Mr. Matt Erlandsen, Ph.D.
(English follows Spanish)
Escribir una tesis no es una tarea fácil. Es un loop que nunca acaba de leer, analizar, opinar, probar, escribir, revisar, editar, borrar... y nuevamente leer, analizar, opinar, escribir, revisar, editar, y borrar. Es un período de nuestras vidas cuando no vemos los avances y los resultados con la velocidad que quisiéramos. Es también un camino solo, donde la mayor parte del tiempo la única compañía en momentos de angustia o para superar el "síndrome de la página en blanco" es tu perro —en mi caso, porque gran parte de mi investigación la pasé en casa.
Estoy muy contento de agradecerle a Bagel, mi perro y mejor amigo de 7 años, por su paciencia y sus ojitos de chocolate que en silencio siempre me empujó para completar mi investigación. Sus esfuerzos de aguantar muchas tardes de confinamiento en su colchoncito al lado de mi escritorio, o todos esos días en que tuvimos que dar un paseo más corto que el que merece, resultó en que nos aprendimos a conocer mejor con una simple mirada profunda o cuando ladea su cabeza. A mi pequeño asistente de investigación, quien con su propio lenguaje me inspiró para nunca dejar de luchar por mis sueños: muchísimas gracias. ¡Te debo una gigante, amiguito! Espero que Di-s nos dé muchos años más juntos y que así te lo pueda pagar.
A Robert, mi compañero de vida. Gracias por tu amor incondicional, por tu paciencia, por tus comentarios, tus ideas, tu apoyo emocional y económico, pero por sobre todo por confiar en mí, por creer en mis ideas locas, por alentarme siempre a ir un paso más allá. Gracias por estar a mi lado cada vez que me caí o que no veía el fin de este camino. Desde el fondo de mi corazón, infinitas gracias por tu generosidad y aguante.
Esta tesis es también un testamento de dos experiencias significativas que Chile y el mundo enfrentaron casi simultáneamente. El 18 de octubre de 2019, los chilenos nos fuimos a dormir luego de un largo día de revuelta social en las calles. Ese fue un día repleto de sentimientos encontrados, de lágrimas, de pena, de angustia y de incertidumbre. Se convirtió en lo que hoy conocemos como el fin definitivo del último legado de la dictadura de Pinochet, 30 años después del retorno a la democracia y 13 después de su muerte. Rápidamente me di cuenta de que muchos de esas incertezas son similares a las que enfrentan los migrantes, y reafirmé mi ambición de seguir con mi investigación.
La segunda experiencia afectó a todo el mundo y migró desde China a cada rincón del planeta. Un pequeño virus llamado SARS-CoV-2 nos mantuvo social y físicamente alejados casi en todas partes desde febrero de 2019. Una vez más, mi mente se enfocó en cómo los migrantes iban a sortear este problema, y fue ahí cuando me di cuenta de que los medios diaspóricos se tornaron una institución importante para destacar este tema invisibilizado.
El proceso de escribir mi tesis incluyó un tiempo en el Reino Unido, visitando académicos, profesores y amigos para poder discutir mi tema; sin embargo, también fue un período de desafíos como evitar tres ataques terroristas, experimentar el Brexit estando en Londres, dos tormentas de invierno históricas, y el brote del Coronavirus, lo que me hizo experimentar en primera persona uno de los principales desafíos que cualquier migrante tiene que superar: la xenofobia y el racismo.
Como parte de mi programa de doctorado, la Pontificia Universidad Católica de Chile le exige a cada estudiante que haga una pasantía en el extranjero. A mediados de 2019 le escribí a varios investigadores y académicos en el Reino Unido. Pensé que nadie se iba a interesar en un estudiante de Chile que quería visitarlos desde tan lejos. Para mi sorpresa, ¡todos accedieron a recibirme! Mi problema ahora no era conseguir una oferta de pasantía, sino que rechazar todas las demás. Finalmente, decidí que iba a tomar la oportunidad de visitarlos a todos y sacar lo mejor de sus estudiantes, investigadores, académicos y sus bibliotecas. Entre enero y marzo de 2020 pasé un tiempo en la University of Brighton, la University of Lincoln y The London School of Economics and Political Science - LSE. Estoy profundamente agradecido del apoyo incondicional de la Dra. Linda Tip y el Dr. Ola Ogunyemi, como también del apoyo de Andrés Velasco para poder acceder a la biblioteca más maravillosa que jamás haya visitado.
Quiero agradecer especialmente al Dr. Kevin Smets de la VUB - Vrije Universiteit Brussel. Lo contacté muy al principio de mi investigación por recomendación del Dr. Nico Carpentier. El Dr. Smets estuvo dispuesto a ser mi co-tutor y ofrecerme un doble doctorado. Desafortunadamente, la vida y el destino no lo quisieron así. Sin embargo, sus comentarios en mi trabajo fueron esenciales para entender el fenómeno del consumo y la expresión de los medios diaspóricos. Estoy seguro de que él no creerá cuántas semillas plantó en mi cabeza.
Quiero también tomarme un momento para agradecer a Carsten-Andreas Schulz, un exacadémico del Instituto de Ciencia Política de la Pontificia Universidad Católica de Chile y desde hace poco profesor de Relaciones Internacionales en la University of Cambridge. Desde el inicio de mi camino doctoral él confió en mí y me alentó a ir más lejos. Lo considero mi mejor mentor, de quien aprendí sobre la perseverancia, la paciencia, el amor por el trabajo, y las mejores habilidades de escritura. ¡Muchísimas gracias por todas tus sabias palabras y consejos!
Mi crecimiento como investigador, profesor, y académico con miles de preguntas, no habría sido el mismo si no hubiera pasado por el entrenamiento y los seminarios que ofrece el claustro doctoral de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Siento que todos ellos marcaron fuertemente el resultado de esta etapa de mi vida, pero en particular quiero agradecer a Francisco Fernández (mi tutor) y a Sergio Godoy (mi co-tutor), así como a Ingrid Bachmann, Constanza Mujica, William Porath y a Gonzalo Saavedra.
A mis colegas del programa doctoral: Marcela Aguilar, Daniel Aguirre, James Dettleff, Arturo Figueroa, Sebastián Goldsack, Nadia Herrada, Mariana Muñoz, Anielka Pérez, Luján Román, Andrés Rosenberg, Marcelo Santos, Agustín Villena y Magdalena Walker. Gracias sus consejos, sus comentarios y su compañía. ¡Todos ustedes contribuyeron con el ingrediente humano y la diversidad de nacionalidades en esta investigación!
Construir y mantener amistades no es un desafío pequeño mientras se hace un doctorado. Estoy muy feliz de decir que tengo una red de amigos espectacular. Y aunque no les he puesto la atención que merecen en los últimos cuatro años, ellos siempre estuvieron a mi lado cada vez que los necesité. Este éxito también es parte de ustedes, Oriana Piffre, Lucía Dammer, Claudia Fuentes, María Fernanda Hernández, el equipo de la Embajada de Canadá en Chile: Marie-France Russo, Meredith Henley, Richard Clark, y Mark Richardson, mis amigos Paul and Claire Phibbs (¡la pequeña Homer!) quienes me recibieron en Marylebon, en Londres; y por supuesto, a mi grupo de amigos que se convertido en un apoyo importante durante esta aventura: Chad Meldrum, Chad Davis, Jeffery Calder, Paul Armstrong, Vinay Nair, Ezzy Schusterman y Josh Joel.
Es muy sabido, y científicamente comprobado, que hacer un doctorado puede causar problemas en la salud emocional y mental. No les voy a mentir: en estos cuatro años he sufrido la presión de mantener el balance entre una vida académica, una familiar y una laboral. Sin embargo, tuve un equipo de maravillosos profesionales, quienes constantemente se preocuparon de mí: muchas gracias a mi siquiatra el Dr. Alberto Aedo, y a mi psicólogo, Matías Méndez.
Desde los primeros pasos de mi tesis, hablé con muchas personas en Chile, Colombia, Venezuela, en Miami (FL), España y Perú. Me ayudaron a acotar mi investigación, y detectar las preguntas esenciales, y muchas veces me entregaron perspectivas muy interesantes junto a datos invaluables que tomé en consideración durante este viaje. Gracias a Froilán Ramos (Universidad Católica de Concepción), María Clara Robayo (Universidad de Rosario, en Colombia), José Ramón Villalobos, Eliana Márquez, y Celina Jiménez de El Venezolano Colombia en Bogotá, Víctor Higueras, de El Vinotinto en Santiago, Marielse López, de Radio Chévere y Maylín Naveda de Conectados Contigo Radio en Santiago, Rubiela Quintero, de Revista Sin Fronteras y Julián García Wren, de la Alcaldía de Cúcuta en Colombia, Virginia Benítez y Carlos Luis Rodríguez, de Háblame24 en Madrid, Jesús Alfonso, de la Radio Somos Diáspora en Lima, Iliana Lavastida y Osmín Martínez, del Diario Las Américas, Estrella Durán, del Diario los Tiempos y María Amelia Castro del Semanario Argentino de Miami, quienes me dieron importantes comentarios durante mi fase pre-exploratoria.
Por último, pero no por eso menos importante, quisiera dedicar un pequeño espacio en honor al personal no-académico de la Facultad de Comunicaciones de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Ellos hacen que nuestros días como estudiantes e investigadores sean mucho menos áridos. Su cariño, su servicio, y su eterno deseo de escucharnos y ayudarnos en todo lo que puedan es una parte fundamental para desarrollar nuestros trabajos. Sin ellos, nada de esto podría ser realidad. Mis infinitas gracias especialmente a Pamela Farías, exsecretaria del programa doctoral, y a Patricio Araneda, exbibliotecario de la Biblioteca de Derecho y Comunicaciones —lamentablemente ninguno resistió las reducciones de personal por el Covid.
Posiblemente me queda por agradecer a muchas personas que involuntariamente olvidé. Sepan que tienen un espacio muy especial en mi corazón y que gracias a su pequeña (¡o gran!) contribución, esta tesis se pudo realizar. Los ciudadanos que en algún momento se beneficien de lo que en mi investigación descubrí sabrán reconocerlos mucho mejor que yo.
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Writing a thesis is not an easy task. It is a never-ending loop of reading, analyzing, giving opinions, probing, writing, checking, editing, erasing… and again reading, analyzing, giving opinions, writing, checking, editing, and erasing. It is a long period in our life when we do not see advances and results as often as we would like to. It is also an alone path, where most of the time, the only company in moments of anguish or while sorting the “blank page syndrome” is your dog—in my case because I spent a big part of my research at home.
I am happy to thank Bagel—my seven-year-old dog and best friend—for his patience and his little chocolate eyes that silently pushed me at every moment to achieve the research that is between these covers today. His effort to endure many afternoons of confinement on his mattress next to my desk, or all those days when we had no other option but to take a shorter walk than he deserves, resulted in us learning to know each other better with a simple in-depth look or a tilt of the head. To my little research assistant, and who, with his language, encouraged me never to stop pursuing my dreams: thank you very much. I owe you this one, buddy! I hope G-d will give us many more years together so that I can pay it back to you.
To Robert, my life partner. Thank you very much for your unconditional love, for your patience, for your comments, for your ideas, moral, emotional, economic support, and above all for trusting me, believing in my follies, and encouraging me always to go one step further. Thank you for being by my side every time I fell or did not see the end of this path. From the bottom of my heart, infinite thanks for your generosity and endurance.
This thesis is also a testament to two significant experiences that Chile and the world faced almost simultaneously. On October 18th, 2019, Chileans went to bed after a long day of social unrest in the streets. That day was full of hard feelings, weeps, sadness, anguish, and uncertainty. It became what today we know as the definitive end of the last legacy of Pinochet’s dictatorship, 30 years after the return to democracy and 13 after his death. Quickly I realized that most of those struggles were similar to the ones migrants face, and so it reinforced my ambition to keep on in this research.
The second experience affected all the world and migrated from China to every corner of the planet. A tiny little virus named SARS-CoV-2 kept us socially and physically distanced almost everywhere since February 2019. The consequences of this pandemic were still in place at the moment of defending this thesis in late 2021. Once again, my mind focused on how migrants would face this problem, and that was when I realized that diasporic media turned into a significant institution to highlight an invisible issue.
The process of writing this thesis also included some time in the United Kingdom, visiting academics, lecturers, and friends in order to discuss my topic; yet, it was also a challenging time avoiding three terrorist attacks, experiencing the Brexit while in London, two major winter storms, and the outbreak of Covid-19—Wuhan Coronavirus—, which made me experience in first person one of the main challenges any migrant has to overcome—xenophobia and racism.
As part of the Ph.D. program at Pontificia Universidad Católica de Chile, every student must do a research internship abroad. Halfway through 2019, I wrote several emails to researchers and academics in the United Kingdom. I thought that nobody would care about a student from Chile willing to visit from so far away. To my surprise, all of them agreed to host me! Then my problem was not to find one offer but to decline all the others. Finally, I decided that I would take the opportunity to visit all of them and get the most out of their students, researchers, academics, and libraries. Between January and March 2020, I spent time at the University of Brighton, the University of Lincoln, and the London School of Economics and Political Science. I am thoroughly thankful for the unconditional support of Dr. Linda Tip and Dr. Ola Ogunyemi, as well as Andrés Velasco’s endorsement and access to the most amazing library I have ever been to.
I want to give special thanks to Dr. Kevin Smets from the Vrije Universiteit Brussel. I approached him in the very early stages of my research design by recommendation of Dr. Nico Carpentier. Dr. Smets was open to be my co-advisor and offer me a double degree. Unfortunately, life and fate did not mean it. However, his inputs and comments on my work were essential to understanding the phenomenon of the consumption and expression of diasporic media. I am sure he would not believe how many seeds he planted in my mind.
I want to take a moment also to thank Carsten-Andreas Schulz, a former academic from the Institute of Political Science at Pontificia Universidad Católica de Chile and recently new International Relations lecturer at the Department of Politics and International Studies of the University of Cambridge. From the very early stages of my researcher road, he trusted in me and encouraged me to go further. I consider him my best mentor, from whom I learnt about perseverance, patience, love for your work, and the best skills when writing. Thank you very much for all your wise words and advices!
My growth as a researcher, lecturer, and academic with tons of questions would not have been the same if I had not gone through the training and seminars offered by the doctoral faculty at the Pontificia Universidad Católica de Chile. I feel that all of them strongly marked the result of this stage of my life, but in particular I must thank Francisco Fernández—my advisor—and by Sergio Godoy—my co-advisor—, as well as Ingrid Bachmann, Constanza Mujica, William Porath, and Gonzalo Saavedra.
To my colleagues at the Ph.D. program: Marcela Aguilar, Daniel Aguirre, James Dettleff, Arturo Figueroa, Sebastián Goldsack, Nadia Herrada, Mariana Muñoz, Anielka Pérez, Luján Román, Andrés Rosenberg, Marcelo Santos, Agustín Villena, and Magdalena Walker. Thank you for your advices, inputs, and company. You contributed with the human ingredient and the rich diversity of nationalities to this research!
Building and maintaining friendships is no small challenge while pursuing a Ph.D. I am thrilled to say that I have a spectacular network of friends. Although I have not given them enough attention they deserve in the last four years, they were there every time I needed them. The success of this thesis is also part of you, Oriana Piffre, Lucía Dammert, Claudia Fuentes, María Fernanda Hernández, the team at the Canadian Embassy in Chile: Marie-France Russo, Meredith Henley, Richard Clark, and Mark Richardson, my friends Paul and Claire Phibbs—and little Homer!—who hosted me in Marylebon, London; and of course, my men’s group that became a fundamental moral support during this adventure: Chad Meldrum (TN), Chad Davis (CO), Jeffery Calder (ON), Paul Armstrong (UK), Vinay Nair (Vic-Aus), Ezzy Schusterman (CA), and Josh Joel (GA).
It is widely known, and scientifically proven, that completing a Ph.D. can cause mental and emotional health problems. I will not deceive you: in the last four years I have suffered the pressure to maintain an academic-, family- and work-life balance. However, I have had a team of wonderful professionals, who were constantly taking care of me: many thanks to the psychiatrist Dr. Alberto Aedo and my psychologist Matías Méndez!
From the early stages of this thesis, I talked to many key people in Chile, Colombia, Venezuela, Miami-FL, Spain, and Peru. They helped me narrow down my research, spot the real essential questions and issues, and many times, they provided me with exciting perspectives and invaluable data that I took into consideration during this journey. Thank you to Froilán Ramos (Universidad Católica de Concepción), María Clara Robayo (Universidad de Rosario, in Colombia), José Ramón Villalobos, Eliana Márquez, and Celina Jiménez from El Venezolano - Colombia in Bogota, Colombia, Víctor Higueras, from El Vinotinto in Santiago, Chile, Marielse López, from Radio Chévere and Maylín Naveda from Radio Conectados Contigo in Santiago, Chile, Rubiela Quintero, from Revista Sin Fronteras and Julián García Wren, from the Municipality of Cúcuta, Colombia, Virginia Benítez and Carlos Luis Rodríguez, from Háblame24, in Madrid, Spain, Jesús Alfonzo, from Radio Somos Diáspora in Lima, Peru, Iliana Lavastida and Osmín Martínez, from Diario Las Américas, Estrella Durán, from Diario Los Tiempos and María Amelia Castro from Semanario Argentino, all them in Miami, FL, who gave me very important inputs during my pre-exploratory phase.
Last but not least—not at all!—I would like to dedicate a small space in tribute to the non-academic personnel of the Faculty of Communications of the Pontificia Universidad Católica de Chile. They make our days as students and researchers less arid. Their affection, their service, their eternal willingness to listen to us and help us in everything they can, is a fundamental part of the development of our research. Without you, none of this could exist. Infinite gratitude, especially to Pamela Farías, former secretary of the Ph.D. program, and Patricio Araneda, former librarian at the Library of Law and Communications—unfortunately both did not survive the staff reductions due to the COVID crisis.
There are possibly many people I do not personally recognize here and have inadvertently forgotten to include. Know that there is a special place in my heart for them and that thanks to your little—or great!—contribution, this thesis was achieved. Citizens who, at some point, will benefit from the knowledge provided here will know how to recognize them.