28 de agosto. ¡Qué pereza llamar a Sánchez!

28 de agosto. ¡Qué pereza llamar a Sánchez!

Tengo que llamar a Pedro Sánchez para pedirle una reunión en persona. Es lo que hemos acordado esta mañana en la ejecutiva del partido: empezar los contactos para mi investidura con el PSOE. Y Borja Sémper lo ha anunciado de manera entusiasta en rueda de prensa: “nuestro presidente llamará al presidente en funciones las próximas horas”. Pero llevo todo el día retrasando el momento de hacer esa llamada. Me da una pereza terrible hacerla. Y no sólo porque sepa de antemano cuál será la respuesta de Sánchez: que si nuestros pactos con Vox ponen en peligro la democracia pero sus acuerdos con los separatistas están pacificando Cataluña, que si antes de hablar de nada tenemos que retomar la negociación para renovar los cargos del Consejo General del Poder Judicial, que si no debería haber presionado al Rey ni haber aceptado su encargo de formar una mayoría que me respalde porque él puede conseguir más apoyos que yo… Todo esto es previsible. De hecho, la idea de convocar primero a Sánchez que al resto de líderes políticos busca retratar la deriva radical del presidente del gobierno en funciones que nos obliga a buscar los votos de otros partidos, incluso los de Junts, el grupo que lidera el fugado de Puigdemont con quien Sánchez se entiende tan bien. Pero lo que realmente me da ‘preguiza’ es que Pedro, como hace cuando no le interesa hablar de todo un tema espinoso para él, derive la conversación por otros derroteros y se ponga a hablarme de los ataques “injustos” contra él en campaña, de lo bien que están yendo las primeras semanas de la Presidencia de turno de la UE, de lo que están haciendo para obligar a dimitir a Luis Rubiales, que hasta hace tan sólo unas semanas era el protegido de su gobierno para conseguir para España la organización del Mundial de 2030, o incluso de su polémico viaje a Marruecos, con el que ha vuelto a demostrar que es inmune a todo tipo de críticas, también las estilísticas después de lucir esa boina calada y su camisa guayabera. Buff. Sería demasiado intenso acabar así el último lunes de este agosto tan soporífero. Creo que lo mejor va a ser dejar esa llamada para mañana temprano, a ver si entonces me da menos pereza.

⚠️ AVISO. Este texto es parte de una serie de política-ficción cuyo único objetivo es hacer más llevadera la resaca poselectoral. Cualquier parecido con la realidad es pura casualidad… 😉

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