fueron cerradas y cientos de miles de empresas por falta de financiación y más paro y más pobreza o supervivencia en el límite, llámala como quieras, Carlos, que tú eras muy tiquismiquis, yo no lo soy ya.

Nuestro caso, el mío o el tuyo, que ambos somos el mismo, fue el de muchos, los negocios se desplomaron, y como con tanta gente de tu edad, ese banco al que dedicas 14 horas al día y que tanto te elogia y te mima, entendió que eras ... agarrate ... prescindible.

Tranquilo, te escribo desde casa, con lo necesario en la nevera y en el garaje hay coche, quiero decir, que a pesar de todo has conseguido sobrevivir con dignidad, al menos hasta que la rabia, la impotencia y el dolor mostró su cara aferrándose a tu salud y a la de tu compañera, ya sabes ... , a partir de ahí han sido tres años de imposibilidad absoluta, a parte de intentar curarnos, de hacer otra cosa que no sea lo que hago en este momento, escribir, Carlos, y contar ... no, mejor clamar, lo que ha sucedido a tanta gente buena como tú y como espero seguir siendo yo.

La lucha ha dado sus resultados y publicamos tú y yo la primera novela en noviembre en un portal digital y ahí está vendiendose poco a poco, a pulso y sin más ayuda que la de sus primeros lectores.

En enero y por fin, firmé con una Editorial seria y que no te pide dinero para publicar porque consideró que nuestra segunda novela, "Ruedas de oro" merecía ser publicada, presentada y distribuida como las más renombradas y en eso estamos, querido Carlos, ojalá que a partir del viernes comience una nueva etapa de nuestra vida, de la tuya y de la mía que son la misma.

He querido anticiparte lo que te espera y no lo he hecho por crueldad, ni por mala sangre o rencor por los errores que cometiste y cometeremos, pero nunca diferentes, ni en proporción o gravedad, a aquellos en los que incurren todos por su condición de humanos; he querido anticiparte lo que deberás sufrir y pasar, para que conserves siempre la Esperanza de que al final ... ya ves, siempre hay una salida que nos conduce a un destino que a lo mejor no conocíamos y nos habíamos desviado y la vida corrige nuestro rumbo aún a golpes y empujones que debemos resistir sin que nos aparten del camino ...

El viernes, en la Biblioteca Miguel de Cervantes, estarás dentro de mi y no te sorprendas si no conoces a casi nadie, salvo a lo que queda de la familia, estaran muchos de nuestros nuevos amigos y que nos han conocido en un tiempo más real, la mayoría de los viejos amigos se quedaron en el camino por nuestra culpa seguramente, que no quisimos exponerles a la parte más empinada de nuestro andar y en otros casos, porque ellos no la quisieron compartir, es igual, el caso es que mucha gente que nos aprecia, respeta y quiere, nos arropara en un dia que sobre todo nos reunirá y reconciliará a tí y a mí de ese rencor que te he guardado por unos errores que tú no cometiste, al menos no más que los que se esperan de cualquiera y que no merecieron tan alto precio.

Ojalá que en esta ocasión la generosidad de nuestros lectores, y el destino, si nos premien con la Paz por la que hemos luchado tú y yo ...

Con todo mi respeto y aprecio.

Carlos Ignacio Pareja González.