Último minuto.
"Cuando era chico, era bueno para jugar a la pelota y aclaro al tiro que era bueno para jugar a la pelota y no bueno para la pelota porque para ser bueno para la pelota tendría que haber sido el Chejo. El Chejo, que se llama Sergio pero en la población era conocido como el Chejo, era nuestra esperanza de gol, de atajar ese penal infame y de saltar en el último minuto y darnos el triunfo con un frentazo letal. Siempre supimos que el Chejo sería profesor de educación física, constantemente nos motivaba a hacer deporte y salir corriendo hasta el paradero 14, justo hasta el mall, pensando en que entre más entrenáramos, más posibilidades tendríamos de vencer a nuestro rivales más odiados, creídos, con las zapatillas más luminosas, ropa deportiva de moda y buenos para la pelota que he visto en mi vida, los de Vecinal. Les decíamos así porque ese era el nombre de la calle que separaba nuestras vidas. La calle Vecinal era nuestro muro invisible que nos permitía mirar con recelo esas pichangas que armaban y donde había puros locos buenos para la pelota. Si nosotros teníamos al Chejo, ellos tenían al Coto, un loco rubio y alto que parecía un ángel entre tanto cabro chico negro mecha tiesa. El Chejo era esfuerzo y pundonor, el Coto era talento y armonía en movimiento. El Chejo iba a ser profesor de Educación física y seguramente ese culiao Ingeniero Comercial. Odio total al Coto y como sé que no está leyendo esta wea, le deseo a él y a sus cabros chicos rucios que ojalá salgan todos malos para la pelota, que jueguen rugby o criquet.
Pero dicha sea la verdad, nuestro equipo se componía básicamente de una que otra lumbrera, el resto éramos tipos flacuchentos (sí, era flaco) corriendo tras una pelota, tipos que con suerte nos alimentabamos con lo básico y nuestros implementos deportivos eran heredados de nuestros hermanos mayores. Un día, en ese estacionamiento infame que tantas veces nos vio perder, jugábamos contra los de Vecinal y decir jugábamos era mucho, porque la verdad es que nos estaban dando un baile y en nuestra propia cancha. El Chejo hacía lo imposible por mantener la moral alta y el arco en cero. Y aunque le creíamos y lo seguíamos en todo, muy adentro sabíamos que en cualquier minuto se desataría la tragedia y como buena tragedia habría más de un caído, en este caso Pumitas FC (qué pésimo nombre le pusimos y aunque nunca lo declaramos, nos daba vergüenza decir que jugábamos en Pumitas FC).
Ahora que ya ha pasado una semana desde que nos robaron, porque fue un robo el penal que nos cobraron en último minuto, no hay caso que salga de mi casa, siempre me gustó comer, pero ni eso quería, en estos días el azúcar IANSA era un vinagre para ponerle al té. Por lo que me contó mi mamá, vio al Chejo corriendo sólo por el estacionamiento, dando vueltas sin parar, supongo, para sacarse ese minuto fatal en nuestras vidas. Porque cuando el Coto se puso frente a la pelota y la embocó arriba y cruzada, yo sólo atiné a sacarme los anteojos, secar la mezcla entre rabia, sudor y lágrimas. Una vez más los de Vecinal nos ganaban, pero en esta el Chejo no pudo, se sacó los guantes, camino decidido y le puso flor de cornete al Coto y como se que no está leyendo esta wea, ese cornete bien puesto según todos en el club, fue nuestra única victoria, la victoria de los que siempre pierden.
Publicista · Diplomado en Comunicación Estratégica · Free Lance
7 añosLo voy a compartir, ojala lo lea el Coto y qué hueá. Acá apañamos y le damos cara al hueón.
Gerente de Costruccion en BELACO
7 añosMe gusto, en verdad recorde los juegos de la infacia con la palomilla de la cuadra. Saludos desde Mexico!
GAD | Client Lead - Contractor | Ready for New Opportunities
7 añosMuy Chileno. Faltó el aprendizaje para cambiar la historia a futuro :)
Profesora Artes Visuales, Diseño IB e Ilustradora
7 añosCuática historia... todos perdemos en algo, aunque no todos en lo mismo :P
Freelance en Consultoría y diseño
7 añosJajaja