120. Conexiones III

120. Conexiones III

Las pequeñas hadas jugaban en el río, muy cerca de donde tenían el campamento. Estaban felices porque estaban estrenando su bandera. Le habían bordado una estrella que representaba la excursión que estaban haciendo. Pero abrieron un debate: unas opinaban que debían poner más estrellas, por todos los campamentos que habían hecho, otras decían que la bandera era como hacer un 'borrón y cuenta nueva.

Las mayores, por su parte, no entraban en la discusión. Ellas escuchaban a ambas partes y se divertían con los momentos de pique que azuzaban a la menor ocasión.

Lo mejor del debate era recordar los campamentos pasados. En esos momentos, las propulsoras del 'borrón y cuenta nueva' parecían ablandarse y ceder ante la nostalgia.

Aquella tarde retomaron la discusión llevándola a una espontánea batalla de salpicaduras de agua que amenizaban con cánticos improvisados en los que se metían las unas con las otras.

De pronto, aquel barullo se apagó para los oídos de la reina de las hermanas hadas. Se silenció todo salvo unas pisadas que provenían del bosque que estaba detrás. Se giró como en un acto reflejo y vio a una mujer que no era de ese mundo, pero tampoco del mundo en el que se sueña. La miró a los ojos, pero ella no se dio cuenta. Durante el segundo en el que se fijó en sus pupilas, vio una habitación muy sencilla: una silla, una cama, una mesita de noche con una lámpara de hadas y un armario. En la cama, una niña humana estaba quedándose dormida mientras su madre le leía un cuento.

La reina no hubiera sabido decir si la mujer del bosque era la madre o la niña de la visión. Hubiese querido salir a su encuentro, hablar con ella, darle la bienvenida al bosque; pero la mujer había desaparecido. Iba a dar un paso para ir en su busca, pero la visión volvió con más fuerza y la detuvo.

Las palabras que leía la madre dibujaban una escena festiva en un bosque de hadas. Esta algarabía contrastaba con el interior de una de ellas, el de la reina. Ella –decía la madre– se estaba preparando para abandonar esa dimensión. Lo único que le preocupaba era dejar a sus hermanas, las pequeñas y mayores, y a todos los que formaban parte del reino, con la convicción de que ella, de alguna forma, seguiría allí.

Entonces, la madre desde la visión y la reina de las hadas, se miraron directamente a los ojos y compartieron algo parecido a un momento de paz.

Texto original


Mónica Patricia Solano

Coach y formadora en consciencia corporal y sexualidad en movimiento|Terapia y talleres de coaching sexual | Sexualidad plena y consciente con mi Método Ave Fénix

3 años

Absolutamente mágico Romi Mori - iroMimoR Llevaba días sin verte por acá! Y hoy, antes de irme a descansar te leo y segura estoy que tendré un sueño lindo y de paz total. Que belleza!!

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