ACOSTUMBRATE A GANAR

ACOSTUMBRATE A GANAR

Esta semana la selección Colombia de futbol culminó su sexta participación en un torneo mundial de futbol, en un partido reñido que debió definirse por el azaroso sistema de cobros desde el punto penalti. Dos días después fue objeto de una multitudinaria recepción en Bogotá, por hinchas que le agradecían su participación, algunos solidarios en el sentimiento que pudo ser más pero que circunstancias como la actuación del árbitro no lo permitieron y otros simplemente agradecidos por las emociones vividas; por otra parte algunos como un oyente de la estación W radio cuestionaban qué se celebraba si no se había ganado, “absolutamente nada”, palabras que pueden generar cierta incomodidad en aquellos hinchas emocionados que “aman” a la selección, pero que como todas las opiniones son respetables y que dependiendo de la visión que se tenga también pueden ser ciertas, pues el objetivo natural de todo campeonato es ser campeón, a lo sumo, sub campeón, pero también es obvio que no todos los que participan pueden llegar allí.

Más allá de este debate de hinchas, de si el equipo pudo haber hecho las cosas mejor, de si la actuación del árbitro en el último partido fue la culpable de la salida del equipo, de si fue una gran participación o no, hoy quiero centrarme en un agradable y muy positivo efecto que he identificado este equipo de futbol en los últimos seis años y otro gran número de deportistas, artistas, científicos y empresarios han generado en muchos colombianos, nos acostumbraron a ganar, y esas tres palabras tan fáciles de decir son todo un cambio de mentalidad en una cultura que había crecido por décadas con el paradigma de “lo importante no es ganar sino participar”, del primer mundo y el tercer mundo. Pero vamos a adentrarnos en el título de este post desde una analogía de los tres aspectos de debate de este párrafo anterior y nuestra vida.

Las cosas se pudieron hacer mejor, por supuesto, siempre, siempre, las cosas se habrán podido hacer de otra forma, eso es lo hermoso del ser humano, que tiene la capacidad de mirar atrás analizar su actuación frente a las opciones con que contaba y ver si hubiese podido llegar a otro resultado, ese es el gran valor de los fracasos, su inmensa capacidad de enseñanza, es ahí donde frases como las un antiguo técnico de la selección que también marcó un momento histórico, cobran un gran valor, frase, que en muchas ocasiones ha sido objeto de burla porque no se ha entendido bien, pero que también si se vuelve costumbre y se convierte en paradigma de vida, puede volverse una creencia limitante, me refiero a “perder es ganar un poco” pronunciada por Francisco Maturana, técnico de la selección Colombia (Semana, 2001). En nuestra vida cotidiana ocurre lo mismo, cuando fallamos en un objetivo, ese fracaso nos llama a hacer conciencia de lo actuado a analizar y a preguntarnos si las cosas se pudieron hacer de otra forma, mientras que la euforia de la meta cumplida, muchas veces nos embriaga y nos impide analizar qué hicimos bien para repetirlo en el futuro y seguir siendo exitosos. El acostumbrarnos a ganar es la mezcla adecuada de ambas cosas, de fracasos bien analizados y capitalizados, y el de partir con una mentalidad ganadora, naturalmente humana, que siempre quiere más. De ahí que posiciones como la del oyente de la W también son valiosas porque refleja que para él el resultado lógico debió ser mucho más alto. Mirando las cosas en perspectiva, esta es la segunda mejor participación de Colombia en los 21 mundiales de futbol que se han llevado a cabo, la sexta participación de un seleccionado nacional; a un par de generaciones nos correspondió vivir por décadas con la nostalgia de ¡un empate!, ¡un empate! 4 a 4 contra Rusia en 1962, como el gran logro del futbol colombiano, ni siquiera una victoria, ¡un empate!

El gran problema del “las cosas pudieron hacerse mejor” es cuando nos quedamos mirando el pasado desde la lamentación, desde la nostalgia no aprendemos del gran valor de los fracasos, es ahí cuando no se le encuentra valor al “perder es ganar un poco”, porque no hemos entendido que muchas veces, la gran mayoría de veces, una persona exitosa o un equipo exitoso, son el resultado de personas que han fracasado lo suficiente para entender cómo llegar al éxito, grandes y exitosas empresas multinacionales en sus procesos de selección de talento humano indagan más por los fracasos de sus candidatos que por sus victorias, porque quieren identificar precisamente su capacidad de sobreponerse y aprender, su resiliencia. Algunas argumentan no contratar gente muy joven porque consideran que aún no se han equivocado lo suficiente. El “lo importante no es ganar sino participar” era una frase que usaban nuestros padres para apaciguar el dolor que nos podía generar una derrota que a nuestra corta edad nos afectaba mucho, esta frase es sabia en el sentido que nos permite entender que no siempre se puede ganar, pero que debe manejarse con moderación porque instalada como creencia, equivale a cortarnos desde un principio las alas e impedirnos mentalmente volar hasta desarrollar todo nuestro potencial, por décadas esta frase hizo que muchos de nuestros deportistas se entrenaran y prepararan para participar, ganar no estaba en sus mentes.

La actuación del árbitro nos sacó”, pues es indiscutible que hubo decisiones que afectaron a Colombia, erradas o intencionadas, eso nunca lo sabremos, pero en la vida, las circunstancias, la vida misma, actúa como este y otros tantos árbitros, podremos haber dado lo mejor, podremos estar convencidos de ganar, podremos tener las mejores intenciones, pero por alguna circunstancia las cosas no salieron como lo esperábamos, no logramos lo que nos proponemos. En el caso de la selección Colombia, anecdóticamente en sus dos últimas participaciones en mundiales, la frase “era gol de …” se ha convertido en la etiqueta de su salida del torneo, en Brasil el protagonista fue Yepes y en el 2018 Bacca. El debate podrá seguir por décadas pero los resultados son inalterables, lo que debemos aprender para nuestra vida es que si bien esa posibilidad que algo juegue en nuestra contra y nos impida lograr los objetivos,  siempre va a estar presente, lo importante desde nuestra actuación es que podamos tener la plena tranquilidad de haber dado lo mejor de nosotros, de haber actuado con una mentalidad “acostumbrada a ganar”, predispuesta a la victoria, y no predispuesta al fracaso como la del lado negativo de “lo importante no es ganar sino participar”.

¿Fue o no fue una gran participación?, arranquemos por las cifras, según el portal losmundialesdefutbol.com (Los Mundiales de Futbol, 2018) en Rusia 2018 Colombia ocupará el 9º por los puntos obtenidos, en Brasil 2014 ocupó el 5º lugar, antes había ocupado el puesto 14 (Italia 1990 y Chile 1962), un puesto 19 (Estados Unidos 1994) y 21 en Francia 1998), luego entonces sí fue un buen resultado si se mira toda la historia del seleccionado nacional, ha sido su segunda mejor actuación en 88 años de mundiales de futbol. Lo positivo de la mirada ácida del oyente de la W, radica en que deja ver lo que inspira el título de este post, nos estamos acostumbrando a ganar, y eso en una sociedad llena de creencias de un destino que nos condena a ser pobres, repleta de frases que se transforman en creencias que nos paralizan es algo maravilloso y que habrá que agradecerles a los jugadores y cuerpo técnico que han pasado por el equipo en estos últimos años, cambiar una mentalidad tan arraigada desde la colonia no es fácil, y ojalá esa mentalidad o esa vara con que medimos las actuaciones del equipo de futbol y de tantos otros deportistas que nos están enseñando a pensarnos ganadores permee nuestras vidas y nuestras acciones diarias. Nairo Quintana, Catherine Ibargüen, Mariana Pajón, Rigoberto Urán, Darwing Atapuman, tantos y tantos deportistas, artistas, diseñadores, científicos, directores de orquesta, que afortunadamente hoy no alcanza la memoria para nombrarlos a todos, nos están mostrando eso, nos están mostrando nuestro potencial, tantos que no puede ser una excepción, es una característica de la que no habíamos hecho conciencia. 

 Nuestros logros deben ser la base desde la cual saltemos a unos mayores, se vale querer más, ése es el abono que permite germinar y florecer el crecimiento. Poco antes del mundial, ante el difícil grupo que le tocó a México, un periodista cuestionaba el optimismo de Javier “El Chicharito” Hernández sobre la participación del seleccionado mexicano, a lo que respondió con un par de frases de un valor y sabiduría muy grande: “¡Imaginemos cosas chingonas carajo!”, entendiendo por “chingonas” a coas excepcionales o extraordinariamente buenos, “la realidad supera los sueños, “Porque hay que soñar, hay que imaginarse cosas chingonas, hay que ser así” (ESPN, 218); ¿el resultado?, México pasó primero de su grupo y la selección campeona del mundo, Alemania, fue eliminada en la primera ronda.

Se vale ser ambicioso

Esta mirada de “El Chicharito” coincide con una descripción que el periódico El Tiempo de otro colombiano que la semana que culmina fue noticia mundial al ser record mundial en reproducciones en Spotify y un par de días después de esta reseña llegó al número uno en los 100 primeros de la música anglo de la revista Billboard, en este perfil decían de Balvin, que lo avalaba una personalidad “disciplinada, metódica y ambiciosa” hasta hace algunos años el ser ambicioso en el entorno latino, y aún hoy, tiene una connotación negativa, “no sea ambicioso” le gritaban con frecuencia al jugador que en un deporte hacía gala de sus habilidades y se resistía a pasar la bola a sus compañeros, “la ambición rompe el saco” nos repitieron muchas veces; y es que en una cultura de la viveza, en la que “el vivo vive del bobo”, el ser ambicioso significaba era abusar de los demás pasar por encima de los demás sin ningún tipo de contemplación, por eso no es frecuente que alguien de cierta edad se describa como ambicioso. Pero la ambición con ética es poderosa y lleva al crecimiento, el concepto anglosajón de la ambición es ese, el de desear más, pero siempre teniendo de por medio los valores y la ética, por eso las personas de estos países se describen sin problema como ambiciosas y con frecuencia lee uno en los perfíles de sus currículos esta palabra.

Así que esta semana te invito a imaginar cosas “chingonas”, a pensar siempre la victoria como la primera posibilidad entre otras dos, a entender que esa victoria demanda preparación y esfuerzo, a acostumbrarnos a ganar, pero también a entender que las derrotas cuando ocurren en medio de nuestra preparación y compromiso son enseñanzas para hacerlo mejor y llegar al éxito, a ser ambiciosos. Feliz semana.

Virginia Palacios Expósito

Psicoterapia y Asesoría de imagen. Que tu crecimiento interno se refleje en tu apariencia externa

6 años

Muy bueno Edgar¡¡ Te felicito

Inicia sesión para ver o añadir un comentario.

Otros usuarios han visto

Ver temas